CARLOS FERNÁNDEZ Corresponsal en Puno
Al llegar al centro poblado Oriental, jurisdicción del distrito de Cuyo Cuyo, en la provincia de Sandia, se observa la unión de los ríos Tisicho y Grande. Este último forma la cabecera del río Ramis, que finalmente desemboca en el lago Titicaca, luego de un recorrido de 300 kilómetros.
En temporadas de estiaje, el Tisicho es casi un río seco y no alcanza para la actividad minera ilegal que se da en esta zona. Ante este problema, los ilegales compran el agua succionada mediante motobombas del río Grande, en una zona próxima a Oriental. Esta venta no es permitida por la Autoridad Local del Agua (ALA).
“Hago cinco viajes nomás al día”, explica uno de los conductores de un camión-cisterna, quien oculta su rostro bajo un pasamontaña, y niega que sea dueño del vehículo. No explica más y no muestra documento alguno al administrador de ALA, Jaime Quispe, quien lo intervino cuando succionaba el agua y llenaba su tanque. “En circunstancias como esta, nada podemos hacer si no estamos acompañados por algún representante del Ministerio Público no podemos incautar las motobombas o el vehículo que usan con impunidad”, refiere el administrador local del agua.
Algo similar ocurre en Pampa Blanca, otra zona minera situada al norte de Ananea, distrito de la provincia de San Antonio de Putina. Allí extraen el agua con motobombas de la laguna Sillacunca para la minería ilegal. Es en estas dos zonas –Oriental y Pampa Blanca– desde donde parte la contaminación por la actividad minera que afecta el ecosistema de la cuenca del Ramis y parte del lago Titicaca.
Sin embargo, la minería ilegal no es la única fuente de contaminación en las aguas que fluyen hacia el Titicaca por los ríos. Juliaca, la ciudad más poblada de Puno, tiene colapsado su sistema de tratamiento de aguas residuales. Además, las lagunas de oxidación son el botadero de basura de los camiones recolectores del municipio.
El coordinador nacional de Vigilancia de la Calidad del Agua de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), Juan Ocola, considera que la situación es gravísima. “Es espeluznante lo que tenemos en Juliaca, cuando llueve es seguro que el agua contaminada se filtra hacia el río Coata, que termina en el lago Titicaca. También hemos visto que el Torocoha, otro río que pasa por Juliaca, es usado como desagüe y sus aguas discurren hacia el Coata y nadie dice ni hace nada”, manifestó.
MONITOREO EN LA CUENCA La Autoridad Nacional del Agua, desde el 21 de este mes, ejecuta un estudio integral de la calidad del recurso hídrico en toda la cuenca del Titicaca.
La meta es elaborar un diagnóstico con el fin de proponer estrategias para su recuperación y protección. Todos los días se están tomando muestras en diferentes puntos de los principales ríos afluentes al lago y en el mismo Titicaca. Se han identificado 128 lugares donde se están tomando esas muestras hasta el 3 de noviembre. Los resultados serán conocidos en febrero del próximo año.