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Beijing (EFE)
La policía de Hong Kong disparó hoy gases lacrimógenos para dispersar a decenas de miles manifestantes prodemocráticos que se congregaron ante la sede del gobierno local para protestar por las restricciones al sufragio universal en las elecciones generales de 2017, impuestas por China a finales de agosto.
Los agentes equipados con material antidisturbios lanzaron los gases lacrimógenos en su intento de despejar la zona conocida como “plaza cívica” y varias avenidas adyacentes, donde miles de personas se habían concentrado desde la noche del viernes en una protesta que ha devenido una campaña de desobediencia civil.
Así, el distrito Admiralty estaba sumido en el caos en medio de la presión de los manifestantes para que Beijing garantice una democracia total en Hong Kong.
Inicialmente, muchos de los manifestantes retrocedieron, pero una buena parte de ellos volvieron a la zona.
Algunos de ellos denunciaron en las redes sociales lo que consideran brutalidad policial ante una protesta pacífica.
La acción policial siguió a la rueda de prensa del jefe ejecutivo de la ciudad, Cy Leung, quien urgió a los habitantes a no participar en protestas “ilegales”, y advirtió de que su gobierno está “decidido” a poner fin a la “ocupación ilegal” del distrito Central de la ciudad.
La Federación de Estudiantes, que ha organizado una huelga desde el pasado lunes, amenazó con intensificar sus acciones tras el intento de disolver la violencia por los agentes.
A su vez, el Sindicato de Profesores anunció que iniciará una huelga mañana como protesta por la actuación policial.
Esta semana de huelgas de estudiantes universitarios y de secundaria comenzó el lunes y se cerró con una manifestación en la noche del viernes ante la sede del Gobierno local, que acabó en esos incidentes.
Los manifestantes se mantuvieron en la zona durante todo el sábado y, en la madrugada del domingo, uno de los líderes del movimiento “Occupy Central”, Benny Tai, acudió al lugar para anunciar que su organización adelantaba el inicio de su campaña de desobediencia civil en contra de la reforma electoral aprobada por Beijing.
El objetivo de este movimiento es bloquear las carreteras y paralizar el funcionamiento diario del distrito financiero de Hong Kong (conocido como Central) gracia a miles de manifestantes que hagan una sentada indefinida en sus calles.
El pasado 31 de agosto, las autoridades de Beijing anunciaron su decisión de no permitir una elección abierta del próximo gobernante de Hong Kong en los comicios de 2017.
Según la decisión del Gobierno chino, esa elección será por sufragio universal, pero entre dos o tres candidatos que necesitarán el respaldo previo de un comité consultivo.
Esa decisión generó un fuerte desencanto en muchos habitantes de Hong Kong, que consideraban que las autoridades habían prometido el sufragio universal para 2017, lo que acabó causando esta nueva oleada de protestas en la antigua colonia británica, que volvió al control chino en 1997.
Los organizadores dijeron que unas 80.000 personas se congregaron en las calles en Admiralty, alentados por los arrestos de estudiantes el viernes. No había cifras independientes de la asistencia, pero la iniciativa es vista como la mayor acción de desobediencia civil desde 1997.