Con una voz aguda que aún no se convierte en adulta, el freestyler argentino Zaina contesta el teléfono. El adolescente de 15 años, que asombra al mundo del rap con su ingenio y flow, se ríe ante cada consulta liberando así la tensión. Pero no es una carcajada la que se oye del otro lado de la línea, son -más bien- dos o tres sonrisitas después de cada respuesta. Muy diferente a los labios apretados y ojos llorosos que mostró el sábado luego de ganar el certamen internacional “Sangre Inca” en Lima, Perú. Tras vencer a veteranos créditos locales como Kalibre, Jaze y Jota, el prodigio argentino fue arropado por todos y levantado en hombros. “Lo de las lágrimas fue ufff. Yo nunca lloro, pero venía recibiendo muchas críticas hace varios meses, y cuando me levantaron la mano fue como 'lo logré, me estuviste criticando hace tanto y pude callarte'. Además caí a la realidad que estaba todo el público respaldándome, que terminé llorando”, pronuncia Zaina con voz aguda y seria.
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Son las cuatro de la tarde en Lima, las seis en Buenos Aires, y Lautaro Saina, nombre que le pusieron a su segundo hijo la unión entre Andrea Gargiulo y Sergio Saina, acaba de llegar de la Escuela de Educación Secundaria Técnica N°5 “Doctor Oscar Melillo”. 'Lauty', como lo llama su mamá, cursa el cuarto año y aún ve su futuro variante. Con el deseo de ser médico, pero aún con incertidumbre: “Acá a cuatro años pueden pasar muchísimas cosas (tiempo en que acabará la escuela). A mí me gustaría estudiar algo, pero capaz que en cuatro años me va bien, puedo vivir de esto y pospongo lo de la carrera”, entona con seguridad. Cual batalla de freestyle, el adolescente que gana campeonatos internacionales a los quince años aguarda la siguiente palabra para saber qué hacer. “Estoy esperando a ver qué me dice la vida para responderle”, ensaya con un punchline demoledor.
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Zaina lleva su A.K.A. (apodo que tienen los raperos) basado en su nombre. Una acción de emergencia generó el seudónimo. Lautaro Saina cambió la 'S' por la 'Z' antes de una batalla y así nació su apelativo. “Un día fui a una competencia de plaza y no sabía qué A.K.A. ponerme, entonces me pareció original cambiar una letra por otra y que mi nombre se mantenga. Además, mis amigos me siguen diciendo Zaina“, la simpleza de la brillantes.
Lautaro se sienta al fondo del salón, pero no es problemático. Es de los que se ríe casi todo el día. Rara vez está triste. Alegre, jovial y risueño, pasea con sus amigos por Lima, la localidad en la que vive y que pertenece al partido de Zárate, en la provincia de Buenos Aires-Argentina. Ubicada sobre el río Paraná, a 108 kilómetros de la capital bonaerense y con aproximadamente 14 mil habitantes, es un ambiente relajado y campestre que deviene en un pueblo bastante tranquilo que no tiene grandes edificios, cuenta con pocas iglesias y cerca hay dos centrales nucleares.
“Zaina me sorprendió por su gran capacidad de responder sin decir groserías. Apareció con una frescura, y con algo de niño y a la vez de guerrero. Tan chico pero se plantaba a quién sea. Más allá de ser un freestyler, es una persona de muy buen corazón. Puede impactar de una forma positiva en los jóvenes pues tiene muy buenos valores”, apunta el host argentino Darío El Misionero, el descubridor de Zaina a través de la competencia “Misión hip-hop”.
El niño que nació un 4 de setiembre es hincha de Lanús por tradición familiar, pero se confiesa malo para la práctica del fútbol: “Soy lo peor que existe. Yo en lo que soy bueno es en ping-pong”, expresa con una nueva risa al finalizar la frase con voz aguda.
En las batallas de freestyle existe un cierto favoritismo para el rapero local. El sentido de pertenencia y nacionalismo aterrizó en el escenario y se convirtió en un rival más para los competidores extranjeros. Bautizado como “localismo”, el término no alcanzó a Zaina, que improvisó ante Jota en la final del evento internacional “Sangre Inca” de este último sábado. El niño al que no le gusta desayunar y se sienta al final del aula, engulló al veterano campeón y con maestría terminó primero. Y con la voz aguda y gritando, hizo explotar al público peruano cuando respondió con una genialidad: “Me dice maricón/Voy hacer que tu mente se abra/Porque el día que tengas un hijo gay/Te vas a tragar tus palabras”. La batalla se detuvo mientras el público celebraba la proeza en un éxtasis expansivo. El futuro ya está entre nosotros.