En la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006 se mostraron nada más y nada menos que 28 tarjetas rojas, más que en ninguna otra edición de la prueba reina.
Pero si hay una imagen que ha quedado grabada a fuego en la memoria colectiva en cuanto a expulsiones mundialistas se refiere, esa es la de Zinedine Zidane en el Estadio Olímpico de Berlín, después de que el veterano mediocampista francés propinara un cabezazo al italiano Marco Materazzi.
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El exjugador del Real Madrid, que había sobresalido a lo largo del torneo con actuaciones brillantes, confiaba en poner el broche de oro a sus 18 años de carrera profesional con su segundo título mundialista. Y todo apuntaba a que el capitán de los galos iba a conseguir su objetivo, porque previamente había batido a Gianluigi Buffon con un penal lanzado al estilo Panenka.
Sin embargo, la historia fue otra muy distinta. Y es que lo último que vio el mago francés del balón sobre el césped berlinés no fue el codiciado trofeo, sino la cartulina roja que le enseñó el colegiado argentino Horacio Elizondo.
Curiosamente, aquel fue también el último gran torneo para Elizondo, que se convirtió en Alemania en el primer árbitro en dirigir el partido inaugural y la final de un mismo Mundial.
Texto tomado de FIFA.com