¿Cuándo deja un multimillonario de querer hacer más dinero? ¿Son tan diferentes los súper ricos del resto de los mortales? ¿Qué o quién los hace querer más? y ¿Qué repercuciones tiene el hecho de que nunca están satisfechos con lo que tienen?Seguir a @Mundo_ECpe!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
La BBC conversó con millonarios, con los que manejan sus millones y con analistas económicos para saber si en realidad los ricos son diferentes al resto de personas.
Ciertamente hay factores que entran en juego como el ego, la ambición, la obsesión, el poder, la influencia y, definitivamente, mucha competencia.
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EMPEZAR DE POBRE
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“Ser rico me permite viajar donde quiera, comprar el auto que quiera”, dice Ramjit Ray, de Calcuta.
Algo que varios multimillonarios tienen en común es que no empezaron así.
El padre del empresario británico John Cordwell murió cuando él tenía 14 años y recuerda los esfuerzos que hizo su madre para mantener la familia y sus hijos en la escuela.
“Supe entonces que nunca quería ser así, con mi familia traumatizada por la falta de dinero. Sabía que quería dinero”, expresa Cordwell, que desarrolló una cadena de tiendas de teléfonos móviles y luego vendió el negocio en US$4.250 millones.
Ramjit Ray, original de Calcuta, tampoco vino de una familia con dinero y sus padres se oponían a que se metiera en negocios.
Sin embargo, por su espíritu rebelde, eso fue precisamente lo que hizo, logrando establecer un negocio en tres años tras empezar de cero.
“Automáticamente, cuando se tiene éxito, la gente aprueba de lo que haces y eso hicieron mis padres”, dice Ray.
Pero, ¿qué hace que estas personas como Cordwell y Ray quieran más? ¿Cuando se alcanza a tener suficiente dinero?
Para Cordwell fue suficiente cuanto alcanzó sus primeros mil millones.
“Cuando se empieza a generar dinero, tiene que ver con la supervivencia personal”, señala. “¿Vas a quebrar o vas a sobrevivir. Vas a mantener tu casa o vas a perderla. Qué pasa con la salud. Vas a poder ayudar a tu familia a mantener su salud? Es sobre seguridad personal”.
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CICLO SIN FIN
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Después de eso viene el crecimiento y con éste una constante e incansable lucha para perpetuarlo.
“Si se tiene un negocio hay que trabajar hasta el final para hacerlo mejor y una de las motivaciones para hacerlo mejor es ganar más dinero. Si no te esfuerzas para lograr el éxito total, morirás”.
A Ramjit Ray, por su parte, le satisface poder tener las cosas que quiere, viajar donde quiera, comprar el auto que quiera.
“El dinero es importante para mí porque me ayuda a continuar con mi negocio, crecer, eso es importante”, dice. “Lo principal es el desafío, eso me gusta y me sirve para seguir adelante estimulo”.
Cómo se siente un multimillonario al hacer más dinero es parte de su motivación, explica a la BBC Helen Green, directora de un banco privado en Londres que asesora familias adinaradas en el mundo.
“La riqueza que generan es generalmente el producto de su personalidad acometedora”, asegura Green.
“No creo que se la pasan buscando ser cada vez más ricos. La ambición inicial es generar unos 5 o 10 millones, inclusive menos. El ímpetu viene algunas veces de la pasión y están tan concentrados en el negocio y su éxito, por temor al fracaso, que algunas veces ni se dan cuenta de la cantidad de dinero que hacen”.
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COMPETENCIA DARWINIANA
El origen de esa pasión, ese ímpetu se puede encontrar en el historial de la humanidad y mejor expresado por Charles Darwin en su teoría de la evolución y la superviviencia del más fuerte, según Robert Franks, profesor de Economía de la Universidad de Cornell, Estados Unidos.
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John Kafner divide a la nueva clase súper rica en cuatro grupos: los oligarcas, los jeques, los banqueros y los “geeks” de internet como Marck Zuckerber (der.), de Facebook.
“Uno de los principios del esquema darwiniano es que toda competencia es muy local. No importa si eres el animal más inteligente, el más fuerte, el más rápido; lo que cuenta es qué tan bueno eres en esas categorías contra quienes compites directamente”.
De acuerdo a Frank, cada quien compite en su categoría: los multimillonarios no compiten contra millonarios sino contra multimillonarios y los que sobresalen de cada grupo son los que pasan a la siguiente etapa.
