No solo será Donald Trump el sucesor impensado de Barack Obama. Puede que también el más insospechado de sus legados sea una feroz crisis dentro del Partido Demócrata, que entró en una debacle tras la derrota de Hillary Clinton, la mujer a la que apoyó como la “mejor preparada” para completar su trabajo.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
“El partido hoy está sin poder, sin identidad y sin líder”, dijo al diario argentino La Nación un referente demócrata en esta ciudad. El problema, con ser ya crítico para el desempeño político, podría sumar pronto un costado financiero. “Llegará un momento en que nuestros donantes corten aportes hasta que se vea más claro”, añadió.
La impensada derrota anticipó una crisis que el partido pensó que tendría, tal vez, dentro de cuatro años. Pero no ahora. Nadie, o casi nadie, había pensado seriamente en el escenario del fracaso y sus derivaciones.
Como candidata, Hillary sigue siendo la referente natural. Corresponde a ella decir qué será de su futuro. Pero la expectativa es que dé un paso al costado. Seguramente seguirá siendo una figura influyente. Lo mismo que su marido, el ex presidente Bill Clinton. Pero ninguno con cargos formales dentro de la estructura.
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Varios nombres asoman para tomar el liderazgo de una agrupación que se quedó sin identidad. Entre ellos, el del ex precandidato Bernie Sanders. Pero el veterano senador, derrotado por Hillary en la interna, tiene 75 años. Tendrá 79 cuando se abra la posibilidad de batallar por la Casa Blanca y eso parece mucha edad para semejante tarea.
También se habla de Elizabeth Warren, la senadora por Massachusetts que se abstuvo de presentarse en la primaria. Muchos la resisten por ser una opción mucho más radical en materia de izquierda.
Muchos piden a gritos que la primera dama, Michelle Obama, los rescate del lío. Goza de enorme popularidad, es hábil, podría ser una figura neutralizadora y tiene reconocidas dotes de liderazgo. De hecho, los mejores momentos de la campaña de Hillary fueron los que compartió con ella.
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El único problema es que Michelle Obama no quiere saber nada. O al menos eso dice y en lo único que piensa es en volver a una vida lo más parecido a la normalidad luego de haber vivido ocho años en la Casa Blanca. “Créanme, Michelle Obama no buscará jamás un cargo electoral”, dijo semanas atrás David Axelrod, el ex asesor electoral de Obama.
En medio de la debacle, otros abiertamente se postulan para llenar el vacío que dejó la derrota de Hillary, de quien nadie sabe muy bien qué intenciones tiene.
El hecho de haber logrado el voto popular -obtuvo 170.000 sufragios más que el presidente electo- le da oxígeno. Pero no lo suficiente como para quedar a cargo del partido. Los tiempos de los Clinton como brújula de los demócratas parecen haber llegado a su final.
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—¿Dónde está Hillary?—
Desde el discurso de derrota, que recién pudo dar el miércoles al mediodía, pasada ya la noche electoral, no se supo nada de ella. Quedó recluida en su hogar, en los suburbios de Nueva York.
Ayer reapareció, en bucólico paseo con sus perros, en un bosquecito aledaño a su casa. La vio una vecina que trotaba por allí y el encuentro -casual o no tanto- se convirtió en la noticia del día para el sufrido elenco demócrata. Fuera de eso, no hubo más de la otrora mujer fuerte de la política.
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—¿Quién manda aquí?—
La pregunta ya empezó a sonar en reuniones de comité que organizan los distintos brazos locales del partido. Hay más nombres en la carambola.
Por ejemplo, el de Tim Kaine, el senador por Virginia que fue compañero de fórmula de Clinton. Pero su apenas decoroso triunfo en su propio estado no lo deja en posición muy fuerte.
Quien disparó lo más parecido a una campaña interna es el gobernador de Vermont, Howard Dean, quien lideró el comité nacional entre 2005 y 2009. Bastó que diera ese paso para que otros corrieran detrás del mismo hueso.
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Los aliados de Sanders lanzaron ya al diputado por Minnesota Keith Ellison, mientras que el ex precandidato presidencial Martin O'Malley también dijo que se siente en condiciones. Otro que también podría lanzarse es el líder del partido en New Hampshire, Raymond Buckley. Pero, hasta ahora, todos son nombres.
Lo cierto es que el partido no sabe siquiera para dónde orientarse. “Tenemos que retomar el contacto con los trabajadores, con la clase que está mas abajo”, dijo la senadora Warren. Algo parecido sostuvo Sanders.
Por ahora, la disputa apenas asoma y promete días difíciles por delante.
Fuente: La Nación, GDA
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