Miles de manifestantes están marchando en Brasil hacia el estadio de Maracaná, en Rio de Janeiro, donde dentro de unas horas se jugará la final de la Copa Confederaciones, que disputan las selecciones de Brasil y España.
Las autoridades dispusieron una enorme operación de seguridad alrededor del estadio. Después de varias semanas de protestas, se informó que la presidenta Dilma Rousseff decidió no asistir al partido.
La mandataria fue abucheada cuando ocupó su asiento para el partido inaugural de la Copa hace dos semanas.
Previamente, un grupo de manifestantes trató de tomar por asalto un edificio propiedad de la Confederación Brasileña de Fútbol, pero la policía se los impidió.