Esta semana se viralizó un video que mostraba a una persona que cargaba un inodoro. No era cualquier inodoro. Tampoco era cualquier persona. La muerte de Máximo Gerez de 12 años , asesinado en la madrugada del lunes por haber quedado en medio de un enfrentamiento armado entre bandas de narcotraficantes en la ciudad de Rosario, Argentina, fue la gota que rebalsó el vaso y terminó saqueos y esa persona cargando un inodoro en plena calle.
¿Qué tan lejos estamos en Uruguay de que el narcotráfico genere una situación similar a la rosarina?
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Según investigadores, fiscales y expertos en la materia, el narcotráfico en Uruguay no llega a la escala de la ciudad argentina, pero sí que existen ciertos vínculos que enlazan las dos realidades.
A pesar de que son muchas las razones que explican el porqué del narcotráfico en Rosario, una de las principales tiene que ver con su ubicación geográfica. Se dice que la ciudad es el “peaje obligatorio” de buena parte el cargamento que va por la denominada “Hidrovía Paraguay-Paraná”. Esa ruta por el río Paraná tiene 3400 kilómetros de largo y atraviesa a Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. El capo narco uruguayo Sebastián Marset, por ejemplo, ha sido considerado el “gerente de la hidrovía” por las autoridades regionales.
Más allá del rol de tal o cual narcotraficante, lo cierto es que todos entienden que la principal función de la hidrovía es la de transportar la droga que luego va a África y Europa. El vínculo de Rosario con los puertos uruguayos es un hecho y, más allá de que la crisis de la última semana se desató a nivel local en la ciudad santafesina, los expertos aseguran que es “imposible” no mirar el problema con una lógica regional. Y allí está Uruguay.
A nivel local el gobierno celebra haber cerrado 2022 con cifras récord de bocas de droga desarticuladas con cantidades superiores a las del último gobierno de Tabaré Vázquez. A esto se suma la baja en la cantidad de rapiñas y hurtos respecto a la administración frenteamplista. Pero el gran problema que tiene el Ministerio del Interior hoy son los homicidios, un tipo de crimen que se suele asociar al narcotráfico. En 2022 hubo 27% más homicidios que el año anterior y, en reiteradas oportunidades, el ministro Luis Alberto Heber ha asegurado que este es un “efecto” de los “buenos resultados” que su gestión está logrando en el combate de otros crímenes, como el cierre de bocas. “Hay menos droga, menos plata y menos bocas, entonces se disputa mucho más duramente el territorio que antes”, dijo Heber en conferencia de prensa hace algunos meses.
Pero las cifras de Rosario, por ejemplo, muestran que en los últimos años ha aumentado sustancialmente la cantidad de droga que circula. Si parte de esta llega a Uruguay a través de la hidrovía, ¿quiere decir que el mercado en general es más grande que antes? Tanto la oposición como algunos investigadores del tema sostienen que las cifras récord del ministerio en cuanto al cierre de bocas tienen que ver con esto. Entonces, aunque es cierto que se cierra más, también habría más. El problema narco que tiene Rosario podría estar de alguna manera ligado a lo que pasa y deja de pasar en Uruguay.
La ruta y el caos
Para la socióloga argentina especializada en narcotráfico Laura Etcharren, “la única actividad no esencial que no dejó de funcionar durante el confinamiento que se decretó por la pandemia del Covid-19 fue el narcotráfico”. Y la circulación de estupefacientes ilegales por la hidrovía que recorre el río Paraná solía significar un 15% del total de los productos que circulan pero durante la pandemia llegó a alcanzar el 35%. Finalmente en 2023 se estabilizó en el 30%.
Se calcula que uno de cada tres barcos que navega por la hidrovía no recibe ningún tipo de control sobre los productos que transporta. Teniendo en cuenta que durante la primera mitad del año -cuando ocurre el pico de la cosecha de soja- viajan unos 300 barcos diarios por la hidrovía, el negocio se vuelve mucho más sencillo. A partir del Acuerdo de Transporte Fluvial firmado por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay en 1994 con el fin de evitar demoras y complicaciones en la navegación comercial, los barcos son revisados únicamente en los puertos de salida y no en los que atraviesan estando “en tránsito”. De esta manera, si un contenedor tiene droga y logra evitar la revisión en su puerto de salida, puede llegar a Europa sin inconvenientes.
El problema que ahora tienen los países es que, si establecen más controles para evitar el narcotráfico, también se enlentece el comercio en general. La circulación de estupefacientes logró meterse en las entrañas del sistema comercial.
Las rutas son muchas. La droga sale de Paraguay, Bolivia o Perú. Algunos caminos van desde ahí hasta Brasil y otras terminan en Argentina porque no necesitan llegar hasta Uruguay para salir a Europa. Sin embargo, según las fuentes consultadas, regionalmente Uruguay es considerado la “ruta segura” porque a pesar de que no es la forma más directa, no deja en evidencia el destino final.
La ruta principal de la cocaína -que suele estar escondida en otros productos como cereales o madera- suele comenzar en la localidad paraguaya de Pedro Juan Caballero, en donde se acopian los estupefacientes. Uno de los destinos por los que pasa es el puerto de Zárate y también el de Rosario en Argentina. Luego por el de Nueva Palmira, en Uruguay, en donde la mercadería se encuentra “en tránsito” y por eso no suele ser revisada. Otros destinos posibles a partir de la hidrovía son el puerto de Buenos Aires y el de Montevideo, pero lo más frecuente es que la droga siga hasta África o Europa.
La realidad local
Fuentes del Ministerio del Interior de Uruguay dijeron a El País que “no se ha identificado actividad ninguna entre los grupos criminales uruguayos y los que operan en Rosario”. Sin embargo, desde la cartera advierten que en los últimos meses se han detectado “containers cargados en Paraguay contaminados con droga, y que por una cuestión geográfica lógica pasan por Rosario y Montevideo” y luego llegan a Europa.
Consultado al respecto, el sociólogo Rafael Paternain, exsenador del Frente Amplio y exdirector del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del ministerio, explica: “Estos son fenómenos globales y es muy difícil no entender algo como lo que pasa en Rosario sin vínculos con lo regional. Aunque quien venda droga ahí no le conozca la cara al que toma decisiones arriba, igual están fuertemente conectados porque todos son parte de una misma ruta”.
Por su parte, el sociólogo e investigador Gabriel Tenenbaum plantea que Uruguay tiene “principalmente organizaciones domésticas integradas por familias extensas muy afincadas al territorio en donde también suelen participar vecinos”. A diferencia de Rosario, en nuestro país “no hay grandes estructuras de reclutamiento ni jerarquías tan horizontales” porque “no son tan complejas y están dedicadas al tráfico al por menor”.
Por Clara Lussich
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