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Buenos Aires (GDA/ La Nación)
Doce años y ni una sola pista, ni una huella, ni un rastro. En 2002, Fabián Levitt -artesano y padre de Ámbar, que por entonces tenía apenas tres años- decidió salir de viaje hacia el norte del país; quería vender sus trabajos en distintas ferias y hacer nuevos contactos.
No era la primera vez que emprendía esta aventura, y sus padres, en Ituzaingó, lo despidieron como tantas otras veces: “Hasta pronto”.
Pero Fabián no regresaba, no se comunicaba, no daba señales de vida. “Andará viajando”, le decía Brenda -la hermana de Fabián- a su mamá para tranquilizarla. Pero Fabián no volvía, y toda su familia comenzó una búsqueda silenciosa.
Brenda empapeló las calles y creó una cuenta de Facebook con el nombre de él para que la gente pudiera aportar datos. Pero nada tuvo éxito. Alguna pista perdida, informaciones contradictorias.
Hace aproximadamente dos años, Brenda se juega una última carta, y decide subir una foto de Adrián al sitiowww.personasperdidas.org.ar, de la Red Solidaria.
El 4 de julio pasado, Ámbar, ya con 15 años, escribió en la cuenta de Facebook de su padre: “¡Feliz cumple, papito! Te extraño un montón, tengo ganas de verte. Espero que sepas que te quiero y que te espero, que la pases lindo en tu día y ojalá que te acuerdes de mí”.
Fabián cumplía 40 años, y apenas dos meses después de esa fecha, un mail desde Colombia llegó a la casilla de la Red Solidaria. Un tal Fabián Vargas, colombiano y oriundo de Medellín, decía haber visto a Fabián Levitt en su ciudad; contaba que desde hace dos años está en la calle, haciendo trabajos como artesano y otras changas, y reveló que luego de una charla con su homónimo argentino decidió poner su nombre en Internet.
Fue el buscador Google el que lo llevó directo al link de la Red Solidaria, y allí vio su foto. Era Fabián, más joven, pero era él. De eso no tenía dudas. “En estos veinte años de historia es la primera vez que sucede algo así. Desde Colombia alguien se conecta en Internet, pone el nombre de una persona en Google y termina en nuestra página web, que le muestra la foto de la persona que él busca. Es increíble, estamos muy emocionados, porque a partir de aquí se abre un nuevo capítulo -comentó a la nacion Juan Carr, creador e impulsor de la Red Solidaria-. En 1998, cuando llegamos al chico número 33 que se había perdido, decidimos fundar Missing Children Argentina. En 2005, cuando se pierde Florencia Penacchi, en Neuquén, creamos personasperdidas.org.ar; y en este momento son unos 380 los jóvenes y adultos perdidos. Encontramos a Fabián en Colombia, y aquí nace una nueva etapa.”
Desde Córdoba, feliz y emocionada, Brenda cuenta a la nacion que aún no pudo reencontrarse personalmente con su hermano. Pero sí pudo hablar vía Skype con él, una comunicación propiciada por Fabián Vargas en un bar colombiano. “Mi hermano está en situación de calle. Todavía no sabemos la historia completa, pero sí nos contó que tuvo un episodio de violencia en Colombia, donde le robaron, lo golpearon y lo dejaron sin documentos. Fue una charla emotiva y rara al mismo tiempo. La última vez que lo vi yo tenía 15 años, ahora tengo 27. Y mi sobrinita Ámbar, que tenía 3, ahora tiene 15. Todo es muy fuerte, y la semana pasada recién pudimos contarle a Ámbar que su papá estaba vivo, que lo habíamos encontrado. Ámbar siempre supo la verdad, y nunca perdía las esperanzas de encontrar a su papá. Ahora está con asistencia psicológica porque la noticia fue muy fuerte. Ámbar está feliz, pero shockeada.”
UN NUEVO CAPÍTULOPara los Levitt comienza un nuevo episodio en la historia familiar, y para la Red Solidaria, también. Juan Carr está convencido de que a partir de este hecho se inicia un nuevo camino para transitar. Cruzar las fronteras, avanzar en otras direcciones. “Fabián apareció en Colombia después de doce años de búsqueda, y fueron la solidaridad de un ciudadano colombiano y las posibilidades de la tecnología las que conectaron a Fabián nuevamente con su familia. Cuando arrancamos con el proyecto de la Red, hace veinte años, sabíamos que las computadoras serían importantes en nuestro trabajo, pero jamás imaginamos esto.”
Desde Colombia, Fabián Vargas respondió la llamada de la nacion, y cuenta con entusiasmo su papel en la historia. “A Fabián lo vi por primera vez en un semáforo, un artista callejero que me llamó la atención. Y luego lo crucé por años y años, hasta que un día lo encontré mal, decaído. El pelo largo y la ropa sucia, y me preocupé -recuerda el colombiano-. Pasaron unos meses y lo reencontré, se lo veía mejor. Y me alegré por eso, y quise invitarlo a tomar un café, saber más de su vida. Fue esa tarde cuando me contó algo de su historia, y me conmovió. Encontré su foto en una página de personas perdidas y sentí el impulso de escribir un mail. No sabía bien cuál era su situación, pero como padre e hijo que yo también soy tenía un compromiso. Ayer lo vi, y ya puedo imaginarlo cuando se reencuentre con su familia.”