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Hong Kong, EFE
Más de 130 empresas chinas participan del aumento del comercio, fabricación y exportación de instrumentos de tortura a países de África y Asia, según una investigación de Amnistía Internacional (AI) y la Fundación de Investigación Omega divulgada hoy.
El informe “Comercio de instrumentos de tortura y represión de China”, publicado por ambas organizaciones, señala que el número de empresas que se dedican a la fabricación de estos productos se ha multiplicado por cuatro en China en los últimos diez años.
AI denuncia que algunos de estos objetos, como porras eléctricas paralizantes, sillas rígidas de sujeción, pinzas eléctricas o porras de metal reforzadas con pinchos, que están diseñados específicamente como instrumentos de tortura, son exportados a países de África y Asia donde su empleo supone una violación de los derechos humanos de las víctimas, según afirma el estudio.
El informe recoge que algunos de estos objetos, como las porras con púas de metal, han sido utilizadas por la policía de Camboya y se han exportado a las fuerzas de seguridad en Nepal, Tailandia, Ghana, Senegal, Egipto y Madagascar.
Otros productos que pueden tener un uso legítimo por parte de las fuerzas de seguridad, como el gas lacrimógeno, proyectiles de plástico o vehículos antidisturbios, se están exportando desde China a países donde existe un riesgo sustancial de que puedan cometerse con ellos violaciones de los derechos humanos por parte de los responsables legales que los reciben.
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Foto: AP
“No hay excusa alguna para permitir la fabricación y comercio de equipos cuyo propósito principal es el de torturar o infligir tratos crueles, inhumanos o degradantes en las personas”, afirma Patrick Wilcken, investigador de comercio y seguridad de los derechos humanos para Amnistía Internacional.
“Estos actos atroces están totalmente prohibidos por el derecho internacional y las autoridades chinas deben imponer de inmediato la prohibición de la producción y el comercio de este tipo de dispositivos crueles e inhumanos ”, añadió.
Wilcken agregó que este comercio “está floreciendo” porque las autoridades chinas “no han hecho nada” para impedir que las empresas que exportan estos materiales intenten evitar que “caigan en manos de violadores de los derechos humanos”.
Las compañías chinas -la mayoría de las cuales son de propiedad del Estado- tienen una presencia cada vez mayor en el mercado mundial de equipos se seguridad, indica el documento.
Una de las empresas, China Xinxing Import/Export, que entre otros productos fabrica esposas para los dedos pulgares, sillas de sujeción, pistolas paralizantes de electrochoque y porras, declaró en 2012 que tiene vínculos con más de 40 países africanos donde su comercio supone más de 120 millones de dólares, según el informe.
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Foto: AP
La investigación señala que los controles de exportación de este tipo de materiales son débiles y carecen de transparencia, y extiende también el problema a los países que cuentan con normas más estrictas, como los de la Unión Europea o Estados Unidos, a quienes insta a mejorar sus controles según aparecen en el mercado nuevos productos y tecnologías.