Numerosos lugares emblemáticos del patrimonio cultural e histórico de la humanidad han sufrido en los últimos años el embate de terremotos, ataques terroristas, guerras e incendios, como le sucedió ayer a la catedral de Notre Dame en París, devastada durante unas horas por el fuego.
Las catedrales
Hace trece años, en agosto del 2006, la catedral de la Santísima Trinidad de San Petesburgo (Rusia), corrió una suerte similar a Notre Dame. Su cúpula principal y una de las cuatro menores se derrumbaron a consecuencia de un incendio, cuando se encontraba en proceso de restauración. En el 2010 fue reabierta.
En setiembre del 2018 también fue reabierta la capilla del arquitecto Guarini en la catedral de San Juan Bautista de Turín (Italia), una joya del barroco construida para albergar la Sábana Santa, veintiún años después del incendio que la destruyó el 11 de abril de 1997.
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El incendio también se produjo cuando la catedral realizaba obras de restauración. Todos recuerdan la dramática imagen de los bomberos rompiendo con una maza la cristalera que custodiaba el Santo Sudario, que finalmente pudo ser salvado.
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Museos y castillos
En el 2018 también fue pasto de las llamas el Museo Nacional de Río de Janeiro, con 200 años de antigüedad y 20 millones de piezas que databan de diferentes periodos y países. El fuego se originó por un cortocircuito en un aparato de aire acondicionado.
En la última década del siglo pasado, varios edificios icónicos como la ópera de Venecia, la Fenice (1996) en Italia; el Liceo de Barcelona (1994) en España; o la parte noreste del castillo de Windsor, en Inglaterra (1992), quedaron destrozados por incendios. También en 1992 ardió la biblioteca de Sarajevo, en este caso por los disparos de los artilleros serbios durante la guerra de Bosnia.
El patrimonio histórico, objetivo yihadista
No fue un accidente o un siniestro, sino la acción deliberada del Estado Islámico la causante de la destrucción sufrida en el 2015 en la ciudad siria de Palmira, con unos 2.000 años de antigüedad y declarada Patrimonio de la Humanidad en 1980. Los yihadistas redujeron a escombros los templos de Baal Shamin y Bel, tres emblemáticas torres funerarias y el Arco del Triunfo.
El Estado Islámico también fue responsable, en febrero y marzo del 2015, de la destrucción y el saqueo de piezas de valor histórico en Iraq. Primero fueron el yacimiento de Dur Sharrukin y el Museo de la Civilización en Mosul, y luego las ruinas de Nimrud, capital del imperio Asirio, y la ciudad milenaria de Hatra, patrimonio de la Humanidad desde 1985. Hatra resistió en dos ocasiones el asalto de los romanos gracias a su muralla de 2.000 años de antigüedad, pero no pudo con los yihadistas.
Entre los numerosos enclaves históricos que han sufrido el ataque de los yihadistas en Siria, también se cuenta la ciudad Antigua de Alepo, Patrimonio de la Humanidad, y su Gran Mezquita, parcialmente destruida en el 2013 por un incendio durante la guerra.
En el 2001 los talibanes destruyeron con dinamita y disparos de tanque las monumentales figuras de Buda de Bamiyan, en el centro de Afganistán, que databan del siglo VI y habían sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Los fundamentalistas consideraron que las figuras eran ídolos contrarios al Corán.
La ciudad maliense de Tombuctú, Patrimonio Mundial desde 1988, fue parcialmente destruida por grupos extremistas islámicos, entre ellos Al Qaeda, que la ocuparon entre junio del 2012 y enero del 2013. La Unesco cifró en 4.200 los manuscritos desaparecidos durante ese período, en el que también fueron destruidos una decena de mausoleos de la ciudad, varios santuarios y la puerta secreta de la mezquita de Sidi Yahia.
Terremotos en Nepal y Myanmar
En los últimos años varios terremotos han causado graves daños al patrimonio de la humanidad, con especial relevancia los que se registraron en Nepal y Myanmar.
En abril del 2015, un fuerte sismo causó enormes daños en el patrimonio histórico del valle nepalí de Katmandú. Alrededor de 750 estructuras con valor religioso o cultural quedaron reducidas a escombros y los siete lugares más importantes sufrieron daños muy graves, entre ellos la plaza Durbar de Patan, los palacios de Hanuman Dhoka en la capital, y el recinto monumental de Bhaktapur, que resultaron prácticamente destruidos.
En agosto del 2016 un terremoto de 6,8 grados en el centro de Myanmar dañó cerca de 400 templos en el complejo arqueológico de Bagan, capital del antiguo reino birmano de Pagan entre los siglos IX y XIII y que reúne más de 3.000 estupas y pagodas en una superficie de unos 40 kilómetros cuadrados.FUENTE: EFE