La última vez que se formó El Niño fue en 2016 y sus efectos se dejaron sentir el todo el mundo.
Este fenómeno climatológico contribuyó al aumento récord de las temperaturas globales, a la pérdida de bosques tropicales, al blanqueamiento de corales, a la generación de incendios forestales y al deshielo polar.
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Ahora los científicos creen que volverá a ocurrir y por eso están alertando sobre la posibilidad de que en los próximos meses se forme un Niño potente en un contexto en el que, además, está ocurriendo un calentamiento “brusco e inesperado” de los océanos, lo que en conjunto podría llevar la temperatura global de récord entre 2023 y 2024.
Pero ¿qué sabemos de este fenómeno y por qué preocupa?
El Niño es un fenómeno climatológico natural -no causado por el hombre- del que se tienen referencias, al menos, desde finales del siglo XIX.
“El Niño es básicamente un cambio en la fuerza y dirección de los vientos alisios que soplan de este a oeste en el océano Pacífico, que hace que el agua cálida que se encuentra en la parte occidental del océano Pacífico se mueva hacia la región central y este del Pacífico”, le explica Ángel Adames Corraliza, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Wisconsin, a BBC Mundo.
No se trata de un cambio inocuo.
Adames, el experto señala que el movimiento de esas aguas cálidas propicia un aumento significativo de las temperaturas oceánicas del centro y el este del Pacífico.
“Las temperaturas oceánicas altas son más conducentes a aguaceros fuertes y a inundaciones. Y eso tiene consecuencias en el ciclo hidrológico de la costa oeste de América del sur, especialmente en Perú y en Ecuador. Incluso hay unos efectos directos en la circulación atmosférica que causan cambios en las condiciones del tiempo y en el clima en general tanto en Norteamérica como en Sudamérica y en otras partes del mundo también”, señala.
Adames asegura que esto genera preocupación, en especial, porque un El Niño potente -como el que se está pronosticando para este año- suele estar asociado a eventos meteorológicos extremos.
“Estamos hablando de la posibilidad de ver eventos meteorológicos extremos que no tienden a ocurrir comúnmente, porque El Niño básicamente cambia el clima. Así que vemos cosas que no son usuales en la diferentes regiones. Esa es una razón para preocuparse”, señala.
Este fenómeno meteorológico hace, por ejemplo, que en regiones usualmente muy lluviosas como el norte de Australia ocurran sequías y fuegos; mientras que en lugares como la costa oeste de Sudamérica, cuyo clima es seco y que es conocida por sus desiertos, se produzcan fuertes lluvias.
“El primer impacto que se ve es el calentamiento fuera de las costas del Perú. Este año, si no se rompió el récord está casi por hacerlo. Está extremadamente cálido y hemos visto unos aguaceros con una intensidad y fortaleza que no se ven comúnmente, excepto cuando tienes esas temperaturas bien altas, causando tremendas inundaciones, deslizamientos y pérdidas de vidas y de recursos materiales”, afirma Adames.
El experto explica que el desarrollo de El Niño, en especial si sigue aumentando la temperatura oceánica, suele llevar a una temporada de huracanes más activa en el Pacífico oriental y central.
“Durante los años de El Niño hay mayor riesgo de huracanes para la costa oeste de México y para Hawái. Frecuentemente vemos huracanes o tifones que atraviesan el océano y ocurren huracanes más intensos en la región más al sur del océano Pacífico occidental. En contraste, la actividad de huracanes en el océano Atlántico disminuye”, señala.
Adames indica que, aunque todavía es algo que se está estudiando, hay indicios de que El Niño tiende a causar sequías en el Caribe durante el verano boreal, afectando lugares como Cuba, República Dominicana y Puerto Rico.
En ocasiones, esta sequía puede extenderse a América Central -de Panamá hasta Honduras, en especial-, así como causar ondas de calor en la región amazónica.
“En general, los impactos tienden a ser más de calor y sequía para Latinoamérica, pero los efectos más grandes tienen a ocurrir en la ladera occidental de los Andes y las montañas que predominan en América Latina. Así que estamos hablando de Lima y de todas las ciudades grandes que hay en esa región costera del lado del Pacífico de Suramérica que tienden a recibir impactos bien grandes en términos de aguaceros y calor”, apunta Adames.
Refuerzo del calentamiento global
Aunque El Niño tiene un origen natural no relacionado con el calentamiento global causado por las actividades humanas, sí puede contribuir al aumento de las temperaturas en el planeta.
Este fenómeno climatológico se caracteriza por una liberación de calor del océano Pacífico hacia la atmósfera, a través de la cual se distribuye.
“Los años cuando ocurre El Niño tienden a ser más calientes de lo normal, así que si este año tenemos un Niño que posiblemente sea récord, o sea extremadamente fuerte, estamos hablando de un calentamiento de la atmósfera significativo que se va a estar sumando al calentamiento global causado por el ser humano”, advierte Adames.
“La segunda mitad de este año -y más probablemente el año que viene- será un periodo extremadamente caluroso y con muchas olas de calor porque estamos hablando de un calentamiento por El Niño además del calentamiento causado por el ser humano. Así que posiblemente el 2024 o el final de este año, será uno de los más cálidos que hemos experimentado desde que se tienen registro”, agregó.
El Servicio Meteorológico de Estados Unidos (NWS, por sus siglas en inglés) emitió un aviso de alerta por El Niño, en virtud de que hay indicios tempranos que hacen probable que se desarrolle en los próximos meses.
De acuerdo con el NWS, hay un 62% de probabilidades de que este fenómeno se desarrolle entre mayo y julio de este año. También estimaron en 40% las probabilidades de que sea un El Niño “fuerte”.
Ángel Adames afirma que abril es un momento muy difícil para anticipar la aparición de este fenómeno, pero señaló que hay varias señales que hacen pensar que sí ocurrirá.
En primer lugar, apunta a las altas temperaturas que se han registrado fuera de la costa de Perú.
Explica que hay una serie de boyas colocadas en la región ecuatorial del Pacífico para medir la temperatura oceánica no solamente en la superficie, sino también en la profundidad, y en estos momentos todas están indicando un calentamiento que se estaría registrando desde la costa de Perú hasta casi llegar a la costa de Nueva Guinea. “Así que estamos hablando de un calentamiento mayor”, destaca.
Un segundo indicador sería un cambio que se produjo hace algunas semanas en la dirección de vientos alisios a vientos del oeste. “Usualmente cuando los vientos cambian de dirección, eso acelera el desplazamiento de aguas calientes hacia la región este del Pacífico y eso es un indicativo bastante fuerte de que se está desarrollando El Niño”, apunta.
El último indicador son los modelos de predicción climatológica. “En estos momentos, la gran mayoría de ellos están indicando que vamos hacia un El Niño fuerte”, agrega.
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