La gira que emprendería el presidente Donald Trump por Europa, que incluía un encuentro con su homólogo ruso Vladimir Putin, había suscitado muchos temores en la Unión Europea y en su propio país, pero nadie imaginó la dimensión de los daños que iría dejando a su paso el multimillonario mandatario de la primera potencia del mundo.
En Bruselas, Trump convirtió a sus aliados de la UE y de la OTAN en enemigos y no se cansó de repetirlo. Y a su paso por Londres alentó un Brexit duro y hasta se permitió ‘aconsejarle’ a la primera ministra Theresa May que entablara un juicio contra la UE.
Como un gato que acecha a su presa, Putin se relamía antes del encuentro con su homólogo en Helsinki. Por lo pronto, Trump -que percibe la política extranjera como un show de televisión- ya había cumplido con los más fervientes deseos del presidente ruso: aislar a Washington de sus aliados, debilitar la unidad transatlántica para recuperar progresivamente el antiguo poderío de Rusia y colocarse de igual a igual con EE.UU, como en los viejos tiempos de la Guerra Fría.
Trump, que se jacta incansablemente de su fuerza y de la defensa férrea de los intereses estadounidenses, se rindió como un ratón ante Putin: desautorizó a sus propios servicios de inteligencia, a los republicanos del Congreso, a su secretario de Estado -Mike Pompeo- y a la justicia de su país, que han encontrado evidencias de la injerencia rusa en las elecciones del 2016, aduciendo que su homólogo ruso le aseguró que eso no era verdad. ¡Hasta sus más ardientes defensores lo han acusado, si no de torpeza, de traición!
Rusia no es un aliado, ni de Europa, ni de Estados Unidos. Invadió Ucrania y se anexionó la península de Crimea, por lo que enfrenta sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, del cual es miembro Washington. En Siria se alió con el dictador Bashar al Assad, contra EE.UU. y los europeos.
Y así, con la despreocupación que lo caracteriza, Trump destruye a su paso viejas alianzas. Putin lo alaba y lo premia con una pelota del Mundial, mientras que tranquilito, entre bambalinas, el presidente chino Xi Jingping, va elaborando su estrategia para los años a venir.