Este 1 de mayo el príncipe heredero de Japón, Naruhito, tomó el Trono del Crisantemo después de la abdicación de su padre este martes. Se convierte así en el nuevo emperador de la nación asiática.
Tanto la abdicación del viejo líder, Akihito, como el ascenso del nuevo, son celebradas con ceremonias sintoístas arraigadas en un profundo simbolismo.
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Durante estas ceremonias, tres objetos tendrán un protagonismo singular: un espejo, una espada y una gema, conocidos como los Tesoros Imperiales o Regalía Imperial.
Aunque los orígenes y el paradero de estos tres misteriosos objetos no están del todo claros, los mitos a su alrededor han estado presentes a lo largo de la historia japonesa.
La religión nacional no oficial de Japón, el sintoísmo, otorga gran importancia a los rituales, pues los ve como una manera de mantener una conexión con el pasado y con los espíritus que intervienen en la vida de los seres humanos.
Los Tesoros Imperiales forman parte de estas creencias, pues se dice que fueron los dioses quienes los traspasaron a través de generaciones y generaciones de emperadores.
Estos tres objetos también fungen como representantes del poder imperial, en ausencia de una corona imperial. Pero son tan sagrados que se han mantenido ocultos al mundo.
“No sabemos cuándo se fabricaron. Nunca los hemos visto”, cuenta a la BBC Hideya Kawanishi, profesora de la Universidad de Nagoya.
“Ni siquiera el emperador los ha visto”.
Los tres Tesoros tampoco son exhibidos durante las ceremonias de coronación. En su lugar se usan réplicas empaquetadas (que tampoco se aprecian).
Los originales —si es que lo son—, permanecen en sus respectivos santuarios alrededor del país.
El espejo sagrado o Yata no Kagami
Se cree que el espejo sagrado, que tendría más de 1.000 años, está custodiado en el Gran Santuario de Ise, en la prefectura de Mie.
Este objeto es considerado como el más precioso de los tres tesoros, según Shinsuke Takenaka, del Instituto de Moralogía, un organismo japonés que investiga temas de ética y moral.
El espejo fue el único de los tesoros que no figuró en la última entronización en 1989.
En el folklore japonés, se dice que los espejos tienen poder divino y revelan la verdad. Es por eso que, en las ceremonias imperiales el Yata no Kagami o el espejo de ocho caras, representa la sabiduría del emperador.
Según el Kojiki, el antiguo registro escrito de leyendas japonesas, el Yata no Kagami fue creado por la deidad Ishikoridome.
Después de que la diosa del sol, Amaterasu, se peleara con su hermano Susanoo, el dios del mar y las tormentas, la primera se retiró a una cueva llevándose consigo la luz del mundo.
Susanoo organizó una fiesta para traer a su hermana de vuelta. Amaterasu estaba deslumbrada por su propio reflejo en el espejo. Ambos hermanos arreglaron su disputa, lo que trajo la luz de vuelta al universo.
El espejo y los otros tesoros finalmente pasaron a manos del nieto de Amaterasu, Ninigi.
Takenaka cuenta que, según las leyendas, la diosa le dijo a Ninigi: “Sirve a este espejo como a mi alma, tal como me servirías a mí: con la mente y el cuerpo limpios”.
Se cree que Ninigi es el bisabuelo de Jimmu, quien según las leyendas se convirtió en el primer emperador de Japón, en el año 660 aC.
La espada sagrada o Kusanagi no Tsurugi
La ubicación de la Kusanagi no Tsurugi —o la espada que corta hierba— no está clara, aunque podría encontrarse en el Santuario Atsuta, en Nagoya.
Según la leyenda, este objeto creció en la cola de una serpiente de ocho cabezas que estaba devorando a las hijas de una familia adinerada.
El padre de las jóvenes pidió ayuda a Susanoo y le prometió la mano de la única hija que el reptil no se había comido, si lo ayudaba a deshacerse de la serpiente.
Susanoo engañó a la serpiente para que se emborrachara, luego cortó sus colas y encontró la espada.
Sin embargo, no la tuvo por mucho tiempo, pues también la usó en sus esfuerzos por reconciliarse con su hermana, Amaterasu.
La espada representa la valentía del emperador. Ya que se conoce muy poco sobre ella y su paradero, algunos cuestionan si este objeto todavía existe.
Ciertamente su paradero se ha mantenido en secreto. Un sacerdote que dijo haberla visto en el período Edo (en algún momento entre los siglos XVII y XIX) fue desterrado del país.
Algunos rumores indican que se pudo haber perdido en el mar durante una batalla en el siglo XII. Sin embargo, Takenaka dice que esta puede haber sido una copia y que un duplicado de ella, guardado en el palacio, es el que se usa para las coronaciones.
Cuando el emperador Akihito llegó al trono en 1989, le dieron una espada que se dice que erala Kusanagi no Tsurugi. Pero la caja que le entregaron permaneció cerrada y nadie logró ver su contenido.
La joya sagrada o Yasakani no Magatama
Las magatamas son un tipo de cuentas curvas que comenzaron a fabricarse en Japón alrededor del año 1.000 a.C.
Al principio estos objetos se consideraban decorativos, pero luego comenzaron a adquirir valor simbólico.
Según las leyendas, la Yasakani no Magatama era parte de un collar hecho por Ame-no-Uzume, diosa de la alegría, quien jugó un papel central en los esfuerzos para atraer a Amaterasu del encierro de su cueva.
Ame-no-Uzume habría desplegado una extravagante danza, con el collar puesto, para causar un alboroto y atraer la atención de la diosa del sol.
Cualesquiera que sean sus orígenes, la gema hecha de jade verdepodría ser el único “original” que aún queda de los tres tesoros.
La Yasakani no Magatama se encuentra en el palacio imperial de Tokio. Su simbolismo en la ceremonia de entronización está relacionado con la benevolencia que se requiere del emperador.
¿Qué piensan los japoneses de los Tres Tesoros?
Aunque los emperadores de Japón proceden del linaje de la diosa Amaterasu, ya no dicen ser dioses. El propio emperador Hirohito renunció a su estatus divino después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
El profesor Kawanishi dice que hay muchos en Japón que aún piensan que los tres Tesoros Imperiales poseen un poder divino.
Otros “piensan en ellos más como adornos, algo así como lo que son las coronas en otras monarquías”.
Estas piezas son muy importantes porque “representan el misterio del emperador”, dice, y son un “símbolo de que el sistema ha continuado durante mucho tiempo”.
Según el profesor, algunos estudiosos opinan que los artículos representan la fusión de los antiguos grupos indígenas de Japón con los recién llegados.
De acuerdo con esta teoría, dice, los tres tesoros son un símbolo de que el emperador debe unir a todos los grupos étnicos sin discriminación.
Sin embargo, agrega que en el siglo XX el término “tres tesoros” adquirió un significado más práctico.
Muchos lo usan para referirse a las tres cosas sin las que los japonenses parecen no poder vivir: un televisor, un refrigerador y una lavadora.