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El gobierno de Estados Unidos anunció este domingo la transferencia a Uruguay de seis prisioneros del centro de detención de Guantánamo, en el sureste de Cuba.
El Departamento de Defensa de EE.UU. dijo que son cuatro sirios, un tunecino y un palestino.
Fueron detenidos por presuntos vínculos con grupos insurgentes, pero nunca fueron acusados.
Este mismo año, el presidente de Uruguay, José Mujica, se ofreció a dar refugio a seis presos de Guantánamo.
El anuncio causó gran sorpresa, ya que hasta ahora ni siquiera países considerados fuertes aliados de Washington se ofrecieron públicamente a recibir a los prisioneros de Guantánamo.
¿Por qué aceptó Uruguay darles asilo? Es lo que se preguntan en el propio país, donde muchos lo atribuyen a otra de las inesperadas decisiones de “el Pepe”, como se conoce informalmente al presidente.
El propio Mujica se ocupó de aclararlo en su columna radial, en marzo. El mandatario hizo hincapié en el hecho de que las gestiones con EE.UU. por este tema están “lejos de estar cerradas”, pero confirmó que Washington le consultó hace varios meses si su país podía recibir a algunos refugiados.
“Luego de algunas gestiones contestamos que sí, porque hoy y siempre, con la excepción de los dolorosos años de la dictadura, el Uruguay ha sido un país de refugio y para nosotros esta es una cuestión de principio”, contó el mandatario.
Mujica, un exguerrillero que pasó 14 años tras las rejas durante el régimen militar en su país, dijo que “no nos podemos hacer los distraídos ante la formidable tragedia de gente que lleva 12, 13 años sin comunicación con el mundo y detenida sin causa probada, ni haber visto un fiscal o un juez. Sin ningún tipo de garantía. Esta es una vergüenza humana”, sentenció.
APOYO A OBAMA
El mandatario también explicó por qué estaba dispuesto a ayudar a Obama:
“Hoy hay un presidente en EE.UU. que hizo campaña con este asunto, que hace tiempo lucha por terminar con esa vergüenza. No le es fácil, porque sus posibilidades y sus recursos están encuadrados y limitados en las potestades y los pareceres que tiene el Senado norteamericano”, señaló.
Sin embargo, aclaró que su postura no significa un alineamiento con la política de Washington.
“Mucho, mucho hemos criticado y seguiremos criticando al imperialismo yanqui, a sus abusos de poder, por acá y por allá”, acotó.
Según adelantó Mujica, Uruguay no sería el único país que accedió a recibir a detenidos: “18 países han dado sus colaboraciones similares para ayudar a terminar esta vergüenza. Y son 89 los prisioneros que sin causa se han ido o se están yendo de Guantánamo”, contó.
Además, el mandatario descartó que los exprisioneros representen una potencial amenaza para su país y dijo que su llegada podría ser beneficiosa:
“Este pequeño Uruguay supo dar refugio (…) a los anarquistas perseguidos y expulsados por otros países, cuando decían que eran terribles terroristas, y acá les daban cobijo y trabajo, y vaya qué fruto le dieron al Uruguay”, recordó.
¿A CAMBIO DE QUÉ?
En marzo, el jefe de Estado había dicho que el posible traslado de prisioneros de Guantánamo no era un “acuerdo” con EE.UU. sino “un pedido por una cuestión de derechos humanos”.
Consultado sobre qué pidió a cambio dijo: “Yo tampoco hago favores gratis, paso la boleta”, aunque luego especificó que “esto hay que hacerlo porque sí”.
Sin embargo, en su alocución aclaró que sí pidió algo a Washington:
“No lo hacemos por plata o conveniencia material, es por una cuestión de principios, pero no tenemos empacho en decir que le pedimos por favor al gobierno norteamericano que haga lo posible porque esos dos o tres prisioneros cubanos que hace muchos años que están allí, que busque la manera de liberarlos, porque también eso es una vergüenza”, señaló.
Si bien no aclaró a quiénes se refería, se cree que habría estado hablando de los tres espías cubanos, miembros de la llamada “Red Avispa”, que cumplen condenas en cárceles estadounidenses y a los que La Habana considera héroes.
Por otra parte, Mujica consideró que dando este paso, su pequeño país ganará “un poquito de autoridad moral para decirle a los más poderosos: sean un poco menos orgullosos, menos impositivos”.
Además, sugirió que buscaba dar un ejemplo a todos los que se llenan la boca hablando de derechos humanos: “Estuve un montón de años preso y estoy podrido de lo que se habla: derechos humanos es esto”, sentenció.
SERVIDORES
A pesar de que Mujica consideró que su decisión debería ser motivo de orgullo nacional (“si estas gestiones culminan, el Uruguay debe sentirse servidor en una causa que es cerrar una vergüenza de la humanidad”), lo cierto es que muchos no apoyan su iniciativa.
El precandidato presidencial Luis Lacalle Pou, del opositor Partido Nacional, informó que convocará de manera “urgente” al ministro de Relaciones Exteriores, Luis Almagro, para que explique ante el Congreso la decisión del Ejecutivo, a la que se opone.
A través de un comunicado, el diputado dijo que “el tema no se circunscribe en el marco de ningún acuerdo internacional” y “no tiene ningún argumento jurídico”.
Otro precandidato blanco, el excanciller y senador Sergio Abreu, también dijo que convocará a Almagro, y cuestionó la legalidad de la medida porque “no está claro en qué régimen estarían en Uruguay”.
Por su parte, el precandidato del mismo partido Jorge Larrañaga dijo a través de la red social Twitter que “aceptar presos de Guantánamo es aceptar el régimen de Guantánamo, sin tratado internacional ni habilitación del parlamento. Enorme error”.
Tampoco el colorado Pedro Bordaberry estuvo de acuerdo: “Bastantes líos tenemos aquí para importar los líos de otros; las prioridades son otras, creo, no Guantánamo”, señaló.
Según la analista política Mariana Pomies, de la encuestadora Cifra, el tema aún no ha generado gran polémica en Uruguay, un país acostumbrado a los anuncios excéntricos de su presidente.
“Mujica suele anunciar como 35 ideas por día, la mayoría de las cuales quedan en la nada, así que esto solo cobrará trascendencia si los opositores le dan importancia al tema”, opinó.
En tanto, la experta dijo a BBC Mundo que la percepción de muchos analistas es que, más allá de la cuestión moral, el gobierno uruguayo tratará de sacar algún provecho económico o político del asunto.
“En este momento Uruguay no necesita ayuda pero siempre es bueno tener a EE.UU. de amigo”, afirmó.