El feroz debate sobre el aborto en Estados Unidos se centra en los derechos de la madre y el feto. Pero la demanda en Alabama de un hombre que alega que su novia abortó contra sus deseos agrega una tercera voz a la conversación, escribe el periodista independiente James Jeffrey.
Después de que la ira se disipe, de superar el alcoholismo como mecanismo para lidiar con ello, incluso después de que una nueva y hermosa familia aparezca en escena, aún persiste una gran tristeza, y probablemente siempre lo hará.
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Ese es el mensaje de los hombres que hablan sobre su experiencia en relación con el aborto, una voz que rara vez se oye en medio de las apasionadas multitudes en el debate sobre el tema en Estados Unidos, aunque los partidarios del derecho a la interrupción del embarazo argumentan que este grupo es un caso aparte y no habla por la mayoría de los hombres afectados.
Actualmente, los puntos de vista masculinos que normalmente aparecen son los legisladores que presionan para restringir los procedimientos del aborto, lo que provoca la ira de los partidarios de la despenalización, quienes los acusan de intentar legislar sobre los cuerpos de las mujeres.
Pero ahora, hombres que lidiaron con un aborto están hablando abiertamente.
-“He pensado en ello todos los días durante 32 años”-
Un hombre demandó a una clínica de Alabama después de que su novia abortara, con seis semanas de embarazo, contra su voluntad en 2017. El caso es el primero de su tipo porque el tribunal reconoció al bebé no nato como el demandante y al padre como representante.
“Estoy aquí por los hombres que realmente quieren tener su bebé”, le dijo a una agencia de noticias local en febrero. “Solo intenté suplicarle y suplicarle, y hablar con ella sobre eso y ver qué podía hacer. Pero al final, no había nada que pudiera hacer para que cambiara de opinión”.
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Actualmente en Estados Unidos, los hombres no tienen legalmente derechoa obstaculizar el aborto de un embarazo del cual son responsables. La Corte Suprema de EE.UU. ha revocado las leyes estatales que requieren que el padre tenga voz y voto, o incluso que se le notifique sobre un aborto.
“Estaba en mi treintena, viviendo la buena vida de soltero en Dallas”, dice Karl Locker, de 65 años sobre la época en la que una mujer con la que estaba saliendo le dijo que estaba embarazada. Él dijo sentirse “como uno de esos lobos en una trampa”.
Sin embargo, decidió que tenía que apoyarla a ella y al embarazo. “Lo intenté todo, le ofrecí casarme con ella, llevarme al bebé yo mismo u ofrecerlo en adopción”, dice Locker, explicando que sentía que mantener el bebé era lo correcto. “Dijo que nunca podría dar a su hijo en adopción”.
Al final llevó a la mujer a la clínica y pagó el aborto. Luego se mudó a California, ya que dice que no podía soportar lo que había hecho.
“No sabía cómo iba a sobrevivir, no iba a saltar de un puente, pero probablemente habría bebido hasta la muerte”, dice Locker, quien cree que volver a conectar con su fe y formar una familia con otra mujer lo salvó. “He pensado en lo que sucedió todos los días durante los últimos 32 años”.
-“Culpa y vergüenza”-
Generalmente hay cuatro formas en las que los hombres están involucrados en un aborto, cualquiera de las cuales puede dejarlos traumatizados cuando llegan a reflexionar más tarde sobre sus roles.
Así lo dicen los que dirigen grupos de asesoramiento postaborto para hombres.
A veces los hombres obligan a una mujer a abortar contra su voluntad; otros dicen que apoyarán la decisión de la mujer de cualquier manera. Algunos hombres se enteran del aborto por primera vez después de hecho; o el aborto continúa en contra de sus deseos.
Las encuestas realizadas indican que la mayoría de las mujeres dicen que no lamentan haber abortado, pero se han realizado menos estudios sobre las reacciones de los hombres.
Los datos que hay para los hombres provienen de grupos de apoyo postaborto, que dependen de que los busquen, lo que dificulta hacer observaciones estadísticas amplias. Pero los relatos incluyen elementos comunes como sentimientos de ira, culpa, vergüenza y profunda tristeza en las fechas de aniversario.
“Los hombres deben ser protectores, por lo que existe una sensación de fracaso: no proteger a la madre y al feto, no ser responsables”, dice Chuck Raymond, que ahora tiene 61 años y cuya novia de 18 años a finales de los 70 tuvo un aborto cuando él era un adolescente. “Hay una increíble culpa y vergüenza por no haber hecho eso”.
