Nueva York. El anuncio de las aspiraciones presidenciales de Donald Trump supone el corolario a la biografía de este magnate inmobiliario, encarnación simultánea del sueño y la pesadilla americanos en una vida llena de auges y caídas, trufada de divorcios, libros, vodka y hasta un reality show en televisión.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
“Nunca se puede ser demasiado avaro” es su eslogan y él mismo se ha encargado de definir el día de su adhesión a la carrera presidencial como “un gran día para Estados Unidos”, bajo el hashtag de #MakeAmericaGreatAgain (devuelve la grandeza a Estados Unidos).
Como en la película “Ciudadano Kane” (inspirada, a su vez, en el magnate William Randolph Hearst), Donald Trump nació en una familia de clase media, concretamente el 14 de junio de 1946 en Queens, en Nueva York, para luego convertirse en un megalómano gurú cuyo fan número 1 es él mismo.
Se licenció en 1968 en Economía Financiera por la Universidad de Pensilvania, comenzó como obrero en la empresa de su padre, que heredó a los 28 años el negocio, y le dio el giro para acabar dominando el negocio inmobiliario.
En 1982, además de haber construido la torre con su nombre en Manhattan, ya era dueño de tres casinos en Atlantic City y había abierto su propia aerolínea (Trump Shuttle). Y hoy Forbes cifra su fortuna en 4.100 millones de dólares.
“Es tangible, es sólida, es hermosa. Es artística, desde mi punto de vista. Simplemente amo la inmobiliaria”, escribiría, resumiendo sus bases filosóficas y estéticas.
De ahí salen también las sombras de su imperio: impúdico en su neoliberalismo, su intolerancia, su ostentación y su extravagancia, su éxito lo convenció no solo de que todo es posible, sino de que cada uno labra su propia suerte, por lo que su trayectoria destila pocas concesiones a los débiles.
Ser implacable es la clave de su carisma, como demostró su programa de televisión para convertir a los participantes en empresarios de éxito, “The Apprentice”, triunfó en la NBC, le hizo finalista a dos Emmys y en él eliminaba a los concursantes diciendo: “Estás despedido”.
“Nunca pensé que despedir a 67 personas en la televisión nacional me haría más popular, especialmente entre las generaciones más jóvenes”, aseguró irónico.
Los títulos de sus libros tampoco engañan a nadie: “Así llegué a la cima” (2005), “Queremos que seas rico” (2009) o “Piensa en grande y patea traseros en los negocios y en la vida” (2009) forman parte de una exitosísima saga literaria de autoayuda para aspirantes a millonarios.
En paralelo a sus negocios, Donald Trump ha tenido una gran presencia mediática por su vida sentimental que le ha dado cinco hijos (que siguen sus pasos) y, lo más importante para las portadas de las revistas, tres esposas modelos.
La primera de ellas fue Ivana Trump, que le sacó 25 millones de dólares en efectivo en su divorcio en 1992, y le hizo extremar las precauciones con las otras dos, Marla Maples y Melania Trump.
Su primera crisis, de hecho, coincidió con su primer divorcio, cuando se declaró en bancarrota. En 2004, repitió la operación.
Trump tuvo que reponerse de varias quiebras (que también canalizó en otros libros como “El arte de vender”), pero siempre permaneció infatigable ante el fracaso, como su incólume flequillo.
Y sigue acumulando tareas: maneja la pista de hielo de Central Park en Nueva York, tiene su propia agencia de modelos, su cadena de restaurantes, sus colonias (llamadas, no en vano “Empire” y “Success”) y está detrás del negocio del concurso de Miss Universo.
Algunos de sus proyectos más llamativos fueron los de crear su propio vodka (“T”), un juego de mesa parecido al monopoly, pero con su nombre, y su universidad en internet, Trump University, que acabó cambiando de nombre por una trama judicial de prácticas ilegales y nunca llegó a tener títulos oficiales.
Sus enseñanzas eran claras. “No educar a tus hijos en el dinero es como descuidar su alimentación. Si entran en el mundo sin conocimientos financieros, les costará mucho más conseguir lo que quieren”, escribió ya en “Cómo hacerse rico”, otra de sus obras.
Además, en sus declaraciones no demuestra simpatía hacia los emigrantes, como cuando intentó invalidar a Barack Obama como presidente al asegurar que no había nacido en Hawai sino en Kenia, o al comentar la victoria de “Birdman”, de Alejandro Gronzález Iñárritu en los últimos premios Óscar para la cadena Fox.
“Fue una gran noche para México, como siempre. Este país, ya sabes, todo esto que pasa es ridículo”, dijo, además de incidir en que China “nos está matando”, como dijo hoy.
Ahora, a sus 69 años y sin intención de que le crezcan pelos en la lengua, cumple por fin un sueño, el de aspirar a la Casa Blanca, empeño que no cuajó en 2012.
“Toda mi vida he sido una persona exitosa. Y alguien que solo es modestamente exitoso no puede liderar el partido republicano. Estoy oficialmente concurriendo por la presidencia de Estados Unidos y vamos a hacer este país grande de nuevo”, resumió hoy.
Fuente: EFE