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Durante siete años Vance Abeyta y su esposa llevaron flores y juguetes a la tumba de su pequeño hijo fallecido en Denver, Estados Unidos. Sin embargo, la pareja descubrió recientemente que los restos que yacían en el lugar no eran del pequeño al que perdieron durante el parto.
¿Cómo se dieron cuenta de semejante error? Sucede que Abeyta se encontraba realizando las gestiones para grabar en la lápida el nombre de su hijo. Él y su esposa estaban esperando a que se cumpla el plazo de 90 días en el que la Arquidiócesis Católica de Denver les había dado para que pudieran ver la inscripción terminada.
Sobrepasado el plazo, Abeyta fue al cementerio y no encontró el grabado en la tumba de su hijo. Fue entonces cuando el hombre se comunicó con la Arquidiócesis y le dijeron que la lápida sí había sido grabada. El único problema era que la tumba de su pequeño se encontraba en un lugar diferente al que le habían asignado a Abeyta hace siete años.
“Mi hijo ni siquiera está enterrado donde pensé que había estado los últimos siete años. He visitado la tumba equivocada por siete años”, dijo el asombrado padre.
Para tratar de subsanar el problema, la Arquidiócesis Católica de Denver se ha disculpado con Abeyta y le ha ofrecido grabar en la verdadera lápida de su hijo un par de alas de ángel, la misma imagen que el hombre tiene tatuada en su brazo en honor a su pequeño.
“Queremos hacer lo mejor que podamos para rectificar el error y honrar el nombre del pequeño”, dijo el director ejecutivo de la Arquidócesis, Scott Drzewiecki.
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(Foto: Twitter @RcHaarer)