El hombre que mató al vendedor ambulante Alika Ogorchukwu en la calle y a plena luz del día en la ciudad Civitanova Marche de Italia, fue identificado como Filippo Claudio Ferlazzo, un paciente psiquiátrico de 32 años. Debido a que tiene antecedentes de ataques de ira como consecuencia de un problema de salud mental por el que Justica le designó un tutor legal. “¿Por qué no estaba siendo monitoreado a pesar de que tenía un guardián?”, se preguntó el abogado del nigeriano.
Filippo Claudio Ferlazzo es un trabajador italo-austríaco que estaba de paseo por la nombrada ciudad con su novia cuando mató a Alika Ogorchukwu en la calle por el supuesto comentario que le hizo a ella. La familia del asesino vive en Salerno, una localidad próxima a Nápoles en el sur de Italia. Sin embargo, él nació en Austria y tiene la doble nacionalidad.
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La Justicia designó como tutora legal de Ferlazzo a su madre, Úrsula, quien dijo estar “desconsolada” por lo que hizo su hijo y agregó: “Nunca hubiera pensado que podría llegar tan lejos”. Aquella orden judicial fue dictada luego de que el agresor protagonizara un ataque parecido hace unos años en la ciudad de Lecce. Tras ese violento episodio, Ferlazzo fue diagnosticado con un trastorno de bipolaridad.
Las pericias realizadas en la calle Umberto I -donde ocurrió el asesinato- indican que el ataque se cometió luego de que Filippo siguiera por más de una cuadra a Alika, una vez que este se alejaba de la pareja tras haberles insitido para que le compraran o le dieran un euro, según informó ANSA.
Junto al italiano estaba su novia Elena, de 45 años, quien se encontraba adentro de un local de ropa cuando sucedió el crímen. Después de que su novio golpeara con una muleta y ahorcara hasta la muerte a Alika durante cuatro minutos, se volvieron a juntar a la salida del negocio y ella le gritó al verlo ensangrentado: “¿Qué hiciste?”.
Cuando la Policía se acercó al sitio encontraron a Elena inmovil junto al cuerpo del nigeriano y en estado de shock. En ese momento, Ferlazzo -con quien mantenía una relación desde hace unos ocho meses- se había ido y le robó el celular a su víctima. A los pocos minutos, los efectivos lo encontraron y, luego de entregarse sin resistirse, el agresor confesó el homicidio. “No se cómo pudo pasar”, declaró según informó La Stampa.
El crimen generó una gran repercusión en Italia. Cientos de personas se movilizaron en las calles de diferentes ciudades para exigir justicia y un cese hacia la discriminación contra los inmigrantes afriacanos.
Testimonios y pedido de justicia
La novia de Ferlazzo declaró como testigo y dio su versión del asesinato. “Habíamos salido de la estación de trenes. Ese señor me pedía dinero insistentemente, se me acercó de forma indiscreta -le dijo a la Policía- y me sujetó del brazo”, detalló Elena. Además contó cómo lo vio llegar a su pareja: “Lo vi venir hacia mí manchado de sangre, con un teléfono en la mano que no era suyo y le dije: ‘¿Qué hiciste?’. Y me respondió en el oído, casi susurrando: ‘Vamos, le di una paliza a uno’”.
Francesco Mantella, el abogado que representa a la familia de Ogorchukwu recalcó cómo podía ser que alguien tutelado no estuviera bajo control. “¿Por qué no estaba siendo monitoreado a pesar de que tenía un guardián?”, dijo el abogado, según informó La Repubblica.
Ogorchukwu tenía un hijo de 8 años junto a su esposa y, además, mantenía a una niña de 10 años que vivía con ellos que no era hija suya. “Las disculpas no son suficientes”, dijo la familia a través del abogado. “Lo que se necesita ahora es justicia, no venganza. Es difícil entender lo que pasó”, expresaron.
“Tenemos miedo, cuando salimos de casa no nos sentimos seguros”, contó Daniel Chibunna Amanze, un destacado exponente de la comunidad nigeriana en la región de Marche, tras el asesinato en una entrevista.
Además, Chibunna Amanze reflexionó sobre la nula ayuda que recibió Alika en el momento del ataque. “Ahora estamos pidiendo justicia y protección, no solo para nosotros. Nuestra sociedad está enferma, la indiferencia está secando el corazón de tanta gente. No se puede mirar pasivamente la escena de un crimen sin intervenir, sin tratar de detener al asesino o llamar a la Policía. La gente estaba interesada en grabar”, concluyó.
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