Río de Janeiro (EFE). El comienzo de la fase de los octavos de final del Mundial y el del noveno mes del calendario musulmán coinciden este sábado y un serio dilema queda planteado para muchos jugadores de las selecciones de Alemania, Bélgica, Francia, Suiza y Nigeria, que han superado la fase de grupos.
El mes sagrado del Ramadán, que este año irá hasta el 28 de julio, quince días después del final del Mundial, impone un estricto ayuno durante el día, a modo de purificación, en el que hombres y mujeres deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales.
En cambio, pueden comer antes del amanecer y luego del atardecer.
Los partidos del Mundial de Brasil se juegan entre las 11 a.m. y 3 p.m. en un ambiente de temperatura y humedad elevadas.
El dilema sobre ayunar o no en cumplimiento de la orden del noveno mes sagrado curiosamente quedó despejado para las selecciones de Irán, Bosnia-Herzegovina y algunos jugadores de Costa de Marfil y Camerún, que no clasificaron.
Pero Argelia, que este lunes se enfrentará a Alemania por octavos de final, ha debido preparar ya un plan B para evitar el principal riesgo ante la elevada exigencia de competir en Brasil: la deshidratación.
El Islam establece que sus fieles deben rezar durante el mes del ramadán cinco veces al día, otra razón para pensar que los jugadores musulmanes que aún quedarán en acción en el Mundial, se arriesgan a perder masa muscular y bajar su rendimiento futbolístico.
Este panorama no parece preocupar al seleccionador de Francia, Didier Deschamps, quien ha preferido resaltar su respeto profundo por las diversas creencias religiosas y dejar la palabra final a sus jugadores.
“No estoy muy preocupado porque no es un problema que surja ahora y cada uno se adaptará a la situación”, declaró tras sellar su pase a los octavos de final donde enfrentará a Nigeria, otro país con elevado número de musulmanes, como el delantero Karim Benzema, de ascendencia argelina, y el centrocampista Moussa Sissoko, de origen maliense.
CRÍTICOS Y CRITICADOSProblemas ya se ganaron en el pasado, y grandes, el entrenador portugués Jose Mourinho, y el directivo deportivo italiano Claudio Lotito.
Mourinho, en sus tiempos de entrenador del Inter, a finales del 2009 que se sentía defraudado por el deficitario rendimiento del centrocampista ghanés Sulley Muntari y lo atribuyó al hecho de que tuviera que pasarse casi un mes en ayuno por el ramadán.
La fecha del comienzo de este mes sagrado varía cada año, debido a que el calendario musulmán está basado en el calendario lunar y se rige por los movimientos del satélite de la Tierra.
Las declaraciones de Mourinho desataron ira en el mundo islámico e incluso llegó a denunciar amenazas.
“Nunca compré y jamás compraré jugadores que tengan este tipo de problema”, declaró por entonces el presidente del Lazio, Claudio Lotito para quien “un mes entero sin poder comer ni beber durante más de 10 horas diarias no concilia muy bien con los partidos del domingo”.
Para el jefe médico de la FIFA, Jiri Dvorak, los jugadores que cumplirán con el ayuno no deberían sufrir deterioro alguno en su condición física.
“Hemos hechos estudios exhaustivos de jugadores durante el ramadán, y la conclusión fue que si se respeta de manera apropiada, no habrá reducción en los rendimientos físicos de los jugadores”, declaró Dvorak.
CASO DE OZILNo parece pensar así el alemán de origen turco Mesut Ozil, para quien el consumo de agua y alimento es necesario para mantener su condición física en general y no sólo los días de partido.
“El ramadán comienza el sábado pero no podré hacerlo porque tengo que trabajar”, afirmó el miércoles.
El Islam también abre excepciones para el ayuno, como el de mujeres embarazadas, niños, adultos con problemas mentales, enfermos y personas que deben viajan por aquel mes a gran distancia.
Este último argumento es quizá el que disculpará a Ozil mientras Alemania permanezca en el Mundial, pero le obliga a cumplir el ayuno después de finalizar el ramadán.
Para los musulmanes, el ramadán no es simplemente abstenerse de comer y beber, sino también un tiempo para extender su devoción a través de actos de caridad y donación.
Esto puede explicar la actitud del ghanés Muntari, jugador del Milán, a quien ya se le vio por las calles de la ciudad brasileña de Maceió firmando autógrafos y repartiendo dinero a los lugareños.