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Monos recién nacidos son arrancados de sus madres y sujetados por los científicos, quienes los obligan a poner sus cabezas de un lado a otro para ver qué posición prefieren. Bebes que son enjaulados con sus madres, quienes han sido sedadas químicamente y les han tapado sus pezones con cinta adhesiva, los bebes aterrados gritan y lloran, sacudiendo desesperadamente a sus madres inertes. Recién nacidos que son inmovilizados dentro de jaulas diminutas y colocados en unas “cámaras de sustos”.
Esas y otras escenas estremecedoras forman parte de un extenso registro de fotos y videos que la organización protectora de los animales PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) difundió para denunciar al Instituto Nacional de Salud (NIH) de Poolesville, Maryland (Estados Unidos) por los crueles experimentos psicológicos arcaicos a los que someten a los animales.
Según la denuncia de PETA, cada año nacen en el NIH entre 40 y 60 monos. Muchos de ellos son tratados para que tengan una predisposición genética a enfermedades mentales. Además, la mitad de los monos que nacen son separados de sus madres a las pocas horas de ver la luz y nunca son regresados.
“A algunos bebes les dan como madre 'sustituta' una botella de agua cubierta con un paño... estos bebes huérfanos son más propensos a sufrir de ansiedad grave, agresión, depresión, diarrea, pérdida de pelo y de otras enfermedades físicas y mentales, así como a desarrollar comportamientos autodestructivos como morderse a sí mismos y arrancar su propio pelo”, indica PETA.
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Foto: PETA
PETA sostiene que ha obtenido documentos, cientos de fotografías y más de 500 horas en videos inéditos grabados dentro de las instalaciones del NIH, que detallan el abuso psicológico al que son sometidos los monos bebes en experimentos a los que califica como crueles y obsoletos. Agrega que la mayoría de monos son sacrificados y disecados antes de cumplir los 8 años.
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Una mona es sedada. (Foto: PETA)
La organización indica que este tipo de experimentos en monos datan de los años 50 y que fueron iniciados por el psicólogo estadounidense Harry Harlow. En su momento fueron calificados como infames por su crueldad.
Asevera que Harlow y su entonces estudiante Stephen Suomi crearon el “pozo de la desesperación”, una caja oscura de metal diseñada para aislar a los monos del mundo exterior. A los pocos días, los monos encerrados dentro del pozo enloquecían, balanceándose sin cesar y sujetándose con fuerza a sí mismos, rasgando y mordiendo su propia piel y arrancándose el pelo. Cuando finalmente se les liberaba del aislamiento, estaban demasiado traumatizados como para interactuar con otros monos, y algunos se encontraban tan conmocionados y deprimidos que morían de inanición, sostiene PETA.
Harlow murió en 1981, pero su discípulo Suomi sigue con los experimentos, denuncia la organización.
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Foto: PETA