En julio de 2021, cuando se oficializó que Francia Marquez sería precandidata presidencial de Colombia y competiría contra Gustavo Petro en la consulta de la coalisión Pacto Histórico, había una pancarta gigante con cuadros blancos y negros. En cada uno se leía: “Soy porque somos”.
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Ese día Márquez empuñó el micrófono con sus dos manos y habló durante 20 minutos que concluyó con contundencia: “Que viva el pueblo negro, que viva el pueblo indígena, que viva el pueblo campesino, que vivan las mujeres, que vivan los jóvenes. ¡Que viva soy porque somos!”.
Esa última frase que adoptó como lema de campaña y que sigue popularizando ahora como vicepresidenta de Colombia con Petro como presidente, tiene su origen en la filosofía sudafricana ubuntu.
Al buscar ubuntu en Internet, lo primero que aparece es información sobre un software libre. También se encuentran fundaciones, estudios, marcas de ropa y hasta grupos de teatro que usan el término como nombre porque quieren ser relacionados con un significado poderoso.
Ubuntu es una palabra que le da nombre a una filosofía de vida de gran importancia y simbolismo en Sudáfrica.
En español se traduce “yo soy porque usted es”, o como lo ha adoptado la ahora vicepresidenta de Colombia, “soy porque somos”.
Márquez ha explicado que entiende ubuntu como una “apuesta de vida” que “nos enseña a vernos y construirnos en colectivo. A reconocer que soy en tanto ustedes son, que nuestra humanidad está entrelazada con la naturaleza, que somos parte de ella y no dueños”.
Pero la nueva vicepresidenta de Colombia no es la única personalidad de la política moderna que ha hecho referencia al término públicamente. El expresidente estadounidense Barack Obama, por ejemplo, lo mencionó en su intervención durante el funeral del líder sudafricano Nelson Mandela en 2013.
El mandatario dijo que ubuntu capturaba el legado de Mandela y su reconocimiento sobre cómo “estamos todos conectados de maneras que son invisibles a nuestros ojos”.
El mismo Mandela había contado, en una entrevista, que cuando era jóven un viajero de su país había parado en su aldea y no había tenido que pedir comida ni agua porque tan pronto llegó, la gente local se la ofreció. “Ese es solo un aspecto del ubuntu, pero hay muchos”, dijo.
En África, “muchas culturas/tribus creen en el concepto de preocuparse por el bienestar de los demás”, cuenta Michael Kaloki, periodista de BBC África.
“Por ejemplo, cuando un visitante llega a tu casa, debes asegurarte de que coma hasta saciarse, incluso si a veces eso significa que a tu familia no le queda suficiente para comer”
Y según explicó la autora y emprendedora de Zimbabwe Gertrude Matshe a BBC Brasil, una forma de entender el término es pensar que así como las células de un mismo organismo son codependientes, la humanidad también lo es: “Nos necesitamos unos a otros para optimizar nuestro bienestar físico y mental”.
Según Kaloki, aunque el término ubuntu hace parte de la identidad de los pueblos bantúes, un grupo étnico de África Subsahariana, se popularizó al sur del continente.
Es justamente allí en donde se encuentran algunas de las poblaciones más afectadas por el régimen racista, conocido como apartheid, que empezó en 1948 y que segregaba a los afrodescendientes al prohibirles mezclarse con los blancos.
Así que cuando el apartheid llegó a su fin, en 1994, el ubuntu se estableció como una forma de sanar colectivamente ese pasado de discriminación dolorosa.
“Estábamos transitando de un pasado represivo a una democracia. El problema entonces era: cómo podemos seguir adelante como sociedad, cómo reconstruimos Sudáfrica”, dice James Ogude, profesor de la Universidad de Pretoria, en un reciente documental de la BBC titulado “What we can learn from the African philosophy of ubuntu” (Qué podemos aprender de la filosofía africana ubuntu).
Y fue ahí cuando el arzobispo sudafricano Desmond Tutu habló de ubuntu como una filosofía de resolución de conflictos. Tutu propuso buscar en el pasado de la sociedad “para encontrar un sistema de valores que nos ayudará con la justicia restaurativa, el perdón y la sanación”, explica Ogude.
Entonces, ubuntu, como concepto, ofreció una base filosófica para unir a afros y blancos, así como a afros provenientes de diferentes territorios y comunidades. Fue una manera de explicar y contextualizar una forma de vida que se ha practicado desde siempre en las comunidades afrodescendientes sudafricanas.
“Ubuntu no es algo que me enseñaron creciendo en Zimbabwe. Lo aprendí por observación, viendo a las personas que me rodeaban. Recuerdo que mis padres solían decir siempre: 'Haz algo pequeño cada día para ayudar en casa, para ayudar en la comunidad, porque eso se acumula en cosas grandes'. Así que eso se convirtió en mi manera de vivir”, explicó en una conferencia la autora Gertrude Matshe.
Y algo parecido ha dicho Márquez sobre su infancia en el Cauca, en el sur de Colombia:
“La crianza en mi comunidad se basa en valores como la solidaridad, el respeto y la honestidad. Se nos enseña [...] a valorar y amar el territorio como espacio de vida.”
Quizás lo más relevante dentro de la filosofía ubuntu es que se plantea como una interconexión y cuidado más allá de las relaciones humanas.
“Implica que somos co-creadores, se basa en el reconocimiento de nuestra interdependencia, en el balance de la biodiversidad”.
“La consciencia de que nuestra humanidad se mueve más allá de la relación entre humanos, es decir, entre humanos y no humanos precisamente, porque estamos implicados en sus formas de vida y ellos en las nuestras”, dijo Ogude.
Esto también se ve reflejado en la noción de tiempo como un continuo, pues es clave reconocer el pasado del universo para pensar en su futuro. Reconocer al mundo que nos ha precedido para actuar en nuestro presente que, a su vez, será el pasado de las generaciones que vienen.
Según el profesor Ogude, lo que ubuntu le ha enseñado es que “lo que llamamos conocimiento desterrado o sistemas indígenas que tenemos aquí en África, y en muchos otras partes del mundo, tiene mucho valor.”
Y es un reconocimiento que ha estado, también, muy presente en el discurso político de la nueva vicepresidenta de Colombia.
“Soy una mujer afrodescendiente, crecí en un territorio ancestral que data desde 1936. Soy parte de un proceso, de una historia de lucha y resistencia que empezó con mis ancestros traídos en condición de esclavitud”, ha dicho Márquez.
Un reconocimiento que ha aterrizado con su plan de trabajo por la igualdad con el medio ambiente y con los grupos étnicos que han estado presentes desde el inicio de Colombia como país.
De ahí que al inicio de su carrera en la política nacional gritara vivas a los diversos grupos sociales.
En cuatro años, cuando Márquez termine su gestión como vicepresidenta de Colombia, se sabrá si la frase “soy porque somos” habrá tenido un verdadero impacto en el país, o si pasará a la historia como un lema de campaña.
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