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París (EFE)
Tras meses de expectación y rumores sobre su futuro político, el expresidente de Francia, el conservador Nicolas Sarkozy, quien fue acusado de corrupción en julio de este año, anunció que intentará volver a dirigir a su partido, ante la impopularidad del socialista François Hollande y el avance de la extrema derecha de Marine Le Pen.
Sarkozy, que al perder las elecciones presidenciales en 2012, en las que venció Hollande, aseguró que dejaba la política, justificó su regreso al debate público por la “desesperanza” que ha sentido entre sus compatriotas en estos dos años y medio.
“Quiero demasiado a Francia; estoy demasiado apasionado por el debate público y por el futuro de mis compatriotas como para verlos condenados a elegir entre el espectáculo desesperante del presente y la perspectiva de un aislamiento sin salida”, señaló Sarkozy a través de un extenso mensaje en su página de Facebook.
Sarkozy, de 59 años, hacía de este modo una doble alusión: por un lado, al ascenso del ultraderechista Frente Nacional (FN), el partido más votado de Francia en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado mes de marzo.
Por otro, se refería también a la impopularidad récord de su sucesor en el Palacio del Elíseo, François Hollande, que solo alcanza el 13 por ciento de las simpatías de sus ciudadanos en la última encuesta disponible.
Ese sondeo, el peor de una espiral descendente de la aprobación del actual presidente francés, se realizó después de que nombrara un nuevo gobierno, que ha rebajado sus previsiones económicas y ha anunciado que necesitará dos años más para cumplir su compromiso de reducir el déficit público por debajo del 3%, objetivo que no se alcanzará hasta 2017, año de elecciones presidenciales.
“He visto crecer como una marea inexorable la angustia, el rechazo, el enfado con el poder y de su mayoría pero, más ampliamente, con todo lo que toca de cerca o lejos la política”, agregó el político conservador, que será candidato en el congreso que su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), celebrará el próximo 29 de noviembre.
El polítco tendrá que superar a otros dos pesos pesados de la derecha francesa que también optan a hacerse con las riendas del partido.
Se trata de los exprimeros ministros Alain Juppé, de 69 años, y François Fillon, de 60 años, que ya habían hecho oficial sus aspiraciones políticas al frente de la UMP, un partido dividido, arruinado y salpicado de escándalos de corrupción.
En ese sentido, Sarkozy señaló que en los próximos tres meses intentará crear “un gran agrupación que se dirija a todos los franceses” con un “nuevo proyecto” y un “modo de funcionamiento” que representen “una alternativa creíble”.
El expresidente tiene na denuncia por “corrupción activa” y vinculado a otras ocho causas judiciales, entre ellas la presunta financiación irregular de su campaña de 2007 con dinero del derrocado dictador libio Muamar El Gadafi.
REACCIONES EN SU CONTRATras hacer oficial su retorno, el Partido Socialista (PS) reaccionó por medio de su primer secretario, Jean-Christophe Cambadélis, quien aseguró que Sarkozy “no escapará a su balance, que será su cruz”.
“Nadie duda de que el expresidente ve en su candidatura a la cabeza de la UMP que va a refundar (...) la manera de escapar o de alejarse de sus causas” judiciales, agregó en una comparecencia ante la prensa el líder socialista.
En el mismo sentido, el presidente del Frente Nacional (FN), Florian Philippot, señaló en declaraciones a “BFM TV” que Sarkozy es “el hombre del pasado, el hombre de la mentira y de un balance catastrófico”, mientras que la eurodiputada ecologista y magistrada Eva Joly se preguntó en Twitter si el expresidente no regresa “para protegerse de sus asuntos judiciales”.
Desde el entorno más cercano a Sarkozy, la exministra y portavoz de su campaña a la reelección, Nathalie Kosciusko-Morizet, aseguró a a la prensa que el expresidente será capaz de lograr “una gran unión para Francia, más allá de las divisiones de los partidos políticos”.