Algo indiscutible sobre los 520 días que John Bolton trabajó junto al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es que logró meter a América Latina en el radar de una Casa Blanca que la ignoraba.
Como asesor de Seguridad Nacional de Trump, Bolton fue arquitecto del endurecimiento de la política de Washington hacia los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, a los que denominó la “troika de la tiranía”.
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Su fijación con Venezuela y rechazo al presidente Nicolás Maduro fue tal que, entre fines de enero y mediados de abril, Bolton dedicó tres de cada cuatro de sus tuits al país sudamericano.
Pero la crisis venezolana se volvió también uno de los temas de discrepancias entre Bolton y Trump, quien llegó a quejarse en privado de que fue mal informado sobre lo fácil que sería sustituir a Maduro por el líder opositor Juan Guaidó.
Mientras que Trump suele ser contrario a promover cambios de gobierno en otros países y a involucrar a EE.UU. en conflictos extranjeros, Bolton es un “halcón” que cree en la necesidad de ese tipo de políticas incluso con el uso de la fuerza.
Pero el anuncio de Trump este martes de que había despedido a Bolton por discrepar con sus sugerencias en distintos temas plantea una pregunta: ¿qué consecuencias tendrá esto en su política hacia América Latina?
Anuncio por Twitter
La salida de Bolton dejó una vez más en evidencia lo imprevisible que es la gestión de Trump, quien al anunciar la noticia por Twitter indicó que tuvo “fuertes desacuerdos” con su asesor.
Añadió que la semana próxima nombrará a un nuevo consejero de Seguridad Nacional, el cuarto desde que inició su mandato hace menos de tres años.
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Informé a John Bolton la pasada noche que sus servicios dejan de ser necesarios en la Casa Blanca. Discrepé fuertemente con muchas de sus sugerencias, al igual que otros en el gobierno...
Las diferencias entre Trump y Bolton iban mucho más allá de Venezuela y alcanzaban temas delicados de la política exterior de EE.UU. como Irán, Corea del Norte y Afganistán.
Trump se ha mostrado dispuesto a explorar la vía del diálogo con Corea del Norte e incluso Irán, e invitó a líderes del Talibán a EE.UU. para buscar un acuerdo de paz, aunque canceló el encuentro el fin de semana.
En cambio Bolton, que participó en los tres gobiernos republicanos previos al de Trump y promovió la guerra de Irak en 2003, se opone a negociar con quienes considera enemigos.
Bolton “era más militarista que Trump y creo que Trump se sentía incómodo con eso”, dice a BBC Mundo Mark Feierstein, director de asuntos hemisféricos en el Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Barack Obama.
“Esperemos ver un enfoque más coherente y cohesivo de la política exterior con su partida: las cosas estaban bastante caóticas”, agrega Feierstein.
¿Cambio real?
Para prever con más claridad el cambio que supone realmente el alejamiento de Bolton de la Casa Blanca, habrá que saber primero quién lo va a sustituir.
Algo en lo que coinciden observadores es que difícilmente Trump elegirá para el cargo a alguien de línea igual o más dura que Bolton.
Respecto a la política hacia América Latina, dependerá también de la permanencia o salida del equipo del Consejo de Seguridad Nacional que maneja los asuntos regionales, advierte Feierstein, hoy asesor de Albright Stonebridge Group, un influyente grupo de consultoría global con sede en Washington.
“Antes de la llegada de Bolton, la política hacia Cuba era menos dañina para el pueblo cubano” y en la política hacia Venezuela “había más estrategia que ahora”, señala.
En el caso de Cuba, Bolton impulsó cambios que revirtieron parcialmente el acercamiento que Obama había iniciado con el gobierno de la isla, por ejemplo restringiendo viajes y remesas.
En Venezuela, defendió las sanciones económicas contra el gobierno de Maduro y la petrolera estatal PDVSA, y llamó sin éxito a los líderes militares a apoyar al líder opositor Guaidó, a quien Trump reconoció como presidente interino del país a fines de enero.
La permanencia de Maduro en el poder, con el apoyo de Rusia y China, y la dilatación de la crisis venezolana contribuyó al desgaste de Bolton. Según medios de EE.UU., Trump criticó la postura intervencionista asumida, contraria a su idea de mantenerse alejado de crisis extranjeras.
Con la salida de Bolton, Guaidó ha perdido un aliado importante en la Casa Blanca.
Pero la política de EE.UU. hacia Venezuela o cualquier otro país estaba lejos de depender exclusivamente de Bolton.
Consultado por la prensa en la Casa Blanca sobre lo que puede significar para Venezuela la salida de Bolton, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, recordó este mismo martes que su oficina y el Departamento de Estado “han estado increíblemente activos en las sanciones” a ese país.
“Estamos preocupados por la gente allí y lo que está sucediendo en la crisis humanitaria”, agregó junto al secretario de Estado, Mike Pompeo, quien también ha promovido la salida de Maduro.
Cynthia Arnson, directora del programa América Latina del Wilson Center en Washington, sostiene que “Bolton prestó atención a América Latina en la medida en que estaba comprometido con el cambio de régimen en Venezuela, Cuba y Nicaragua”.
Pero advierte que Bolton no estaba solo en sus puntos de vista y su reemplazo “en el mejor de los casos, podría abrir una oportunidad para un nuevo enfoque” hacia toda la región.
“Sin embargo, es raro que un asesor de seguridad nacional de EE.UU. se preocupe profundamente por América Latina”, dice Arnson a BBC Mundo.
“Mis expectativas de un cambio fundamental son bastante bajas”.