“Primero nos disparamos mutuamente con ametralladoras ligeras y medianas. Generalmente a esto le sigue un duelo de morteros. En años recientes he visto artillería disparada desde ambos lados. Una vez se intensifica la situación, nuestros altos comandantes intervienen y hablan con sus contrapartes en Pakistán para desactivar la tensión”.
Así es como un oficial en retiro del ejército de India describe los intercambios entre su ejército y el de Pakistán a través de la llamada Línea de Control en Cachemira.
Más de un millón de soldados de estas dos rivales potencias nucleares, India y Pakistán, están apostados frente a frente a poca distancia de los otros en este territorio en disputa, uno de los sitios más militarizados del planeta.
Dos oficiales en retiro, uno de India y el otro de Pakistán, dieron sus perspectivas de soldados a la BBC sobre lo que significa trabajar, comer y dormir bajo la mira de cañones enemigos.
“Todo el mundo ama la paz. La paz es una idea utópica. Algunas veces hay que pelear guerras para alcanzar la paz”, opina el oficial paquistaní.
“Matas o te matan. No hay nada que pensar ni contemplar”, agrega su contraparte india.
Enfrentamientos
“La situación en la frontera nunca es estática. Es peligrosa y dinámica. Tratamos de dominar sus posiciones y ellos tratan de capturar las nuestras”, dice el coronel Muruganantham, un oficial indio retirado.
“El vaivén de la batalla nunca termina. Quien quiera que ocupe el terreno más elevado dominará la zona”, añade.
Cuando era un joven subteniente, Muruganantham (que sólo usa un nombre) fue desplegado a prestar guardia en la Línea de Control que divide las partes de Cachemira que están administradas por Pakistán e India respectivamente.
“Fue en el año 1993 -una época en la que Pakistán intentaba introducir milicias dentro de India. Nuestra labor en el frente era frenar eso. Cuando el otro bando abría fuego, sabíamos que ese era un intento proveer cobertura a las milicias. Así que estábamos más que atentos y siempre en busca de milicias”.
En alerta
Inicialmente, Pakistán aseguró que sólo le proveía apoyo moral a las milicias. Pero, tras una inmensa presión internacional, aceptó actuar contra individuos y organizaciones responsables de ataques extremistas en India.
“Fui desplegado a Cachemira cuando había un cese el fuego. No obstante, estábamos en plena alerta”, comentó a la BBC un coronel retirado del ejército de Pakistán que pidió no ser identificado.
Pakistán acaba de prohibir a todos los oficiales retirados -salvo un grupo selecto de 26- de aparecer en los medios. La solicitud de la BBC para hablar con uno de ellos a través de la oficina de medios del ejército pakistaní fue rechazada.
Pero un exoficial estuvo dispuesto a compartir sus experiencias al comando de un batallón en la misma región que su contraparte india -Poonch- entre 2006 y 2008. Pero quiso mantener el anonimato.
“Algunos puestos están bien camuflados y raras veces los vemos. Pero sabemos que están allí”.
“Unos de nuestros puestos están demasiado cerca. En una zona en particular, la distancia entre las posiciones india y pakistaní es apenas de unos 25 metros”.
De cara al enemigo
Vivir con el enemigo tan cerca no es una sensación muy cómoda.
El el ejército indio, los soldados y jóvenes oficiales generalmente se quedan uno o dos meses en los puestos de vanguardia, de cara al enemigo.
“La distancia entre nosotros era sólo 150 metros. Los podíamos ver limpiando sus armas”, recuerda el coronel Muruganantham.
“Durante otro despliegue, el puesto donde me estaba quedando era en una zona baja. Aunque no podía ver sus movimientos, yo sabía que me estaban observando a todo momento”.
“Aunque el miedo es una emoción normal, mi entrenamiento militar me ayudó a mantener la calma. No puedo darme el lujo de mostrar mi miedo a los hombres que comando. Le dije a mis hombres: 'pase lo que pase, no mantendremos firmes en nuestro puesto'”.
“Me quedé durante una noche en uno de esos puestos que enfrentaban a los indios”, indica el coronel paquistaní.
“Era el tipo de entorno que, una vez te acostumbras, te hace más fuerte”.
“Yo era responsable de mis hombres y eso añadía más presión”.
Intensificación
Cuando dos ejércitos bien equipados, bien entrenados e igualmente motivados por el odio están apostados uno frente el otro, la situación se puede salir fácilmente de las manos.
“En una ocasión uno de nuestros soldados murió de fuego de ametralladora pakistaní”, recuerda el coronel Muruganantham.
“Había un humor sombrío en el batallón que pronto se convirtió en sed de venganza. Nosotros los oficiales calmamos los ánimos y aseguramos a nuestros soldados que responderíamos”.
“Planeamos un contraataque desde una posición cercana y causamos bajas”.
Así es como las situaciones se intensifican en la frontera.