Frank destaca que, durante nuestro período evolutivo hubo mucha hambruna y quiénes recibían la comida era los de alto rango, no los de abajo. “Cuidar de mantener nuestro rango siempre ha sido una característica de adaptación de nuestra psicología”.
Entonces primero está el querer hacer el dinero y mantenerlo para sobrevivir, luego hacer más para poder comprar cosas lujosas, atraer el poder y ejercer influencia y, finalmente, mantener ese estatus y desarrollarlo más allá.
Pero a los muy muy ricos les queda una tarea por hacer:
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LEGADO FUTURO
Una vez se llega a la cima se trata de cimentar la influencia en vida y, tras eso llega el deseo crear algo que haga perdurar el nombre del súperrico.
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Warren Buffet (izq.) y Bill Gates, dos de los hombres más ricos del mundo, se han comprometido a donar gran parte de su riqueza a obras de beneficencia.
John Kafner, autor del libro “Los ricos: de sus esclavos hasta sus yates”, pone como ejemplo al mercader de la Italia renacentista Cosmo de Medici.
“Aunque, en comparación, Cosmo de Medici haría ver a los banqueros de hoy en día como santos, cuando uno piensa en los Medici piensa en una colección de arte espectacular, catedrales y palacios”.
Hoy en día hay una clase se súperricos globales que John Kafner los divide en 4 grupos: los oligarcas, los jeques, los “geeks” de internet y los banqueros. Y todos tienen características similares.
“Se asocian entre ellos, hablan entre ellos, guardan su propia compañía y se tienen como punto de referencia”.
Kafner dice que están poseídos por la idea de que su extraordinario éxito tiene que ser producto de algo brillante en ellos.
“Con ese punto de vista, una vez se hace el dinero, la mitad de la tarea está hecha. Luego tienes que dedicarte a tu legado. Y es cómo gastas ese dinero lo se vuelve muy interesante”.
Cuando John Cordwell vendió su cadena de teléfonoso móviles se puso a pensar qué hacer con su fortuna a largo plazo y decidió que la donaría una gran porción a caridades, tras su muerte.
“El día que decidí eso fue cuando quise hacer más dinero, porque me gustaría más dejar miles de millones en lugar de cientos de millones”.
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“MI YATE ES MÁS GRANDE QUE EL TUYO”
Cordwell confiesa ser tan competitivo con su filantropía que con su labor empresarial y el despliegue personal que hace con su dinero.
Ese es un problema que se le presenta a los muy ricos: la inflación, pero no en el sentido común y corriente sino en el sentido de escalamiento de opulencia: una casa más grande, un yate más largo, una fiesta más espectacular.
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Cósimo de Medici, uno de los originales súper ricos, haría ver a los banqueros de hoy como santos.
“En el círculo de multimillonarios las fiestas de aniversario se vuelven cada vez más grandes, no porque sean malvados, sino porque quieren que sea una ocasión especial y, en su círculo, eso significa gastar 2 o 3 millones de dólares en la fiesta. Y la próxima vez va a costar 4”, comenta John Kafner.
Según el autor, eso afecta a todos los grupos económicos que están por debajo porque los nuevos estándares que establecen caen como una casacada, hasta el punto en que una familia de ingresos modestos no puede celebrar el cumpleaños de sus hijos sin contratar a un payaso para que la celebración no decepcione.
Kafner hace una comparación con lo que pasa cuando naciones compiten con sus presupuestos militares. Empiezan a acumular arsenales de defensa y los rivales también lo hacen y eso empieza a crecer cada vez más, pero nadie en realidad logra más seguridad. Entre tanto los países tienen menos para invertir en educación, infraestructura, etc.
“Los ricos, con sus autos de casi un millón de dólares, conducen sobre carreteras llenas de huecos. Podrían estar conduciendo autos muy buenos que no cuestan tanto en carreteras suaves y mejor mantenidas, pero eso no sucede”.
A pesar de esto, la banquera Helen Green considera que los súperricos son sensatos y cuerdos. “Al fin y al cabo es la competencia lo que los mueve”, reitera.
Eso y algo más: “Tienen la tendencia a ser compulsivos, obsesivos e impacientes. Pero, tal vez, esas son las mismas características del hambre que sienten y ese es el combustible que los impulsa”, concluye Green.