Rebeldes islamistas vinculados con Al Qaeda lanzaron el lunes una contraofensiva después de tres días de bombardeos por parte de cazas franceses sobre sus bastiones en el desértico norte de Mali, prometiendo arrastrar a Francia a una guerra larga y brutal.
París intensificó sus bombardeos el domingo con sus ultramodernos cazas Rafale y helicópteros de ataque Gazelle, hostigando los campos de entrenamiento situados en el corazón de la enorme área capturada por los rebeldes en abril, mientras cientos de sus soldados llegaban a la capital, Bamako.
Francia está decidida a acabar con el control islamista en el norte de Mali, que muchos temen pueda servir como plataforma de lanzamiento para atentados en Occidente y como base para la coordinación con Al Qaeda en Yemen, Somalia y el norte de África.
El lunes, los islamistas lanzaron un contraataque sobre las fuerzas gubernamentales en un lugar lejano al suroeste en el que han tenido lugar los últimos combates y tomaron la localidad de Diabaly, en el centro del país, según el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian.
Un portavoz del grupo islamista Mujwa, una de las principales facciones en la alianza rebelde, prometió que los ciudadanos franceses responderán por los ataques aéreos del domingo sobre su bastión de Gao. Decenas de combatientes islámicos murieron cuando un cohete alcanzó un depósito de combustible y un edificio que usaban como su cuartel general.
Si son hombres deberían atacar por tierra. Les daremos la bienvenida con armas abiertas, dijo en la emisora Europe 1 Oumar Ould Hamaha. Francia ha abierto las puertas del infierno para todos los franceses. Ha caído en una trampa que es mucho más peligrosa que Irak, Afganistán o Somalia, agregó.