Sídney. El cardenal australiano George Pell espera detenido en una prisión de Melbourne la sentencia que se le impondrá el miércoles por cinco cargos de abusos sexuales, uno de ellos por penetración oral, a dos menores en 1996.
El prelado de 77 años se encuentra detenido desde el 27 de febrero, un día después de que se diera a conocer el veredicto de culpabilidad por el que se enfrenta a una pena de hasta diez años por cada una de las acusaciones.
Un jurado de 12 personas del Tribunal de Victoria, la segunda instancia judicial de ese estado australiano, le declaró culpable en una decisión que tomó por unanimidad el pasado 11 de diciembre.
Pell fue juzgado por segunda vez después de que en un primer proceso sobre los hechos ocurridos en la catedral de St Patrick de Melbourne contra dos niños no identificados de 13 años, el jurado no alcanzara la unanimidad.
“En nuestro sistema el Fiscal de la Policía tiene que probar que los cargos van más allá de la duda razonable”, explicó a Efe el abogado Carlos Bielli, quien precisó que cuando no se alcanza la unanimidad se invalida el proceso.
La acusación se basó en el testimonio de 14 testigos, incluido el de la única de las dos víctimas que sigue viva y que decidió denunciar los hechos cuando la otra murió en 2014 de una sobredosis de heroína.
Pese a que los hechos ocurrieron hace más de veinte años, el testimonio de la víctima fue aceptado como válido en el caso contra el cardenal, la más alta autoridad de la Iglesia Católica acusada de pederastia.
“La mayoría de las víctimas abusadas recuerdan muy bien los detalles centrales de un hecho durante muchos años: el 'quién' y el 'qué', la naturaleza del contacto y la identidad del perpetrador”, explicó Jane Goodman-Delahunty, experta en psicología forense al portal news.com.au.
“Legalmente la evidencia de un testigo, si se determina que es creíble, es suficiente (...) la ley permite la condena basada en la evidencia de una persona”, precisó la experta que contribuyó en el informe sobre la memoria de las víctimas para una comisión que investigó la pederastia en Australia.
Durante el juicio, Pell, quien se declara “no culpable”, se acogió a su derecho a no declarar y en su lugar se utilizó la declaración que hizo a la Policía australiana en 2016 en un hotel de Roma, cuando el cardenal aun era jefe de las Finanzas del Vaticano.
“Qué montón de basura absoluta y vergonzosa. Completamente falso, es una locura”, dijo entonces Pell al ser preguntado por las acusaciones en el vídeo de la Policía difundido después de que el juez Peter Kidd levantara la orden que impedía difundir detalles del caso en Australia.
El magistrado justificó esa orden para evitar influir al jurado en un segundo caso contra Pell por abusos sexuales a menores que habría cometido en una piscina de Ballarat, su ciudad natal, en la década de 1970, y fue levantada cuando la Fiscalía desistió de seguir el proceso.
Antes de conocer la condena, su defensa presentó una apelación contra el fallo del jurado ante el Tribunal Supremo de Victoria, la máxima instancia de ese estado australiano, que será analizada por un panel de tres jueces el 5 de junio.
“Si esos jueces otorgan el permiso para apelar, los mismos tres jueces escucharán la apelación inmediatamente después”, según explicó a Efe una fuente judicial.
El recurso, al que tuvo acceso Efe, argumenta, entre otros, que el veredicto “es poco razonable y no puede apoyarse en las pruebas” y que no se pudo satisfacer al jurado “más allá de toda duda razonable apoyándose únicamente en la palabra del demandante”.
Más allá del Supremo de Victoria, el recurso de apelación por cualquiera de las partes aún tendría recorrido hasta el Tribunal Superior de Australia, la máxima instancia del país y que tendría la palabra final, precisó Bielli. Fuente: EFE