Juan Carlos Aguilar, conocido como el falso monje shaolín y profesor de artes marciales, reconoció hoy ante el tribunal que le juzga en Bilbao (norte) que torturó y mató a la mujer colombiana Jenny Sofía Rebollo, de 40 años y a la nigeriana Maureen Ada Otuya, de 29, en junio de 2013.
“Si, lo reconozco todo”, dijo a preguntas del fiscal durante la primera sesión de este juicio, que estaba previsto que se desarrollara hasta el 5 de mayo, pero que se acortará ya que el acusado ratificó en la sala lo que ya expuso en una carta remitida recientemente al tribunal.
Queda por dilucidar si en el caso de Ada Otuya se puede apreciar el agravante de ensañamiento, como mantienen las acusaciones particulares que solicitan 45 años de prisión para el acusado. La Fiscalía, por su parte, pide 40 al calificar estos hechos de asesinato con alevosía.
Aguilar, bilbaíno nacido en 1966 y que regentaba un gimnasio en el centro de su ciudad, presenció hoy el juicio sentado y en actitud distante; a ratos con los ojos cerrados y casi en posición de oración y, en otros, sin fijar la vista y mirando a la lejanía.
El del falso monje shaolín fue un caso muy seguido por los medios de comunicación españoles hace dos años y esa expectación se repitió hoy con una amplia presencia en la primera jornada del juicio.
El hermano de la colombiana Jenny, Jeyner Rebollo, definió al acusado como “un peligro ambulante” que, si sale de la cárcel, “volverá a hacer lo mismo”.
Aguilar “no se arrepiente” de lo que hizo y su confesión es una “estrategia” para “no tener que responder a preguntas y que le rebajen la condena”, relató el hermano de la víctima a los medios de comunicación al finalizar la sesión.
En su declaración, Aguilar únicamente respondió a las cuestiones planteadas por el fiscal y su abogada defensora.
En el caso del representante del Ministerio Público se limitó a responder “sí” a diversas preguntas; entre ellas, si agredió a ambas mujeres hasta la muerte, si despedazó el cuerpo de Jenny y si ató y estranguló a Ada.
Su abogada le interrogó sobre su oferta, conocida hoy, de indemnizar a la familias de las víctimas con la liquidación de sus bienes, y Aguilar respondió que le “consta” que con anterioridad “ha habido negociaciones” con las otras partes personadas en el juicio, pero que no aceptaron un acuerdo.
También argumentó que desde la cárcel no tiene acceso a sus cuentas corrientes, ahora embargadas.
A SANGRE FRÍASegún el relato de hechos reconocido por Aguilar, el 1 de junio junio de 2013 asesinó en su gimnasio a Jenny Rebollo, a quien dijo no conocer previamente y a la que agredió con puñetazos y patadas hasta causarle la muerte, tras lo cual seccionó el cadáver y se deshizo de él.
La mujer colombiana era madre de dos niños, uno de ellos tenía en el momento del incidente cuatro años y vivía en España y el otro tenía ocho y residía en Colombia.
Al día siguiente Aguilar llevó al mismo gimnasio a Maureen Ada Otuya, de 29 años, a la que maniató en un habitáculo del local y estranguló con una cuerda.
Ada Otuya ejercía la prostitución en Bilbao, una ciudad en la que llevaba viviendo un año, después de tres de estancia en España.
Fue por esta mujer por la que se conocieron los hechos, ya que logró llegar hasta la puerta del gimnasio que daba a la calle para pedir socorro. La puerta estaba cerrada y Aguilar consiguió llevarla de nuevo al interior del local.
Sin embargo, una mujer que estaba cerca se percató del incidente y llamó a la Policía.
Los agentes lograron entrar en el gimnasio y encontraron en el citado habitáculo a Aguilar, con el torso desnudo y las manos ensangrentadas, junto a Ada Otuya, herida y con ataduras en las manos, los pies y el cuello.
La mujer fue hospitalizada en estado de coma y falleció tres días más tarde.
Fuente: EFE