El posible asilo por parte de Ecuador al protagonista del mayor escándalo de filtraciones de datos de inteligencia en años puede asombrar el resto del mundo, que lo ubicaba en China, Islandia o en una prisión estadounidense.
Pero para el país sudamericano Edward Snowden sería un actor más de un proceso histórico que ha tenido en su reparto al presidente Rafael Correa, los dueños de los medios privados ecuatorianos, la Asamblea Nacional, organismos internacionales de defensa de los derechos humanos y hasta Julian Assange, el fundador del portal de filtraciones Wikileaks.
Desde hace cuatro años Ecuador es el escenario de un intenso debate sobre el futuro del periodismo, el carácter de bien público de las noticias y el control sobre la información.
LA NUEVA LEY DE COMUNICACIÓN Este lunes, mientras los noticieros internacionales especulan con el itinerario de viaje del hombre que voló de Hawai a Hong Kong, de Hong Kong a Moscú, y de ahí posiblemente a La Habana y luego a Quito, en el país entra en vigencia la nueva Ley Orgánica de Comunicación.
Esta legislación, que reemplaza la ley anterior promulgada en 1975 por el ex gobernante militar Guillermo Rodríguez Lara, fue aprobada el pasado 14 de junio tras haber estado cuatro años en debate en el parlamento ecuatoriano.
Desde la victoria electoral del 17 de febrero de este año, el partido oficial, Alianza País, cuenta con 100 de los 137 legisladores en la Asamblea, una mayoría que le permite a Correa destrabar todos los proyectos que fueron bloqueados en el pasado.
OPINIONES ENCONTRADAS Para la presidenta del Poder Legislativo, Gabriela Rivadeneira, la nueva ley es una de las herramientas básicas para el cambio sustancial de la historia del país, que golpea los intereses de los grandes medios porque democratiza la palabra.
Pero no todos piensan igual. Al día siguiente de aprobada la ley, el diario local “Hoy” publicó una foto de Rivadeneira festejando con otros legisladores oficialistas el desenlace de la votación. El título de la nota era: El correísmo festeja el fin del periodismo.
Además del debate interno, la ley fue cuestionada por la Sociedad Interamericana de Prensa, el grupo defensor de los derechos humanos Human Right Watch, la Relatoría Especial de las Naciones Unidas para la Promoción y Protección de la Libertad de Expresión y el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Ese mismo departamento podría ver pronto como uno de los hombres más perseguidos por su país aterriza en el Aeropuerto Internacional de Tababela, Quito, con decenas de micrófonos esperando por más declaraciones sobre cómo Washington habría espiado las comunicaciones de miles de personas alrededor del mundo.
¿UN TEMA DE CONCIENCIA O DE LINCHAMIENTO? Los que defienden la Ley Orgánica de la Comunicación en Ecuador destacan su apoyo a la profesionalización de los comunicadores, a la industria nacional, a los medios de comunicación comunitarios y rurales, y a las distintas identidades culturales del país.
Los críticos apuntan a la creación de nuevos organismos –como la Superintendencia de Información y Comunicación- que, temen, puedan permitir el control de la libertad de expresión por parte del gobierno nacional.
Pero nada de esto será de la incumbencia de Snowden en caso de llegar a Ecuador, aunque el artículo 39 de dicha ley, la cláusula de conciencia, podría atraer la atención del analista, que dejó su trabajo en Hawai como contratista de defensa con la compañía Booz Allen Hamilton para poner al mundo de los servicios de inteligencia patas para arriba.
Esta cláusula se podrá aplicar cuando los comunicadores sean obligados a realizar una orden de trabajo o desarrollar contenidos, programas y mensajes contrarios al Código de Ética del medio de comunicación o a los principios éticos de la comunicación.
La respuesta de Snowden cuando fue interrogado en Hong Kong sobre el porqué de su accionar parece apelar a esa cláusula: No quiero vivir en una sociedad que haga ese tipo de cosas (espiar). No quiero vivir en un mundo donde todo lo que hago y digo es grabado.
Pero los críticos a la nueva ley también pueden decir que el mismo Snowden sería víctima de una nueva figura impuesta por la legislación en el artículo 26, la del linchamiento mediático, que prohíbe la difusión de información que sea producida (…) de forma concertada y publicada reiterativamente a través de uno o más medios de comunicación con el propósito de desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública.
La Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA por sus siglas en inglés), cuya credibilidad se ha visto seriamente afectada en cada uno de los artículos aparecidos en los diarios “The Guardian” y “Washington Post” que tomaron a Snowden como fuente, no podría estar más de acuerdo.
GUERRA DE INFORMACIÓN GLOBAL El sábado 15 de junio, un día después de aprobada la Ley de Comunicación en Ecuador, el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño viajó a Londres para negociar con su par británico, William Hague, un salvoconducto para que Julian Assange pueda abandonar la embajada ecuatoriana y viajar finalmente a Quito.
Aunque el gobierno británico ratificó su intención de extraditar a Assange a Suecia, donde lo solicitan para interrogarlo en torno a unos supuestos delitos sexuales, Patiño aprovechó el viaje para reunirse con el periodista australiano y reafirmar el apoyo ecuatoriano al fundador de Wikileaks, quien el 19 de junio cumplió un año en la sede diplomática ecuatoriana esperando por asilo.
ASSANGE, CONFERENCISTA EN ECUADOR El 20 de junio, un día después de su primer aniversario en la embajada, Assange cerró por videoconferencia la Primera Cumbre de Periodismo Responsable (CUPRE 2013) que tuvo lugar en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.
La cumbre, inaugurada por Rafael Correa con fuertes críticas a los medios privados, reunió a expertos en Comunicación de América Latina y Europa que debatieron sobre la Ley de Comunicación ecuatoriana, el futuro del periodismo y el manejo de la información.
El fundador de Wikileaks dijo en su conferencia que en el planeta hay un nuevo estado de comunicación trasnacional que está propiciando una guerra de la información global. En este escenario planetario Ecuador parece haber asumido un rol inaudito para los que viven en el resto del mundo pero cada vez más normal para los que viven aquí. Por eso, en Quito la mesa está servida para Edward Snowden. Si se apura, llegará para el postre.