Raymond dice que pensó que un niño habría interferido en sus planes educativos y su entrenamiento en la academia militar de West Point, donde a los cadetes no se les permite casarse o criar hijos.
“Una vez que participé en el entrenamiento, me quedé atrapado y bloqueé lo que sucedió, manteniéndolo fuera de mi conciencia. Sin embargo, años después, me di cuenta de que había ocurrido una tragedia y habíamos tomado una decisión trágica”.
Él compara la angustia mental y emocional que puede seguir a un aborto con el trastorno de estrés postraumático en el campo de batalla.
-Casos paradigmáticos-
La histórica decisión de la Corte Suprema en el caso Roe vs. Wade, emitida el 22 de enero del 1973, es más conocida por haber legalizado el aborto en Estados Unidos.
Pero dos casos posteriores tuvieron un mayor impacto en los hombres, dice Allen Parker, presidente de The Justice Foundation, un centro conservador de derecho en Texas.
Después de la decisión del 1976 de la Corte Suprema, en el caso Planned Parenthood vs. Danforth, ya no se requería el consentimiento del padre para un aborto. En su decisión del 1992, en el caso Planned Parenthood vs. Casey, el tribunal fue más allá, diciendo que los padres no tienen derecho a ser notificados sobre un aborto.
“Hay tantas contradicciones en torno a todo esto”, dice el reverendo Stephen Imbarrato, un sacerdote católico y activista antiaborto.
Antes de ingresar al sacerdocio, Imbarrato dejó a su novia embarazada en el 1975 y la condujo hacia un aborto, descubriendo décadas después que había estado embarazada de gemelos. “Los hombres lamentan la paternidad perdida, ya que los hombres están inherentemente llamados a ser padres”.
- El contexto -
Gillian Frank, historiador de la sexualidad en la Universidad de Virginia, dice que la decisión en el caso Planned Parenthood vs. Casey de 1992 encontró que “en la mayoría de los contextos, donde había una relación estable y amorosa, hombres y mujeres tomaron la decisión juntos”.
“Y cuando los hombres están ausentes de las decisiones, a menudo es porque existe un riesgo de violencia o coerción en la relación”.
Existe un desacuerdo sobre la proporción de mujeres que tienen abortos sin decírselo a los hombres, a pesar de ellos, o debido a ellos.
Según el Instituto Guttmacher, una organización de investigación y política que analiza el aborto en EE.UU., la mitad de las mujeres que abortaron en el 2014 dijeron que no querían ser madres solteras o que tenían problemas con su esposo o pareja.
“Se ha reconocido una y otra vez que cuando las personas dicen que están argumentando que se escuchen las voces de los hombres, en realidad se trata más de poder controlar a las mujeres y regular sus decisiones”, dice Frank.
“Y no veo que los hombres hayan estado ausentes, todo lo contrario, los hombres siempre han hablado sobre la capacidad de las mujeres para controlar su destino reproductivo”.
Antes del caso Roe vs. Wade, señala, esta situación se manifestaba en que las mujeres tuvieran que ir frente a un panel de médicos, generalmente hombres, para defender sus casos de aborto, y continúa hoy con “los hombres que controlan los productos farmacéuticos y los hombres detrás de los escritorios tomando decisiones”.
“Fuera de nuestras clínicas, generalmente son hombres quienes lideran las protestas”, dice Sarah Wheat, quien trabaja para un centro de Planned Parenthood (Maternidad Programada) en Austin, la capital del estado de Texas, un importante campo de batalla sobre la legislación texana sobre el aborto.
Planned Parenthood es una organización que brinda servicios de atención a la salud sexual, de los cuales alrededor del 6% involucra un aborto, explica Wheat.
“Suelen ser protestas ruidosas e intimidantes, diseñadas para avergonzar, estigmatizar e intimidar. Y cuando vamos al Capitolio es muy similar con los legisladores. Desde nuestra perspectiva, los hombres todavía están sobrerrepresentados”.
De hecho, gran parte del rechazo contra la participación de los hombres en el aborto está impregnado en el contexto histórico de un patriarcado que les dice a las mujeres qué hacer.
