Hace casi 80 años, Snowdonia, una región montañosa de Gales, en Reino Unido, se preparaba para recibir algunas de las pinturas más preciadas del mundo.
En toda Europa, los nazis que avanzaban ya habían saqueado o destruido millonarias obras de arte.
Mientras las tropas aliadas huían de Dunkerque, las bombas caían sobre Londres y la invasión alemana parecía inevitable, parte de la atención se centró en cómo proteger la colección de la National Gallery británica.
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Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, las pinturas se habían almacenado en varias ubicaciones temporales de Gales, pero no eran del todo adecuadas para el largo plazo.
Los expertos estuvieron buscando un escondite en Reino Unido hasta que encontraron Manod Quarry, en Blaenau Ffestiniog, Gales.
Un espacio inexpugnable
Manod había sido una cantera durante más de un siglo.
Las excavaciones habían creado un espacio cavernoso en el corazón de la montaña, y cubierto con decenas de metros de pizarra y granito, era prácticamente invulnerable a los bombardeos.
Además, su lejanía permitía mantener la misión en secreto más fácilmente.
Suzanne Bosman, investigadora de la Galería Nacional y autora de The National Gallery in Wartime (“La National Gallery en tiempos de guerra”), explica que mover casi 2.000 obras de Leonardo da Vinci, Rembrandt, Van Dyck, Turner y Constable fue una gran empresa.
“Las canteras frías y húmedas no son realmente buenos lugares para obras de arte de valor incalculable, por lo que, antes de que estas se mudaran, se construyeron seis cabañas de ladrillo herméticas en el interior de la montaña”, explicó.
“De hecho, las condiciones en las que se guardaron en Manod fueron considerablemente mejores que en las que se exhibían en la National Gallery antes de la guerra, y la evacuación enseñó mucho al personal sobre conservación”.
Las pinturas más grandes se empaquetaron en enormes cajas especialmente diseñadas y fueron transportadas por carretera.
Las más pequeñas se trasladaron en furgonetas de correos y camiones de reparto para evitar llamar la atención.
Luego eran cargadas en vagones sellados -que circulaban por estrechas vías construidas para este propósito- hasta las puertas de las cabañas, y se descargaban una vez que estaban dentro del espacio con las condiciones de aire estrictamente controladas.
Sin embargo, Bosman explica que no siempre funcionaba tan bien.
“El retrato ecuestre de Carlos I de Van Dyck es un monstruo, de 3,6 por 2,9 metros, y cuando se lo cargó en la parte trasera del camión era incluso más alto”, dijo.
“En las cercanías de la cantera hay una curva en S cerrada, justo donde la carretera pasa por debajo del arco de un puente ferroviario”.
“Es como tratar de pasar un sofá por la esquina en unas escaleras”.
“Al final, tuvieron que excavaren la superficie de la carretera para bajarla unos centímetros; es una medida de cuán importante fue la evacuación”.
El gobierno mantuvo su contrato de arrendamiento en Manodhasta la década de 1950, para que desempeñara el mismo papel en caso de una tercera guerra mundial.
Sin embargo, la cantera y las cabañas en el interior están en mal estado y el acceso está estrictamente controlado.
Bosman es una de las pocas personas que ha estado dentro en un cuarto de siglo, cuando se unió al escritor y explorador Will Millard como parte de la serie de la BBC Hidden Wales.
Millard lo describió como una de las experiencias más conmovedoras de su vida profesional.
“Estaba absolutamente asombrado por lo que se había logrado allí en solo seis meses”, dijo Millard.
En el interior, aún se pueden ver las marcas en la pared donde colgaban las pinturas, y el suelo está lleno de higrómetros y termómetrosque habrían controlado todos los aspectos de las condiciones.
“Es verdaderamente un testimonio del ingenio y la determinación que Reino Unido mostró durante la Guerra”.