Durante el último debate que tuvo con el entonces mandatario francés Nicolás Sarkozy en las elecciones del 2012, Francois Hollande lanzó la siguiente promesa: “yo, presidente de la República, haré que mi comportamiento sea en todo instante ejemplar”. Por estos días, cuando ha salido a la luz el affaire que tiene con la actriz Julie Gayet, solo los más libertinos dirían que Hollande está cumpliendo con su palabra.
A lo largo de su carrera política, su apariencia le ha valido a Hollande todo tipo de mofas. Apodos como 'flanby' (flan) o 'gordinflón' lo acompañaron durante la campaña en la que se batía con el mujeriego Nicolás Sarkozy y lo ubicaban como la antítesis del seductor. Él mismo alimentaba esa figura ya que se promocionaba como un “presidente normal” alejado de los escándalos. Sin embargo, si uno revisa su vida personal podrá percatarse que las conquistas siempre lo han acompañado.
Hollande nació en 1954 en el seno de una familia de clase alta que le permitió acceder a los mejores centros educativos. Justamente en uno de ellos, la Escuela Nacional de Administración, conoció y enamoró a la que sería su primera pareja, Segolene Royal. Ambos, bajo la tutela del ex mandatario Francois Mitterrand, se convirtieron en dirigentes importantes del Partido Socialista y llegaron al Parlamento. Paradójicamente, sus logros políticos impidieron que pudieran casarse ya que la legislación francesa impide que dos diputados estén unidos en matrimonio. El 2007 fue un año clave para la pareja. Su unión de treinta años concluyó en el mismo período en el que Royal se convirtió en candidata presidencial. Sin embargo, la relación hacía agua desde mucho tiempo atrás. En aquel entonces, Hollande ya tenía una relación de varios años con la periodista Valérie Trierweiler.
Su nueva relación marcó algunos cambios en su por entonces habitual discreción. En el 2009 decidió cambiar su imagen al reunir un equipo de comunicación y adelgazar once kilos. Un año después, se le veía dando entrevistas sobre su vida amorosa en una revista de la farándula. En ese tiempo decía que Trierweiler era la mujer de su vida. También aprovecharía la caída en desgracia de Dominique Strauss Kahn para convertirse en el candidato presidencial del Partido Socialista.
Pero en la campaña contra Sarkozy volvió a sus raíces y se promocionó como el hombre bueno capaz de pararse a escuchar los problemas de cualquier transeúnte. Dicha imagen no logró entusiasmar al electorado pero le bastó para derrotar a un desgastado Sarkozy. Su llegada al Elíseo no logró que mejorara su imagen. Hasta el momento es el presidente peor valorado de Francia en treinta años porque se considera que no es un líder capaz de integrar al país.
Hollande recién ha reaccionado con energía con la revelación del affaire con Gayet. El viernes pasado amenazó a la revista “Closer” por haberse involucrado en su vida privada y hoy se negó a hablar del tema en una conferencia de prensa. El 'flan' se ha puesto tan duro que ha provocado que Trierweiler sea hospitalizada. El hombre bueno ha sacado las garras. Todo indica que sus parejas no hicieron caso del adagio de las abuelas que señala: “cuídate de las aguas mansas, que de las aguas bravas me cuido yo”.