-“Desconexión”-
“Hay una desconexión”, critica Karl Locker. “Los hombres tienen la responsabilidad, como deberían tener, de ahí que les descuenten directamente de sus salarios la manutención de los hijos, pero al mismo tiempo no tienen derecho sobre un aborto”.
“La gente no lo ve, mantiene a los hombres fuera”, agrega Theo Purington, de 34 años, cuya novia embarazada tuvo un aborto en el 2006 en contra de sus deseos, lo que lo dejó “deprimido y hecho un desastre”.
La experiencia lo llevó a involucrarse en el activismo provida y dar apoyo postaborto a hombres que pasan por situaciones similares.
“Si los hombres tuvieran que autorizar un aborto, creo que verían una caída del 50%, y es por eso que (los proveedores de abortos) no quieren que los hombres participen”, dice Purington.
“La mayor injusticia en este país hoy es que un hombre no puede proteger a su hijo no nato del aborto, (de la misma manera que) los hombres que protegen a sus hijos, es parte de nuestra responsabilidad”.
-“Beneficia a mujeres, hombres y familias”-
Amy Hagstrom Miller, quien dirige Whole Woman's Health, una compañía que administra siete clínicas que brindan servicios de aborto en cinco estados de Estados Unidos, opina que “los hombres están claramente involucrados al principio, en términos de embarazar a la mujer”.
“Cuando se trata de su cuerpo, se dibuja una línea”, agrega. “Es el embarazo de la mujer, lo lleva en su cuerpo y no puedes decirle a alguien qué hacer con su cuerpo y obligar a llevarlo a término. Una vez que lo haces, comienzas a entrar en áreas aterradoras”.
Hagstrom Miller dice que el movimiento por el derecho al aborto no se ha ayudado a sí mismo al enmarcar el aborto como un problema de mujeres. “El aborto beneficia a mujeres, hombres y familias. Millones de hombres se han beneficiado de tener acceso al aborto”.
Señala que más del 60% de las pacientes que pasan por un aborto ya son madres, una cifra respaldada por el Instituto Guttmacher, y que en su clínica aparecen muchas parejas batallando con un embarazo no planificado y con los complejos problemas que lo rodean.
Algunos factores que consideran son el tamaño de la familia que quieren tener y cómo un nuevo niño afectaría su situación actual o familiar.
- “Sinergia tóxica” -
Pero en contra del argumento de los involucrados en el asesoramiento postaborto, es lo que puede suceder más adelante lo que no se reconoce o no se habla lo suficiente debido a la política o la apariencia.
“Debido a la retórica que existe, la gente no puede abordar lo que hay ahí, que es una sensación de pérdida que afecta a hombres y mujeres”, dice Kevin Burke, un trabajador social y cofundador de Rachel's Vineyard, que organiza retiros de fin de semana para hombres y mujeres después de un aborto.
“Pero no te dan permiso para hablar de nada de eso, por lo que no puedes procesarlo”.
Burke agrega que, a través de su trabajo de asesoramiento a hombres de minorías raciales encarcelados, descubrió que las consecuencias de un aborto pueden aumentar si un hombre previamente experimentó dificultades en su infancia.
“La experiencia del aborto en los hombres, especialmente en casos de pérdida, abuso y traumas anteriores, puede contribuir a otros problemas que pueden llevar a los hombres a expresar su dolor, pérdida y rabia desde el abuso infantil y sus experiencias de aborto de manera destructiva”, explica Burke.
“Lo que hemos aprendido es que parecen interactuar en una especie de sinergia tóxica”.
Muchos señalan que no tienes que ser un activista antiabortista para sentir pena por un aborto, o que te persiga la duda sobre si hiciste lo correcto.
Por lo tanto, explica Burke, más tarde muchos hombres y mujeres cargan una gran cantidad de heridas morales y espirituales.
Hagstrom Miller dice que le gustaría ver un debate que se aleje “de una conversación de derechos a una conversación sobre dignidad y respeto, empatía y compasión”, un punto no muy alejado de los sentimientos sostenidos por algunas de las personas contra el aborto.
“Odio cuando hay personas fuera de las clínicas de aborto que gritan cosas como 'irás al infierno'”, dice Locker, quien se ha unido a grupos de oración fuera de las clínicas.
“Por un lado, no se está haciendo el trabajo (de disuadir a la mujer), y no muestras compasión; simplemente condenas a la madre, que también siente que está atrapada”.