(EFE). La India se ilumina con velas, bombillas de colores y todo tipo de elementos visuales para celebrar Diwali, el año nuevo según el calendario hinduista, una fiesta que fomenta los lazos familiares y entre amigos sin olvidar la tradición religiosa que simboliza la victoria del bien contra el mal.
Regalos, rezos y ofrendas a los dioses, petardos y luz, mucha luz. Estos son los elementos protagonistas durante estos cinco días festivos en la India.
El sentido de que la luz sea el centro de esta celebración se debe a la antigua leyenda que cuenta que el dios Ram volvió tras pasar catorce años en el exilio, durante los cuales tuvo que luchar para vencer a Ravana, el diablo, en la isla de Lanka (actual Sri Lanka) y que los habitantes del subcontinente iluminaron con velas el camino de vuelta a casa del dios.
En base a esas creencias, cada una de las casas, los negocios y las calles de la India se iluminan durante estas fechas, ya sea con una pequeña vela o con miles de bombillas en las fachadas.
“Diwali es el festival de la felicidad y las luces, la gente lo celebra todos juntos”, dijo a Efe Shiv Kumar Saluja, de 42 años, mientras apuraba la compra de petardos para los más pequeños el día antes de la celebración.
Como dijo Saluja, la felicidad es una de las bases de Diwali, por eso las familias y los amigos se reúnen para cenar e intercambiar regalos y dulces entre todos.
En el centro Delhi, los grandes bazares de la ciudad, ya repletos de personas durante el año, se sumen estos días en un frenesí que mezcla compradores en busca de los últimos presentes para sus parientes y tenderos que venden candelas, figuras y fotos de dioses a los que orar y coloridas flores.
“Si se compara con los meses anteriores, seguramente estamos vendiendo mucho más durante Diwali, a la gente le gusta comprar ropa para vestir en la festividad”, explicó a Efe Satish Vasudeva, dueño de un puesto de chaquetas y camisas en el centro de la capital india, mientras terminaba de despachar a un cliente.
Y es que Diwali es estreno, es el comienzo del año y todos quieren celebrarlo con sus mejores galas.
Este es el motivo para que mercados del centro de la capital como el del barrio de Paharganj o el de la ciudad vieja de Delhi no quepa un alfiler y las aceras sean intransitables debido a la cantidad de puestos de todo tipo y el tumulto de gente de un lado a otro.
Cada cual hace su agosto como puede: unos venden velas de colores, otros grandes guirnaldas con flores y luces. Los hay que ofrecen ropa para la especial ocasión y una incontable variedad de fotos, retratos y figuras de todos los tamaños y precios para adorar durante las oraciones.
Una vez encendidas las luces y hechas las compras para uno mismo o para regalar a familiares y amigos, el tercero de estos cinco días festivos es el culmen de las fiestas, cuando hinduistas y otras religiones rezan a sus dioses en busca de la felicidad y la prosperidad.
“Las fotografías de Laxmi (la diosa del dinero para los hinduistas) y Ganesha (el dios de la suerte), las velas y las 'diyas' (pequeñas lámparas de aceite) son lo más vendido”, confesó Pankaj Kumar, tendero en el centro de Delhi.
De las oraciones o “pujas” se pasa a la cena, los dulces y los regalos, y los petardos. Miles de petardos y fuegos artificiales explotarán en Nueva Delhi y en toda la India la noche de Diwali para celebrar el cambio de año.
El humo y el ruido ensordecedor hasta altas horas de la madrugada se convierten entonces en los protagonistas de la celebración y cubren por completo la noche de Diwali, elevando la contaminación a niveles mucho más altos de lo habitual, por lo que asociaciones médicas y ecologistas en toda la India han apelado, sin mucho éxito, por un Diwali sin petardos.
“Dejé de quemar petardos hace ya años por la contaminación, el olor de la pólvora se te mete en el cerebro”, declaró a Efe Shabnesh Gupta, de 28 años, mientras ultimaba sus últimas compras en el centro de la capital.
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