Washington. Barack Obama lo admite: no es fácil ser presidente de Estados Unidos. “Después de seis años en el cargo sigue habiendo gente que dice soy arrogante, distanciado, desdeñoso. Esas personas son tan tontas. Por eso no me reúno con ellas”, cuenta el mandatario demócrata provocando carcajadas ente la multitud sentada en la sala.Seguir a @Mundo_ECpe!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Obama disfruta visiblemente de la reacción. Y es que no siempre lo que dice como presidente tiene una buena resonancia. Además, también tiene una explicación de por qué se siente “más relajado que nunca”, a pesar de toda la carga que supone la presidencia: “Estos masajes en los hombros de Joe Biden (el vicepresidente) hacen milagros”.
En Washington se celebró este sábado el banquete de gala anual para los periodistas acreditados en la Casa Blanca. La estrella siempre es el presidente y su discurso, en la medida de lo posible divertido, es el momento culminante de la noche.
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Foto: Reuters
Para Obama ya es la séptima vez que asiste a este tradicional banquete con representantes de los medios en el hotel Hilton en Washington. Además, ha mostrado reiteradas veces su vena humorística en tertulias televisivas y en otras ocasiones, y cada vez se ha superado a sí mismo.
Por ejemplo, recientemente bromeó que tiene sus ventajas ser un “pato cojo” -expresión que se utiliza para los presidentes que terminan su mandato- y no poder ser reelegido: esto te hace sentir libre y despacharte con más gusto. Y eso es lo que hizo Obama en la noche del sábado. Nadie puede estar seguro de no convertirse en objeto de burla por parte de Obama: enemigos, amigos o los propios medios, y también el propio presidente se toma el pelo a sí mismo.
“Me veo tan viejo que John Boehner ya ha invitado a Netanyahu a hablar en mi funeral”, dice el presidente burlándose del presidente republicano de la Cámara de Representantes, que en marzo invitó, pasando por alto a la Casa Blanca, al primer ministro israelí a pronunciar un discurso ante el Congreso.
Sin embargo, antes de emprender el viaje al cementerio, Obama aún tiene muchas cosas que hacer, según sus propias palabras. Tiene que reparar un sistema de inmigración roto, lanzar amenazas de veto, negociar con Irán y, en medio de todo esto, encontrar tiempo para “rezar cinco veces al día”, dice Obama, aludiendo nuevamente a aquellos políticos de extrema derecha que sostienen que él es musulmán, uno de sus temas favoritos cuando tiene la oportunidad de actuar como comediante.
Sin embargo, Obama también muestra compasión, al menos hacia su ex secretaria de Estado Hillary Clinton, que aspira a sucederle como presidenta y que durante su primer tour electoral en Iowa intentó con tanto ahínco proyectar una imagen de cercanía al pueblo que daba la impresión de estar actuando forzadamente. Al respecto, Obama dijo que tiene una amiga que hasta hace pocas semanas ganaba millones de dólares y que ahora vive en un minibús.
La sala está llena a rebosar. En total son unas 2.600 personas que están sentadas en mesas de a diez. Las empresas mediáticas tuvieron que pagar por cada mesa 3.000 dólares. El banquete rápidamente se convierte en un espectáculo televisivo al que asisten como invitados famosos del sector del entretenimiento y del mundo empresarial, y con una alfombra roja como en Hollywood. Por ejemplo, la cadena CNN invitó a la actriz Jane Fonda, “USA Today” a Jane Seymour y Fox News a Donald Trump y Martha Stewart.
En el mundo de los medios estadounidenses no a todos le gusta que el evento se haya ido convirtiendo a lo largo de los años en semejante espectáculo. Por ejemplo, Tom Brokaw, quien es algo así como el decano de los medios estadounidenses, se mostró harto en el 2012 cuando uno de los invitados a la cena, la actriz Lindsay Lohan, causó un gran revuelo. Otros consideran que la gala es un encuentro demasiado íntimo entre los medios y la política, por lo que prefieren no asistir.
Sin embargo, no todo fueron halagos para Obama el sábado por la noche. Por ejemplo, la cómica estadounidense Cecily Strong, a quien los anfitriones habían contratado como oradora, hizo unas alusiones desenvueltas a las huellas del envejecimiento del presidente: después de seis años en la Casa Blanca, el índice de popularidad de Obama es del 48% y el índice de canas en su pelo un 85%.
Fuente: DPA