“Akiya” es la palabra japonesa para referirse a una casa abandonada.
Y como en la tercera mayor economía del mundo hay más de ocho millones de este tipo de viviendas -según cálculos oficiales-, municipios de zonas rurales han comenzado a venderlas a precios extremadamente bajos o incluso a regalarlas.
Las casas gratuitas son propiedades viejas que suelen estar deterioradas y que, para volver a ser habitables, requieren inversión por parte de los nuevos propietarios.
Este fenómeno solía ocurrir en zonas del campo afectadas por una fuerte migración hacia los centros urbanos, pero en los últimos años también se ha expandido a suburbios de grandes ciudades.
Por eso han proliferado sitios web que ofrecen este tipo de propiedades. Según un informe del centro de estudios Fujitsu Research Institute, para el año 2023, la cantidad de casas abandonadas podría llegar a un 20% del total de viviendas en el país.
“Sin duda las casas vacías se volverán un problema más grave en el futuro”, señala la publicación.
A los gobiernos locales les preocupa la situación, porque no reciben el pago de impuestos por esas propiedades y porque cuando las casas llegan a un nivel de deterioro demasiado elevado, pueden transformarse en un peligro por eventuales derrumbes, además de los problemas de higiene o vandalismo asociados a los sitios en abandono.
Muchas casas quedan deshabitadas porque los dueños mueren o porque se van a vivir a otros lugares, dado que sus ingresos no son suficientes.
“Usualmente los dueños no pueden hacerse cargo de la propiedad, o no quieren pagar los impuestos que en Japón se cobran por una casa que no tiene uso”, señala el sitio de venta de propiedades REthink Tokyo.
En Tokio, donde el 70% de las personas vive en apartamentos, cerca de una de cada 10 viviendas está vacía.
Una población más vieja
Las casas desocupadas son el reflejo de un problema demográfico en Japón.
Más de un cuarto de la población tiene más de 65 años, la mayor tasa de adultos mayores del mundo.
Y la tasa de fecundidad ha caído desde 2,1 hijos por mujer en la década de los 70 a cerca de 1,4 en la actualidad.
Proyecciones del Ministerio de Salud señalan que la población podría reducirse casi un tercio en los próximos 50 años, pasando de 127 millones a solo 88 millones, algo que pone presión en la economía por el declive de la fuerza laboral y el aumento de la demanda por pensiones.
Esta bomba demográfica ha contribuido a que tantas casas queden sin moradores y que las autoridades busquen alternativas para evitar el crecimiento de las viviendas abandonadas.
¿21 millones de casas vacías?
El instituto Nomura Research Institute proyecta que el año 2033 habrá 21,7 millones de propiedades vacías.
“No hay una sola respuesta al problema”, señala en un informe el centro de estudios.
Algunas municipalidades están entregando subsidios para los nuevos propietarios que estén dispuestos a desmantelar las casas, con el objetivo de edificar nuevas construcciones.
Pero derrumbar una casa es costoso y en ocasiones el valor del terreno adquirido no compensa el valor de la demolición.
Incluso algunos expertos han propuesto que en algún momento se llegue a limitar el número de construcciones nuevas para incentivar la adquisición de casas o apartamentos viejos.
El problema es que medidas de ese tipo tendrían un impacto económico considerable.
También existen desarrolladores inmobiliarios que ven en algunas de estas propiedades una fuente de inversión, cuando aún son habitables y se pueden reparar.
A pesar de los esfuerzos, el número de contratos firmados sigue bajo las expectativas, de acuerdo a un estudio de la Organización Japonesa de Migración Interna.
Empresarios locales, según el periódico Japan Times, habitualmente no se interesan por las “akiya”, dado que pocas tienen valor comercial, especialmente en ciertas zonas rurales donde no hay interés de la gente por irse a vivir o tener una segunda vivienda.
Incluso habría casos de personas que ofrecen dinero para deshacerse de las propiedades, consideradas como un verdadero lastre.
Pero como el mercado de las casas vacías es gigantesco, hay de todo.
Y en medio de las propiedades que aparentan no tener ningún valor, pueden esconderse algunas joyas, dicen los más optimistas.