El productor cinematográfico estadounidense Harvey Weinstein fue inculpado en un tribunal de Nueva York el viernes por los delitos de violación y agresión sexual en dos hechos separados, uno ocurrido en 2004 y otro en 2013, informó la Oficina del Fiscal de Manhattan.Las identidades de las dos mujeres implicadas en las acusaciones no fueron divulgadas.
Casi ocho meses después de que su carrera se hundiera bajo cientos de acusaciones de agresión y acoso sexual, que desataron el movimiento global #MeToo, Weinstein fue obligado a pagar una fianza de un millón de dólares y a usar una pulsera electrónica con GPS para quedar en libertad a la espera de juicio.Weinstein, otrora una de las personalidades más influyentes de Hollywood y cuyas películas ganaron decenas de Óscar, “se declarará no culpable”, dijo a periodistas su abogado, Ben Brafman, al salir de la corte.“Tenemos la intención de actuar muy rápidamente para desestimar estos cargos. Creemos que tienen defectos constitucionales. Creemos que no están respaldados por la evidencia”, agregó frente a la corte de Manhattan, donde Weinstein compareció brevemente para que se fijaran las condiciones de su fianza.
Son los primeros cargos criminales contra el magnate de 66 años, que vestido con saco azul marino y una camisa clara, había sido recibido por docenas de fotógrafos y cámaras de televisión a su llegada a la estación policial, a la que entró sin hacer declaraciones.El productor, que no había aparecido públicamente tras las primeras revelaciones en octubre sobre las agresiones sexuales que habría cometido, ha negado hasta ahora haber mantenido relaciones sexuales “no consentidas”.
Desde las primeras revelaciones en su contra, más de un centenar de mujeres entre las que se cuentan actrices como Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow y Rose McGowan han afirmado que las acosó, que abusó sexualmente de ellas o incluso las violó.Por las investigaciones del diario The New York Times y la revista New Yorker -recompensadas con el premio Pulitzer- se descubrió que Weinstein utilizó su poder para obligar a jóvenes actrices, o a aspirantes a serlo, para realizar sus fantasías sexuales, algunas veces haciéndose ayudar por sus empleados y comprando el silencio de sus víctimas con acuerdos de confidencialidad.