Berlín (DPA). Diálogo o callejón sin salida: son las dos alternativas que ve en Venezuela la ex comisaria de Exteriores europea y presidenta de la Fundación Unión Europea-América Latina, Benita Ferrero-Waldner, según la cual Europa podría ofrecer incluso mediadores para destrabar el conflicto.
Hablando un español fluido, la presidenta de la fundación que agrupa a los 28 miembros de la UE y los 33 Estados de América Latina y el Caribe tocó todos los puntos de actualidad entre ambos bloques: el diálogo con Cuba, la negociación de la deuda argentina o la lacra del narcotráfico.
¿Cómo ve la situación actual en Venezuela?La situación es muy preocupante. No puedo hacer otra cosa que contribuir pidiendo diálogo. Facilitemos un diálogo entre todas las agrupaciones sociales y políticas para que haya un cierto compromiso entre unos y otros, siempre sobre la base del respeto. Es complicado, porque hace falta respetar la dignidad del otro y la opinión diferente. Pero es la única forma. Si no, el país no tendrá un futuro próximo. Estamos realmente muy preocupados.
El gobierno de Maduro asegura que sufre un intento de golpe de Estado. ¿Qué piensa Europa de esa denuncia?Eso nosotros no lo sabemos. Pensamos que la solución debe venir desde dentro de Venezuela. Pero nosotros podemos facilitar gente que podría ayudar, mediadores. Tendemos la mano y decimos: también nosotros hemos tenido problemas en cada país.
Europa acaba de dar el primer paso para abrir el diálogo con Cuba. Los opositores cubanos lo ven con escepticismo y pidieron que la UE condicione el diálogo a “la liberación de todos los presos políticos”. ¿Cómo reaccionará Europa a ese pedido?Cuando era comisaria europea y también ahora pensé siempre que un “engagement” (implicación) era mejor que no hacer nada. Estoy a favor de hacer algo con Cuba, siempre exigiendo y pidiendo a cambio. Entiendo que los disidentes muestren su preocupación. Pero para empezar a abrir un país tienes que establecer contactos. Ésta es la oferta de la UE. Sobre la condición de liberar presos, yo ya no soy comisaria, pero puedo decir que creo que no se planteará. La oferta está ahí tal cual.
Argentina entró en una fase decisiva en la negociación de su deuda con los acreedores del llamado “Club de París”. ¿Cómo se resolverá el proceso?Lo importante es que esto funcione. Es muy importante que Argentina se ocupe de esta cuestión de la deuda y que haya empezado a buscar soluciones. Hubo un momento en que no se sabía exactamente a dónde iba Argentina. Nosotros tenemos todo el interés en que se estabilice más la moneda, la economía y que también se reduzca la deuda.
¿Observa la negociación con el Club de París como parte de un cambio de actitud más amplio en el gobierno argentino?Parece que hay más apertura, también hacia el mercado. Esto lo vemos con ojos muy positivos.
El narcotráfico es uno de los principales problemas de América Latina, pero buena parte de la droga que se produce allí se consume en Europa. ¿Cómo asume la UE esa parte de responsabilidad?Europa hace muchísimo. Da consejos, muestra cómo ha hecho sus políticas. No es sólo dinero, dinero, dinero. Es cambiar la política de cada Estado, cooperar y trabajar con los países. Desde hace años se utiliza el término “corresponsabilidad” entre América Latina y otros países, comenzando por Estados Unidos y Europa. Cuando era ministra y luego comisaria europea toqué este asunto. Desgraciadamente, no mejoramos mucho la situación en América Latina, en parte porque se habla solo de la represión. Yo estoy a favor de una solución muy amplia: no solo represión, sino también prevención, salud...
Por otra parte, yo por lo menos veo con gran interés la posibilidad de liberalizar alguna droga como la marihuana (como se hizo en Uruguay). Hay que ver si esto ayuda o no para quitar el dinero ilegal a los jefes de la mafia y los narcotraficantes. Es un problema complejísimo y tenemos que ver todos estos factores. Hay que explorar las cosas. Luego hace falta una policía más fuerte. Naturalmente, para eso el Estado tiene que tener más impuestos. En Europa para nosotros es normal pagar un 30 o un 40 por ciento (de los ingresos), porque queremos que el Estado también funcione. Y una policía tiene que funcionar. Si la policía no recibe nada, es más fácil que después alguien la seduzca y la corrompa.