Las autoridades colombianas están de plácemes: según el más reciente reporte de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en más de una década de monitoreo de cultivos ilícitos el área destinada a la siembra de coca nunca había caído tan rápidamente como el año pasado.
Según el informe, hecho público este jueves, al 31 de diciembre de 2011 las plantaciones de coca en Colombia cubrían nada más 48.000 hectáreas de su territorio: una reducción del 25% en comparación con el año anterior.
Y la cifra también equivale a menos de un tercio de las 161.700 hectáreas que se sembraban en el país a principios de siglo, cuando Colombia era el indiscutible líder cocalero de la región.
El impacto final de esta disminución sobre la producción global de cocaína, sobre el consumo de la droga y sobre las finanzas de los grupos ilegales que se dedican al narcotráfico, sin embargo, aún está por determinarse.
Y no sólo porque en los últimos años la reducción del área cultivada en Colombia se ha visto compensada por importantes aumentos en Bolivia y Perú, país que desde el año pasado ostenta la corona de mayor productor mundial de hoja de coca (según la UNDOC) y de cocaína (según el gobierno de EE.UU.).
Lo que importa a final del día para la financiación de grupos armados ilegales, para el consumo, etc., es cuánta cocaína se produce, le explicó a BBC Mundo Daniel Mejía Londoño, Director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes.
Y el mismo informe (de la UNODC) dice que mientras que los cultivos (en Colombia) se redujeron 25%, la producción de coca se redujo sólo 10%, destacó.
MENOR PRODUCCIÓN, MÁS PRODUCTIVIDAD Entre las razones para esta diferencia, Mejía menciona el uso de mejores químicos y técnicas de procesamiento de la hoja de coca, así como mejorías en las técnicas de siembra que se traducen en plantas con un mayor contenido de alcaloides.
Y esto es sólo un ejemplo de las medidas tomadas por los narcotraficantes para contrarrestar o mitigar los efectos de la política antidrogas.
Básicamente, al contraerse la oferta aumentan los precios y aumentan los incentivos para que los productores mejoren su productividad, aseguró el experto.
Eso es lo que ha pasado durante los últimos 10, 12 años, que las contracciones de la oferta solo llevan a mayor productividad y a mayor violencia, dijo Mejía.
Y si una reducción en Colombia está compensada por aumentos en Perú y Bolivia, ¿qué estamos logrando? Sólo estamos pasando el problema de un lado a otro.
El académico tampoco comparte el análisis de las autoridades sobre las causas para la dramática reducción del área cultivada registrada en el último reporte de UNODC.
El general Luis Alberto Pérez, comandante de la Dirección Antinarcóticos de la Policía Nacional colombiana, le dijo a la BBC que los buenos resultados eran producto de la mayor presencia de las fuerzas de seguridad en las principales zonas de cultivo del país.
Para Pérez, esa presencia habría vuelto más efectivos los planes de erradicación de cultivos que se vienen implementando en el país desde hace más de diez años.
Mientras que, para Mejía, las verdaderas razones están en otro lado: en un mayor énfasis de las labores de interdicción en contra del narcotráfico, combinado con el surgimiento de nuevas alternativas de financiamiento para los grupos ilegales.
ALTERNATIVAS Efectivamente, para el co-compilador del libro Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos las causas para los resultados de los buenos números de 2012 hay que empezar a buscarlas hace cinco años.
Según Mejía, es en ese entonces que las autoridades colombianas empiezan a hacer menos énfasis en los programas de aspersión y erradicación manual, para empezar a atacar los eslabones de la cadena que producen un mayor valor agregado: los laboratorios, los envíos de cocaína al exterior, etc.
Ahí hay un cambio muy fuerte de estrategia, en 2007, 2008. Y la producción potencial de cocaína neta de incautaciones, es decir lo que se produce menos lo que se incauta, se contrajo más o menos en un 50%, en cuestión de un año. Ahí es cuando empezó a reaccionar el narcotráfico, a salirse de Colombia, le dijo a BBC Mundo.
Y otra fuerza es que con la crisis internacional y el aumento del precio internacional del oro, muchas personas que estaban dedicadas al cultivo de hoja de coca, y al procesamiento de hoja de coca en pasta y base, se han pasado a otras actividades que temporalmente son más rentables agregó el experto.
De hecho, en ciertas zonas de Colombia, la minería ilegal de oro ya es la principal fuente de financiamiento de la guerrilla de las FARC, que también explota minerales como el coltán y el tungsteno.
Y la evolución del negocio de la coca en Colombia también puede explicarse en parte por la reducción de la demanda de cocaína en Estados Unidos, el principal mercado para la droga colombiana, y el aumento del consumo en Brasil, el principal mercado para la cocaína que se produce en Bolivia y Perú.
En cualquier caso, según Mejía, si la crisis internacional se empieza a resolver y el precio internacional del oro cae, esa es una fuerza que podría llevar a que algunas personas retornen al cultivo de hoja de coca y a la producción de pasta y base de cocaína en Colombia.
Por eso, para el experto, la sostenibilidad de la disminución en la producción de coca en este país suramericano dependerá de su capacidad para atacar al narcotráfico donde de verdad le duele.
Si Colombia sigue apostando por una lucha anti drogas que sea cada vez más eficiente, es decir que se enfoque realmente donde la lucha anti drogas es efectiva, puede que el narcotráfico siga saliendo de Colombia como lo ha venido haciendo. Porque esto no es de este año. El narcotráfico se ha estado saliendo de Colombia en los últimos cinco años, le dijo a BBC Mundo.
Y el mismo informe de Naciones Unidas también ofrece otra clave: La sostenibilidad (de la reducción del área cultivada) dependerá de que las comunidades locales encuentren alternativas lícitas viables, se afirma en el reporte.