Pasar de las promesas y consignas de campaña a los hechos es un desafío para cualquier presidente electo. Pero en el caso del estadounidense Donald Trump, la tarea parece titánica.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
En asuntos previsibles como formar un equipo de gobierno, o en otros más polémicos como su idea de deportar millones de inmigrantes, Trump podría estar descubriendo que presidir suele ser más difícil que recoger aplausos de una tribuna.
Una parte del problema tiene que ver con algo que paradójicamente jugó a favor de Trump en la campaña: el hecho de ser un outsider de la política, que prometía “drenar el pantano” de Washington para acabar con la corrupción en la capital.
Pero ahora el presidente electo debe sustituir su propia falta de experiencia de gobierno apelando a políticos profesionales, algunos con historial polémico, y asegurarse el apoyo de un Congreso ubicado en medio del “pantano”.
Por otro lado, para Trump llegó la hora de conciliar propuestas de campaña con la realidad, y algunos de sus dichos en materia económica, comercial o de política exterior pueden ser incompatibles hasta con otras ideas que él mismo lanzó.
“Todo candidato en la campaña hace muchas promesas, pero es un asunto diferente cumplirlas”, señala Max Stier, presidente y jefe ejecutivo del Centro para la Transición Presidencial, una organización no partidaria con sede en Washington D.C.
“Para Trump sería listo enfocarse en tener una agenda de gestión junto con la agenda política, porque sin gestión esas promesas de políticas no van a cumplirse”, dice Stier a BBC Mundo.
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—¿“Las mentes más grandes”?—
“Yo usaría las mentes más grandes. Conozco a los mejores negociadores”, dijo Trump en agosto sobre las personas que pensaba nombrar en su gabinete.
Pero sus primeros nombramientos de altos cargos este viernes fueron para veteranos conservadores y halcones, que apoyaron con entusiasmo su campaña cuando era criticado por figuras de su propio Partido Republicano.
Para el cargo de fiscal general, Trump eligió a Jeff Sessions, un senador de 69 años conocido por sus posturas antiinmigrantes y cuyo nombramiento como juez federal en 1986 fue rechazado por polémicos comentarios de connotación racial que formuló.
Como consejero de seguridad nacional, uno de los cargos más influyentes de EE.UU., Trump eligió a Michael Flynn, un teniente general retirado de 57 años que ha calificado la fe musulmana como una ideología política y un “cáncer”.
Y para dirigir la CIA, Trump eligió a Mike Pompeo, un representante republicano de 52 años que ha criticado al presidente Barack Obama por acabar en 2009 con técnicas de interrogatorio de la agencia de inteligencia consideradas tortura.
Estas designaciones pueden estar en sintonía con algunas de las cosas que Trump dijo durante la campaña, pero contrastan con el anuncio de su portavoz de que reuniría “un equipo amplio y diverso” más allá de posiciones políticas.
Trump demuestra así que está dispuesto a mantener sus duras posiciones preelectorales, pero la pregunta ahora es cómo va a entenderse con el Congreso, incluso con el ala más moderada de su partido.
“En nuestro sistema de gobierno dividido, va a ser muy difícil para el nuevo presidente Trump simplemente lograr sus objetivos de política por hazaña”, sostiene Stephen Wayne, un profesor de gobierno de la Universidad de Georgetown experto en la Presidencia.
“Va a tener que trabajar con los líderes republicanos y algunos demócratas”, dice Wayne a BBC Mundo. “Y si lo hace, va a tener que modificar su retórica y abrirse a sí mismo a dar más concesiones”.
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—¿“Drenar el pantano”?—
Para cumplir con su promesa de “drenar el pantano” de Washington, Trump planteó prohibirle a los funcionarios del gobierno realizar lobbies o cabildeos para el sector privado hasta cinco años después de dejar sus cargos.
La idea es evitar que miembros del Ejecutivo utilicen su experiencia y contactos para enriquecerse.
Pero los críticos advierten que, justo cuando Trump precisa llenar miles de cargos ejecutivos, esto podría quitarle incentivos para integrar el gobierno a potenciales colaboradores, por temor a que se estrechen sus opciones laborales luego.
Pero este plan se ha topado con el rechazo de autoridades de grandes “ciudades santuario” para inmigrantes, como Nueva York, Los Ángeles y Chicago, que se niegan a colaborar.
“Esta y otras ciudades a través del país harán todo lo posible para proteger a nuestros residentes y para asegurarnos que las familias no sean destrozadas”, dijo el alcalde de Nueva York, el demócrata Bill de Blasio, tras reunirse esta semana con Trump.
Expertos en migración advierten además que los inmigrantes indocumentados con antecedentes criminales en EE.UU. son menos de un millón y que para expulsarlos tendrán que pasar primero por cortes migratorias sin suficientes jueces.
“No hay forma rápida de deportar tres millones de personas”, dice a BBC Mundo Wendy Feliz, portavoz del American Immigration Council, un grupo sin fines de lucro en Washington,
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—¿Mejores salarios y comercio?—
Trump también prometió equilibrar la balanza comercial de EE.UU., actualmente en rojo, y estimular la actividad doméstica con obras de infraestructura o evitando que las industrias locales abran fábricas en otros países.
Pero, como ha demostrado la depreciación del peso mexicano frente al dólar tras las elecciones, cualquier expectativa de mejora de actividad en EE.UU. o de empeoramiento de la economía en otros países puede aumentar el valor de la divisa estadounidense ante otras monedas.
Y eso a su vez le haría perder competitividad a la industria estadounidense fuera de fronteras, complicando aún más la tarea de acabar con el déficit comercial.
“El tema del comercio internacional es muy difícil. En el pasado, presidentes y Congresos anticomercio recurrieron a mayores aranceles, que usualmente se encuentran con mayores aranceles en otros países. Eso resulta en menos exportaciones, pero más compras domésticas”, dice Wayne.
Y advierte que la idea de que Trump aumentará la cantidad de empleos bien pagos también enfrenta desafíos en un sistema capitalista donde el gobierno no controla la economía.
“Trump ha creado grandes expectativas”, señala Wayne, “que van a ser difíciles de llenar”.
Fuente: BBC
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