Beijing, La Nación de Argentina (GDA)
“Mi familia sólo piensa en dinero. Me presionan para que gane más. Ayer vino mi padre y me dijo que soy un ridículo por tener Audi. Ahora la moda son las 4x4”, cuenta Qi Xin, un joven empresario pekinés.
Qi recuerda los días de infancia en que no tenía qué comer. Su padre trabajaba en una fábrica de autopartes, su madre se ocupaba de la casa y el salario no alcanzaba. La economía había comenzado a abrirse con la llegada de Deng Xiaoping al poder, pero los frutos de esta apertura todavía no se sentían. Hoy Qi Xin tiene 28 años, tres Audi y un supermercado abierto las 24 horas del día.
Cuando se le pregunta sobre por qué tiene tres Audi, da las claves de uno de sus negocios, basados en la falsificación. “Hay muchos empresarios que necesitan fingir que son más ricos que lo que en realidad son. Por eso alquilan un Audi para ir a ciertas reuniones y decir que es suyo.” De sus tres Audi, dos están constantemente alquilados a empresarios.
En China, paraíso de las falsificaciones, la práctica de la falsedad se extiende incluso a servicios. Por ello una escuela para detectarlas parece una buena idea.
La escuela Newlooks, instalada en el centro de Beijing, es pionera en la capital al proponer cursos para defenderse de las imposturas. La escuela está situada dentro del Instituto de Tecnología de la Moda de Beijing, uno de los establecimientos de diseño de moda más importantes de China y se describe a sí misma como “Entrenamiento y consultoría de moda internacional”. Es una escuela de alto nivel, con instalaciones lujosas.
“Newlooks está diseñada para cultivar la enseñanza de prácticas sofisticadas y talentos de la moda”, dice su página web.
El curso, que tiene una duración de diez clases, lleva el nombre de: “Identificación de objetos lujosos falsos”. La escuela espera recibir entre 20 y 30 alumnos con deseos de comprar objetos de Gucci, Louis Vuitton o Prada, entre muchas otras marcas de lujo, pero que temen ser engañados. De paso, enseñarán ciertas tendencias en estilos y gustos, siempre orientándose a entender los pequeños detalles que hacen de un producto, uno de lujo.
China es el mayor comprador y productor de artículos falsos en el mundo. Al mismo tiempo es el mayor mercado de productos de lujo. Según la consultora Boston Consulting Group, las ventas mundiales de productos y servicios de lujo aumentarán un 7% este año en el mundo, a pesar de la crisis. Según la misma consultora, el país en el que más crecerá este sector es China.
Este consumo está sustentado en los 3,5 millones de millonarios que tiene el país. Y dentro de este grupo privilegiado que tiene más de 1 millón de dólares, hay 63.500 de “ultrarricos”: personas cuya fortuna supera los 100 millones de yuanes (16,2 millones de dólares). China es, después de Estados Unidos, el segundo país con más millonarios en el mundo.
Todos estos datos son consignados por el Instituto de Investigación Hurun, que se dedica a censar los indicadores de los que más tienen. El reporte anual que publica el instituto indica que los relojes caros son el regalo más escogido por los millonarios chinos, seguidos por bonos para viajes y luego por cosméticos. Estos productos están además entre los más falsificados.
“En ciertos medios chinos, hay una presión social por tener determinados productos. Mis amigas o compañeras de trabajo no tienen problema en preguntar de qué marca es mi vestido o mi cartera, o cuánto pagué por ellos. Si no es suficiente, no dicen nada, pero yo sé lo que piensan”, dice Xindi, una joven ejecutiva de un importante banco chino. Es alta y delgada, y viste una camisa abierta y un pantalón a lo Coco Chanel. De su brazo cuelga un bolso con estampados dorados. ¿Es un verdadero Louis Vuitton? Xindi sonríe: “No creo... la compré en un mercado por aquí cerca. Pero es una buena copia”.
El 20% de los productos de lujo que circulan en el mercado chino son falsos, según una investigación del abogado y académico Dan Chow de la Universidad de Ohio. “Nunca se vio tal magnitud de objetos falsificados. China produce y consume mayor cantidad de objetos falsos que cualquier otro país en el mundo”, afirmó Chow.
Por su parte, la Organización Mundial de Consumidores publicó en 2012 un informe que indicaba que el 70% de los productos falsos del mercado mundial eran producidos en China. “En China, la presión para enriquecerse es enorme. Pero no es sólo la presión, es el miedo de quedarse fuera de la sociedad. Esto hace que los chinos sean capaces de todo para salir adelante”, dijo David Goodman, profesor de la Universidad de Sydney y autor de “Los nuevos ricos en China: Los líderes del futuro”.
Qi Xin no cree, por su parte, que una escuela para detectar objetos falsos sea una buena idea comercial: “Los chinos compramos productos falsos, pero sabiendo que lo son. No necesitamos cursos para eso. Elegimos lo falso porque no queremos gastar 1000 dólares en un bolso, eso es todo”.
Pero Xindi tiene otra opinión, pues ella hace parte de ese grupo de chinos que aspiran a tener un producto de lujo original, porque esto la diferenciará del común y le dará un estatus social. Ella no quiere vivir de falsificaciones y ser identificada como una que compra copias.