En su último discurso de entrega de los premios Príncipe de Asturias, el heredero de la corona española llamó a sus compatriotas a enfrentar el pesimismo, la frustración y la desconfianza. “No podemos permanecer indiferentes o inmóviles; debemos reaccionar”, dijo Felipe. Y el que reaccionó fue su padre.
La abdicación del rey Juan Carlos se produce luego de casi tres años de declive en la imagen que tienen los españoles de su monarquía, del que parece haberse salvado el heredero al trono.
En octubre de 2011, en plena investigación judicial por las actividades de un instituto vinculado al marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin, la Casa Real registró un resultado inferior a 5 (en una escala de 1 a 10) en un índice que mide la confianza de los españoles en sus instituciones. Era la primera vez en que la monarquía reprobaba desde que ese sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas comenzó en forma periódica en 1994.
La confianza de los súbditos hacia su monarquía caería con los años a menos de 4 puntos, gracias -entre otras cosas- al accidente del rey durante una caza de elefantes en Botsuana en 2012. Pero contrario a esta tendencia, la imagen de Felipe se iría consolidando con su mayor protagonismo en actos públicos y funciones protocolares, debido a la ausencias de su padre por problemas de salud.
Su estilo sobrio, su profesionalismo y su manejo perfecto de los idiomas inglés y francés incluso lo salvaron de la decepción y las críticas cuando en 2013 Madrid perdió su tercera candidatura olímpica, a tal punto que el diario El País publicó una nota intitulada “Madrid pierde, el Príncipe gana”.
Sin embargo, la popularidad del hombre que se convertirá en el rey más joven de Europa (Felipe tiene 46 años, dos años menos que Guillermo de Holanda, quien llegó al trono tras la abdicación de la reina Beatriz) no es una garantía de blindaje para la monarquía.
Tras conocerse la noticia de la abdicación, ciudadanos y partidos políticos españoles convocaron a concentraciones en ciudades de toda España a favor de la República y se mostraron a favor de un referendo en el que los españoles puedan decidir si desean mantener o no a la Casa Real.
Experiencia e impulso
En su discurso de abdicación, el rey Juan Carlos dijo que su hijo tiene “la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir la jefatura del Estado”.
Dos características del príncipe, según las palabras del monarca, le permiten encarnar la estabilidad: “la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación”.
Esa experiencia comenzó el 22 de noviembre de 1975 cuando asistió al primer actor oficial a los 7 años: la proclamación de su padre como rey.
Pero los periodistas españoles más veteranos recuerdan que el primer acto político en el que se vio involucrado fue su bautismo religioso. El 8 de febrero de 1968, esa ocasión, que constituyó su presentación en sociedad implicó, entre otros sucesos históricos, el regreso de la reina Victoria Eugenia (su bisabuela) a España después de 37 años de exilio, la primera -y única- vez que el general Francisco Franco visitó el Palacio de la Zarzuela y la última vez que el generalísimo se cruzaría con el padre de Juan Carlos, Juan de Borbón, el hombre que no pudo ser rey.
En el ámbito internacional, su primer viaje oficial al extranjero fue a América Latina, más precisamente a Colombia el 31 de mayo de 1983, para representar a la jefatura del Estado en el 450 aniversario de la Ciudad de Cartagena de Indias.
En estos casi 30 años, Felipe ha sido la personalidad política que ha asistido a casi todas las tomas de posesión de los presidentes latinoamericanos, pero no solo ha visitado la región por eventos políticos: en noviembre de 1998 el príncipe realizó una gira por Centroamérica para solidarizarse con las víctimas del huracán Mitch, que causó unos 2.500 muertos y cientos de miles de damnificados.
Dentro de las fronteras de su país, el príncipe debió consolar a las víctimas de varias tragedias: desde el desastre natural en la costa gallega por el derrame del buque petrolero Prestige a fines de 2002 hasta los atentados de militantes islámicos en Madrid en marzo de 2004.
Reacio a dar entrevistas, desde muy joven el futuro rey de España tuvo que pedir respeto a su intimidad: en julio de 1990 y ante las informaciones sobre su relación amorosa con Isabel Sartorius, Felipe solicitó en un encuentro informal con periodistas que no hurgaran en su vida privada.
En 2006, le dijo al periodista Jesús Rodríguez del diario El País que los discursos que pronuncia durante los eventos de sus fundaciones (Príncipe de Asturias y Príncipe de Girona) eran los más personales: “En ellos siempre meto algún mensaje personal a los españoles, sobre todo a los jóvenes”.
En 2013, en su último discurso de entrega de los premios Príncipe de Asturias, reconoció que era difícil dejar atrás al pesimismo, pero llamó a todos a “superar ese estado de ánimo”.
Éxito e ilusión
El tercer hijo de los reyes Juan Carlos y Sofía fue declarado heredero de la corona española por decreto real el 22 de enero de 1977 y el primero de noviembre de ese año recibió el título de Príncipe de Asturias en la basílica del Real Sitio de Covadonga.
Felipe ostenta además los títulos de Príncipe de Girona, Príncipe de Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer.
Durante su juventud alcanzó el título de oficial en las tres armas: tras su paso por la Academia General Militar (Zaragoza), la Escuela Naval Militar (Marín) y la Academia General del Aire (San Javier), el príncipe se convirtió en teniente coronel de Infantería, capitán de fragata y teniente coronel del Ejército de Aire.
El único hijo varón de los reyes Borbones también obtuvo el título de licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y estudió una maestría en Relaciones Internacionales en Washington, Estados Unidos.
Más allá de su formación cívico-militar, la prensa española destaca, entre otros momentos de exposición pública durante la juventud del heredero, su rol de abanderado en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 (Felipe tiene un diploma olímpico en la disciplina de vela).
El 22 de mayo de 2004, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid, los ojos de España volverían a posarse en los casi dos metros de altura de Felipe de Borbón, cuando contrajo matrimonio con una periodista divorciada, Letizia Ortiz. Con ella tiene dos hijas, Leonor y Sofía.
A la princesa Letizia se refirió en su discurso de 2013, cuando habló de la solidaridad que ambos habían presenciado en Angrois, el barrio de Santiago de Compostela sacudido por el accidente ferroviario del 24 de julio de ese año.
En ese discurso llamó a recuperar la ilusión y la confianza “que fundamenta cualquier éxito, individual o colectivo”.
Su éxito individual a partir de hoy será recuperar la confianza en la monarquía y la ilusión de los españoles en una institución que algunos ven como una garantía de la democracia y otros como un resabio -caro para los tiempos que corren- del pasado.