GISELLA LÓPEZ LENCI
Antes, mucho antes de Edward Snowden, hubo un grupo de ocho estadounidenses que decidió filtrar información confidencial y comprometedora del FBI. Eran los años de la Guerra de Vietnam y los pacifistas decidieron poner al descubierto los oscuros métodos del Gobierno Estadounidense para espiar y perseguir a los ciudadanos que consideraban peligrosos.
Casi nada se supo de ellos luego de aquel 8 de marzo de 1971. Debían permanecer en la sombra para no ser detenidos. Pero después de 43 años, y gracias a la publicación de un libro que cuenta los detalles de esta historia de espionaje, cuatro de ellos decidieron contar su versión.
Era la noche de la histórica pelea entre Mohammed Ali y Joe Frazier. Millones estaban frente al televisor. Era el perfecto distractivo. Los activistas irrumpieron en una oficina del FBI en Media, un suburbio ubicado a 35 kilómetros de Filadelfia. Habían estudiado el local durante meses y verificaron que no tenía un sistema de seguridad activado.
Uno de los activistas, Keith Forsyth, era el encargado de abrir las cerraduras. Una vez adentro recogió los documentos, los puso en varios portafolios y huyó con ellos. Afuera lo esperaba el resto del grupo en diferentes autos, con los que llegaron a una granja. Estando ahí se dieron cuenta de la dimensión de lo que habían descubierto.
Se trataba de una serie evidencia contra el FBI y la manera en que su entonces director, el polémico J.Edgar Hoover, vigilaba a estudiantes universitarios que protestaban contra la Guerra de Vietnam, jóvenes afroamericanos y sospechosos de ser izquierdistas; así como los métodos de interrogatorio y la persecución a líderes de los derechos civiles. De hecho, en uno de los documentos se descubrió una carta a Martin Luther King –asesinado en 1968- donde lo amenazaban de revelar sus relaciones extramaritales sino se suicidaba.
Sin rastroLos documentos fueron entregados, de manera anónima, a los periódicos más importantes del país, que empezaron a revelar poco a poco los frutos de las investigaciones. El FBI, por su cuenta, también realizó una investigación para dar con los ladrones.
Durante los años que siguieron, los miembros del grupo rara vez se comunicaron. Decidieron no hacerlo para no ser descubiertos y evitar ser capturados. Pese a que en 1976 expiró la orden de aprehensión contra ellos, continuaron manteniendo el anonimato.
Es gracias a la publicación del libro “El robo: El descubrimiento de los secretos del FBI de J. Edgar Hoover”, de la periodista Betty Medsger, que algunos de los protagonistas de esta historia decidieron contar los detalles de la operación. William Davidon, quien ideó el plan, murió el año pasado. Tres han preferido seguir en las sombras, señala “The New York Times”.
“No necesitábamos atención, porque lo que hicimos necesitaba hacerse”, cuenta John Raines, ahora de 80 años, quien participó en la operación junto a su esposa Bonnie. “Los sesenta terminaron. Ya no tenemos que cargar con algo que hicimos entonces”.