“Vi muchas fotos de mi abuela de antes de la revolución, ella con el velo y mi mamá con una minifalda, viviendo en armonía, una al lado de la otra”.
Lo que recuerda Rana Rahimpour, presentadora iraní-británica del servicio persa de la BBC, no se circunscribe únicamente a su familia.
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En Irán, antes de la Revolución Islámica de 1979, no existía el estricto código de vestimenta que actualmente obliga a las mujeres, por ley, a llevar el velo y ropa modesta “islámica”.
“Irán era un país liberal. A las mujeres se les permitía vestir lo que querían”, cuenta.
Su testimonio es relevante mientras en decenas de ciudades iraníes se suceden las protestas por la reciente muerte de una joven de 22 años que había sido detendia por “la policía de la moral”, que se encarga de hacer cumplir los códigos de vestimenta islámicos.
Rahimpour nació después de la revolución, pero la experiencia de sus padres y familiares y su trabajo periodístico le han permitido profundizar en la transformación que vivió su país tras la caída del Sha.
Una transformación que, en los primeros años, fue más allá de la ropa, como también le cuenta a BBC Mundo la periodista iraní Feranak Amidi, reportera de Asuntos de la Mujer para la región del Cercano Oriente del Servicio Mundial de la BBC.
“No teníamos segregación de género antes de la revolución. Pero después de 1979, las escuelas fueron segregadas y los hombres y mujeres que no tenían parentesco eran arrestados si los sorprendían socializando entre ellos”.
“Cuando era adolescente en Irán, la policía moral me arrestó por estar en una pizzería con un grupo de amigos y amigas”.
“Antes de 1979, había discotecas y locales de entretenimiento y la gente era libre de socializar como quisiera”.
Las películas previas a la revolución también son testimonio de una época en las que las mujeres podían escoger si vestir atuendos occidentales o más conservadores.
“Veías una variedad de formas de vestir. Algunas usaban el velo negro o chador, pero no de la manera en la que el gobierno en la actualidad exige”.
Antes de la revolución de 1979, Irán fue gobernado por la dinastía Pahlaví, que se inicó tras un golpe de Estado.
En 1926, el líder del golpe, Reza Khan, fue coronado Reza Sha Pahlaví y su hijo Mohamed Reza Pahleví fue proclamado príncipe heredero. Después, él se convertiría en el último Sha.
En un artículo, de 1997, el centro de estudios Wilson Center reprodujo una entrevista de su programa de radio Dialogue con Haleh Esfandiari, autora de Reconstructed Lives: Women and Iran's Islamic Revolution (“Vidas reconstruidas: las mujeres y las Revolución Islámica de Irán”).
Esfandiari dejó Irán en 1978 y regresó 14 años después para investigar el impacto de la revolución en las mujeres.
En esa entrevista, la periodista contó que “el movimiento de mujeres en Irán comenzó a fines del siglo XIX, cuando las mujeres salieron a las calles durante la revolución constitucional”.
Después de eso, muchas de ellas empezaron proyectos sociales como abrir escuelas para niñas y publicar revistas para mujeres.
A esa red, que comenzó en la capital, Teherán, se trataron de vincular otras provincias y eso llevó “al desarrollo del movimiento de mujeres”.
La ropa de las mujeres ya había sido un tema en la agenda del liderazgo del país a inicios del siglo XX.
“El velo no se abolió oficialmente en Irán hasta 1936, durante la era de Reza Shah Pahlaví, el padre del Irán moderno”, indicó la autora.
Años antes, el líder había alentado a las mujeres a no llevar el velo en público o “a usar un pañuelo en vez del tradicional velo largo”.
“Cuando finalmente se abolió oficialmente el velo, fue sin duda una victoria para las mujeres, pero también una tragedia, porque se les quitó el derecho a elegir, tal como sucedió durante la República Islámica cuando se reintrodujo oficialmente el velo en 1979”.
Muchas mujeres “se vieron obligadas a abandonar el velo y salir a la calle sintiéndose humilladas y expuestas”.
Aún así, Esfandiari reconoce que el padre del último sha emprendió algunos cambios que tuvieron un impacto positivo en las mujeres.
En 1941, su hijo, Mohamed Reza, asumió el poder.
Durante ese reinado, “comenzó la modernización del país”, señala Amidi.
Ese proceso se conoció como la Revolución Blanca y les dio a las mujeres el derecho al voto en 1963 y los mismos derechos políticos que tenían los hombres.
Además se trató de mejorar el acceso a la educación en las provincias periféricas.
En su reinado se aprobó la ley de protección de la familia que se ocupaba de diferentes áreas, entre ellas el matrimonio y el divorcio.
La legislación, explica Amidi, expandió los derechos de las mujeres.
“La ley de protección de la familia aumentó la edad mínima para el matrimonio de las niñas de 13 a 18 años, y también dio a las mujeres más influencia para pedir el divorcio”.
También limitó hizo que los hombres solo pudieran tener una esposa.
“Todo esto fue bastante progresista en comparación con otros países de la región”.
Y es que el Sha, aunque autócrata, era un líder progresista y le gustaba la cultura occidental.
Así, estableció un programa de secularización.
Las mujeres llegaron a ocupar posiciones de poder. “Tuvimos mujeres ministras, juezas”, recuerda Rahimpour.
Sin embargo, pese a las promesas de la Revolución Blanca, “las mujeres todavía estaban confinadas a los roles tradicionales”, indica Amidi.
Y aunque destaca que “había mujeres en el Parlamento”, considera que “las mujeres no tenían una gran participación en la esfera política.
