El kurdo es uno de los pueblos más grandes del mundo que no cuenta con un Estado propio. El grupo étnico, de alrededor de 25 millones de personas, se encuentra distribuido en cuatro países: Turquía, Iraq, Irán y Siria. Además, hay pequeños grupos en Armenia y Azerbaiyán.
En Turquía, los kurdos, no reconocidos como minoría y llamados turcos de las montañas, han luchado al igual que en Iraq e Irán por su autonomía desde 1925. Estas ansias independentistas, traducidas cada tanto en revueltas, fueron reprimidas con violencia.
Para este pueblo, nombrado por primera vez hace 4.000 años en los escritos sumerios e incluido en el siglo XIV en el Imperio Otomano, el Estado propio pareció probable por primera vez en 1918, a fines de la Primera Guerra Mundial. En el acuerdo de paz de Sevres, las fuerzas vencedoras aseguraron a los kurdos por primera vez un Estado propio.
Sin embargo, el movimiento nacional turco, liderado por Mustafa Kemal Ataturk, obstaculizó el surgimiento de un Estado kurdo. En 1923, se volvió a tratar en Lausana sobre este acuerdo. Nació Turquía con sus fronteras actuales, el territorio kurdo fue integrado.
Actualmente viven en Turquía entre cinco y 15 millones de personas de ascendencia kurda. Gran parte de ellas vive en el sudeste del país, donde en algunas provincias representan la mayoría de la población.
Al escapar del campo, muchos kurdos se dirigieron a grandes ciudades como Estambul y Ankara. No pocos lograron alcanzar puestos influyentes en la economía y la política.
La lucha por la independencia o la autonomía fue liderada en Turquía sobre todo por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, marxista) fundado en 1978, bajo Abdulá Ocalan, cuya condena a muerte fue conmutada por cadena perpetua.
Los kurdos que viven en el norte de Iraq gozan de una mayor autonomía tras la caída del régimen de Sadam Hussein.