El coronel pakistaní dice que no hubo intercambio de fuego durante el tiempo que estuvo allí, pero sus tropas frecuentemente se dejaban llevar por la emoción.
“Cuando escuchábamos malas noticias sobre atrocidades cometidas dentro de la Cachemira en control indio, los soldados se agitaban. Tomaban varios días antes de que regresaran a la normalidad”.
Estado del tiempo
El enemigo no es la única amenaza de las tropas que vigilan la frontera: las hermosas cumbres nevadas del Himalaya son poco bondadosas con los uniformados.
“Pulmonía y alergias pectorales son grandes retos. Para evacuar a una persona enferma tenemos que arriesgar la vida de cuatro personas saludables”, cuanta el oficial pakistaní.
El coronel del ejército indio concuerda.
“La altitud te produce una sensación espeluznante. Para llegar hasta allá, uno debe aclimatarse durante seis días”.
“Casi la mitad de nuestras bajas se deben al tiempo, cosas como congelación”.
Relámpagos
La naturaleza puede actuar de manera inesperada en las montañas.
En 1997, el coronel Muruganantham fue desplegado a la cordillera Shamsa Barri que domina el vally Leepa, en la Cachemira administrada por Pakistán.
“Recuerdo que el día de Diwali (un festival hindú celebrado en octubre o noviembre), de repente hubo fuertes relámpagos y truenos. Mi puesto quedaba a más de 3.600 metros y en esa altitud los truenos pueden ser muy inquietantes”.
“Los relámpagos encendieron las cimas de las montañas”.
“Inmediatamente apagamos todos nuestros generadores, desconectamos nuestros equipos de radio y nos metimos en nuestros búnkeres. Vimos a los paquistaníes hacer lo mismo al otro lado de de la línea”.
Apoyo
Debido al escabroso terreno, muchos puestos no están conectados por carretera. Son mantenidos por helicóptero o bestias de carga -mulas- que hacen todo el trabajo de logística de transporte.
“Las carreteras en Cachemira son notoriamente angostas y malas. Sufrimos bajas debido a vehículos que se vuelcan”, indica el coronel paquistaní.
“Durante mi tiempo desplegado allí, dos de mis soldados murieron en accidentes vehiculares”.
Los desplazamientos a la frontera son duros para los soldados porque se mantienen alejados de sus familias durante meses y muchas veces no pueden asistir a mucho eventos familiares importantes.
El coronel Muruganantham afirma que los soldados no son apostados durante más de un mes en lugares que quedan dentro de la línea de fuego enemigo. En las regiones de altitud elevada -a más de 3.500 metros- los batallones se transfieren después de sólo tres meses.
Búnkeres
Algunos puestos de vanguardia están diseñados y construidos por ingenieros militares usando concreto y láminas de acero. Estos pueden resistir el impacto de pequeñas armas de fuego.
La mayoría de las posiciones permanentes tienen búnkeres incorporados.
Los sitios temporales están reforzados con piedras y sacos de arena que les dan protección adicional. Algunos de estos búnkeres están dispuestos para acomodar sólo entre dos a tres operadores de ametralladora.
Manteniendo el paso
Cuando tropas armadas hasta los dientes están apostadas tan cerca las unas de las otras, hasta los detalles más insignificantes pueden generar pánico grave.
“Una vez nuestras tropas detectaron un plato pequeño en uno de los puestos de avanzada indios. Sospechábamos que era algún tipo de radar para monitorear los movimientos de nuestras tropas”, recordó el oficial paquistaní.
“Convocamos a una reunión y le preguntamos a los indios por lo que habían instalado”.
“Dijeron que se trataba de una antena parabólica de TV. Dudé un poco sobre qué debía hacer. Así que ordené una parabólica mucho más grande y la instalé en le puesto de avanzada de nuestro lado”.
Territorio en disputa
La disputa de Cachemira se originó por la partición de India que ocurrió en 1947. Adoptó la forma de una resistencia armada a partir de 1989.
Según el Atlas Mundial, India controla más o menos 45,1% de Cachemira, mientras que Pakistán controla 38,2%. El resto del territorio está en manos de China.
La frontera en disputa entre India y China en la región de Ladakh ha visto un aumento militar masivo en la última década. Sin embargo, se ha mantenido libre de enfrentamientos violentos desde la guerra fronteriza de 1962.
Al lado opuesto, donde los ejército de India y Pakistán están cara a cara, las condiciones son más volátiles.
En los últimos 30 años, cientos de soldados de ambas partes han muerto combatiendo a lo largo de la frontera.
“En el cumplimiento del deber algunas veces te toca morir. El patriotismo, el orgullo regimental, el compromiso a Cachemira nos motiva. La camaradería te hace muy valiente”, asegura el coronel paquistaní.
Por su parte, el coronel indio hace eco del mismo sentimiento: “La idea de una India unida nos motiva”.