Pero debemos tener en cuenta que eso fue hace casi medio siglo y las mujeres de todo el mundo en ese tiempo no tenían mucho poder político“.
Aún así reconoce que sus compatriotas estaban empezando a desempeñar un rol cada vez más social: “Tenían una presencia vibrante en la sociedad”.
Amidi resalta “el gran impacto” que tuvo la reina Farah Pahlaví, esposa de Mohamed Reza, en las artes y la cultura.
De hecho, un ensayo de Maryam Ekhtiar y Julia Rooney, del departamento de Arte Islámico del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, aborda “el florecimiento artístico en Irán”, que comenzó en los años 50 y continuó en los 60 y 70.
“Estas décadas vieron la apertura de Irán a la escena artística internacional”.
Gran parte de esa creciente actividad artística se debió a la prosperidad económica que experimentaba el país.
Y es que Irán poseía mucho petróleo, pero la vasta mayoría de iraníes no se estaban beneficiando de esa riqueza.
Pese al apoyo del Sha y su esposa al ámbito de las artes, los artistas no eran ciegos a esa realidad y tampoco a la represión del régimen contra quienes se oponían.
Nahid Hagigat, indican las autoras, “fue una de las pocas artistas que expresó las preocupaciones de las mujeres durante los años previos a la revolución”.
“En sus grabados, capturó el sentimiento de tensión y miedo en una sociedad dominada por hombres bajo el escrutinio del gobierno”.
Para 1971, Mohammad Reza, que se había autodeclarado “shahanshah”, “el Rey de los Reyes”, no sólo era uno de los hombres más ricos del mundo sino el líder absoluto de Irán.
Su régimen era cada vez más represivo contra los disidentes políticos.
“En el régimen anterior (a la revolución) la gente tenía libertades sociales, pero cero libertades políticas”, evoca Rahimpour.
“Eso fue un gran problema. Todos los partidos estaban controlados por el rey, era una sociedad vigilada, no había libertad de prensa, cualquier tipo de activismo político podía terminar en prisión”.
El descontento social tomó las calles y en 1978 se registraron protestas masivas contra el régimen del Sha.
De acuerdo con Esfandiari, el progreso conseguido por las mujeres durante su reinado se desestabilizó hacia el final.
“En reacción a los elementos tradicionalistas cada vez más vocales en la sociedad, el Sha retiró drásticamente su apoyo a una mayor participación de las mujeres en los puestos de toma de decisiones”.
La Revolución Islámica fue apoyada por muchos iraníes que “no eran necesariamente religiosos”, explica Rahimpour. Muchos solo clamaban una “democracia verdadera”.
“Contó con el respaldo de todos los grupos, con los liberales, los comunistas y los religiosos”.
Las mujeres, independientemente de lo que quisieran vestir o de su grado de religiosidad, fueron parte de esa fuerza que terminó provocando la caída del Sha en 1979.
“En las marchas que llevaron a la revolución, había mujeres profesionales sin pañuelo y mujeres de origen conservador con el tradicional velo negro; había mujeres de familias de clase baja y media con sus hijos.
Todas estas mujeres caminaron hombro con hombro, esperando que la revolución les trajera una mejora en su estatus económico y una mejora en su estatus social. Y sobre todo una mejora en su estatus legal“, recordó Esfandiari.
Amidi no cree que las mujeres “se sintieran necesariamente más independientes” antes de la Revolución Islámica.
“Irán todavía era una sociedad religiosa muy conservadora. Pero en ese entonces había voluntad política para romper ese molde tradicional y conservador, y permitir que las mujeres florecieran y ocuparan más espacios en la sociedad”.
Dicho florecimiento, aclara, nunca llegó a suceder plenamente.
De acuerdo con Rahimpour, existen ideas opuestas sobre si las mujeres se sentían más independientes y empoderadas antes de la Revolución Islámica.
“Las mujeres religiosas dirían que se sentían más cómodas a la hora de salir después de la revolución, pero las mujeres liberales no estarían de acuerdo con ellas”.
“No hay que olvidar que hay una parte de la sociedad iraní que es muy religiosa”.
De ahí que hayan mujeres que están de acuerdo con aspectos del sistema.
Al ver fotos de archivo de mujeres en Irán con ropa occidental y sin velo, una señora iraní me hacía notar que esas imágenes no son representativas de la vida de las mujeres en general antes de la revolución.
Muchas mujeres, de diferentes edades, eligieron usar la hiyab o el velo y ropa más conservadora porque “la sociedad era posiblemente mucho más conservadora y religiosa en comparación con la actual”.
Muchos iraníes participaron en la revolución con la idea de tener libertad, pero, dice Rahimpour, rápidamente vieron sus ilusiones frustradas.
“Después de la revolución, nos dimos cuenta de que muchas personas religiosas se sentían incómodas con las minifaldas y con las libertades que hombres y mujeres tenían, y por eso también estuvieron de acuerdo con la revolución”.
Sin embargo, dice que mucha gente que es “profundamente religiosa” en Irán piensa que llevar el velo “tiene que ser una elección”.
“Deja de ser religión cuando se obliga”.
Irán vive un estallido de protestas en todo el país tras la muerte, en custodia policial, de una mujer de 22 años por presuntamente no cumplir con las reglas de la hiyab.
Las autoridades aseguran que Mahsa Amini murió por razones de salud subyacentes, pero su familia y muchos iraníes creen que murió tras haber sido golpeada.
Las protestas parecen ser el desafío más serio al que se han enfrentado los líderes de Irán en los últimos años.
Y un nuevo capítulo de movilizaciones populares en Irán.
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