Era un escenario que se preveía. Alberto Nuñez Feijóo no logró los apoyos suficientes en el Congreso de los Diputados para ser elegido presidente de España.
Aunque los sondeos daban una clara victoria del PP en las elecciones del pasado 23 de julio y, de hecho, ganó en votos y escaños a otras formaciones políticas, no fueron lo suficiente para obtener el respaldo en el Parlamento.
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Que Feijoó ganara las elecciones pero no lograra ser presidente se explica por las peculiaridades del sistema político español.
Al contrario de lo que sucede en la mayoría de los países de América Latina, España se rige por un sistema parlamentario.
Es decir, en las elecciones generales no se elige directamente al presidente, sino a un Parlamento. Y son sus miembros los que votan la formación de un Ejecutivo.
Se requiere un voto favorable de una mayoría absoluta de 176 de los 350 diputados para ser investido presidente en un primer intento o mayoría simple, más síes que noes, en un segundo.
Nuñez Feijóo obtuvo en julio 136 escaños y en una primera votación, con el apoyo de Vox, partido de extrema derecha, además de Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria, llegó a 172 curules, 4 menos de los necesarios para la mayoría absoluta.
En la segunda votación de este viernes Feijóo tampoco lo logró.
Tuvo 172 votos a favor frente a 177 en contra y un voto nulo.
“Ya no hay posibilidad de triunfo de ningún candidato, no existe éxito posible en el engaño o la mentira”, dijo Feijóo en su discurso, en el que se centró en atacar a Pedro Sánchez.
Y, ante los escenarios que se prevén, le interpeló: “Tenga el valor de decir lo que España tendrá que soportar si usted es presidente del Gobierno, para que España sepa qué piensa de las exigencias claras y nítidas de los partidos independentistas de la Camara”.
Pedro Sánchez no intervino en la sesión. En su lugar, lo hizo el socialista Óscar Puente, que acusó a Feijóo de haber participado en un “simulacro de investidura para sus objetivos personales”.
Más allá de diálectica política, ¿qué puede pasar ahora?
El fracaso de Feijóo en la primera votación puso en marcha el reloj para unas nuevas elecciones. Pero antes está la carta de Pedro Sánchez.
La Constitución prevé que se someta a votación el candidato del siguiente partido con más escaños en el Congreso, en este caso, el PSOE, que obtuvo 122 escaños.
Ahora, con la caída de Feijóo, el ciclo se repite: Sánchez dará un discurso con el programa de gobierno ante el Congreso y deberá ganar por mayoría absoluta o por mayoría simple en segunda votación.
Pero tampoco esto parece tarea fácil.
Sánchez tendrá que hacer alianzas con otros partidos, porque solamente con los escaños del Partido Socialista no puede ganar ni en primera vuelta ni en segunda.
Su objetivo ahora será reeditar lo que ha llamado “bloque de la investidura”, la heterogénea relación de grupos de izquierda y nacionalistas que facilitaron su investidura en 2020.
Necesitará el apoyo de Sumar, formación afín de izquierdas con Yolanda Díaz a la cabeza, pero también de partidos nacionalistas e independentistas de Cataluña y País Vasco, como PNV, EH Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Aun así, no será suficiente.
El escollo más grande en este momento, según destacan los analistas, es conseguir el apoyo del partido JuntsxCatalunya. Y lo que esto puede suponer.
“No haremos presidente a Sánchez a cambio de nada”, dijo la cabeza de lista del partido, Miriam Nogueras, en julio.
La agrupación independista ya dijo en campaña que reclamará un referéndum sobre la independencia de Cataluña.
También pidieron que se desjudicialice el llamado procés, que ocurrió en 2017, con Mariano Rajoy al frente del gobierno de España.
¿Cuál ha sido la respuesta de Sánchez estas semanas?
Anunció la creación de una ley de amnistía para los políticos y líderes catalanes implicados en el procés.
En ese tiempo, Cataluña llevó a cabo un referendo sobre su independencia, declarado previamente ilegal y suspendido por el Tribunal Constitucional. Se celebró en una jornada violenta con la intervención de fuerzas de seguridad del Estado.
El entonces gobierno catalán, encabezado por el expresidente Carles Puigdemont, consideró los resultados legítimos y declararon de modo unilateral la independencia de Cataluña.
Tras ello, varios políticos y líderes catalanes fueron enjuiciados y encarcelados. Puigdemont huyó del país y se estableció en Waterloo, Bélgica.
Aunque en 2021 el gobierno español ofreció un indulto a los políticos que cumplían cárcel, sobre Puigdemont sigue pendiente una orden de extradición.
Entonces, resumiendo, tanto JuntsxCatalunya como Esquerra Republicana (ERC) piden una suerte de tábula rasa sobre esos hechos y la posibilidad de hacer un nuevo referéndum a cambio de darle su apoyo a Pedro Sánchez en el Congreso.
Algunas voces, como la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, ya han pedido a Feijóo que “ceda” algunos votos del PP a Sánchez o se abstenga a votar en su contra a fin de sacar adelante la investidura de Sánchez pero sin el apoyo de Junts.
Hasta las elecciones del 23 de julio el propio Sánchez se había opuesto a una amnistía para los independentistas catalanes.
Sánchez evitó intervenir en el Congreso en estos días de votación y no se ha pronunciado respecto a la amnistía en ese foro.
Núñez Feijóo calificó por esto al posible gobierno de Sánchez como “gobierno de la mentira” y dijo que, antes que esto, era “más decoroso optar por la segunda opción, convocar nuevas elecciones”.
La posible ley de amnistía también ha generado duras críticas por parte de integrantes históricos del PSOE, como el expresidente Felipe González.
Desde la primera votación en el Congreso a Feijóo, el pasado 27 de septiembre, el reloj empezó a contar. Desde ese momento, hay un plazo de dos meses para que un candidato obtenga el respaldo de la Cámara Baja.
Si Sánchez no logar armar una mayoría, difícilmente otro candidato más lo logrará. Se llega así a una situación de bloqueo que derivará en la convocatoria de nuevas elecciones, previstas en este caso para el 14 de enero de 2024.
No es la primera vez que este escenario se da en España. Ya ocurrió en los comicios de 2016 y 2019.
La aparición de nuevos partidos como Podemos, Ciudadanos, y posteriormente Vox y Sumar, fragmentaron el panorama político que, fundamentalmente, había sido ocupado por PSOE y PP.
En 2016, el entonces líder del PP Mariano Rajoy ganó las elecciones, pero no se presentó a la investidura por la falta de apoyos, justo lo que ahora le pasó a Núñez Feijóo.
En esa ocasión, Pedro Sánchez, que también quedó en segundo lugar, intentó ser investido y evitar así la repetición electoral, pero no tuvo los votos necesarios.
Hubo repetición electoral, Rajoy volvió a ganar y finalmente logró la investidura con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PSOE.
Tres años después, se vivió una situación similar, pero con resultado opuesto.
En abril de 2019, con Pedro Sánchez como presidente del gobierno tras una moción de censura que retiró a Rajoy del poder el año anterior, el PSOE ganó las elecciones, pero no tuvo los apoyos necesarios para formar gobierno.
Hubo una nueva convocatoria en noviembre de ese mismo año, Sánchez repitió victoria y en esa ocasión alcanzó un acuerdo de coalición con Unidas Podemos, entonces liderada por Pablo Iglesias.
Sánchez ya empezó sus negociaciones al día siguiente de las elecciones de julio. Queda ahora ver si, en estos días, cristalizan esos apoyos para investirlo presidente o si España deberá volver de nuevo a las urnas.
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