El domingo, Luiz Inácio Lula da Silva volvió a asumir la presidencia de Brasil y su esposa, la socióloga Rosângela da Silva, a quien se le conoce popularmente como ‘Janja’, coordinó el equipo que organizó la ceremonia de toma de posesión.
Janja estuvo personalmente a cargo de convocar a artistas como Pabllo Vittar, Valesca Popozuda, Paulinho da Viola, Margareth Menezes, Martinho da Vila y Gaby Amarantos para la fiesta de 300.000 personas en Brasilia.
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Janja, quien también forma parte del equipo de transición, influyó en las decisiones del presidente sobre el Ministerio de Cultura.
Fue ella quien sugirió el nombre de Margareth Menezes para encabezar la cartera, luego de que el rapero Emicida y la actriz Marieta Severo declinaran la invitación.
Desde que se hizo pública la relación de Lula con la socióloga en 2019, se ha hecho evidente el nivel de cercanía de la pareja y hasta qué punto la presencia de Janja se ha convertido en un factor central en la vida del Partido de los Trabajadores (PT).
Lula comenzó a mencionar con frecuencia a su novia —y luego esposa—, cuya juventud ayudó a mostrar una idea de salud y jovialidad a la campaña del ahora presidente, que asumió su tercer mandato a los 77 años.
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El presidente Lula se ha descrito a sí mismo varias veces como “un hombre apasionado” y durante la pandemia dijo más de una vez que, a pesar de su edad, tenía “la energía de los 30 (años) y la potencia sexual de los 20”.
Esta frase, sin embargo, se eliminó en la campaña del año pasado.
Además, influenciado por su nueva esposa, Lula comenzó a mostrar más compromiso y familiaridad con temas como el feminismo y las cuestiones LGBT.
Pero, ¿quién es Janja? ¿Y cómo se conocieron ella y Lula?
El vestido de novia que usó Janja para casarse con Lula, en mayo de 2022, fue decorado por bordadoras de Timbaúba dos Batistas, en el interior de Rio Grande do Norte.
El campo fue el tema del vestido, con cactus bajo un cielo iluminado por la luna. En toda la prenda había estrellas geométricas idénticas a la estrella PT, pero todas blancas. De rojo, solo las rosas del ramo y de la solapa de Lula, que vestía un traje azul rey.
Activista histórica del PT, Janja había sido militante del partido mucho antes de conocer a Lula: ingresó a los diecisiete años, en 1983, y años después se desempeñó como dirigente del partido en la Asamblea Legislativa de Paraná.
Lula la conoció en persona a mediados de la década de 1990, cuando ella era una recién graduada en Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Paraná, y él ya se había postulado para presidente y viajaba por Brasil para conocer la realidad del país.
Su noviazgo, sin embargo, solo comenzó décadas después, cuando Lula ya era viudo de su segunda esposa, la exprimera dama Marisa Letícia, fallecida en 2017.
Un momento clave en la relación fue un encuentro a finales de ese año en el que estaban presentes artistas y activistas de izquierda.
La relación se confirmó públicamente en noviembre de 2019, cuando el expresidente salió de la Superintendencia de la Policía Federal, donde estuvo preso en Curitiba.
La liberación se produjo después de que el Supremo Tribunal Federal (STF) resolviera que es ilegal cumplir condena antes de que se agoten los recursos. Posteriormente, las condenas contra Lula serían anuladas por la Corte.
Los dos aún no estaban casados, pero Janja figuraba como “familia” en la lista de personas autorizadas a visitar a Lula en la cárcel. Y ella iba todos los días, dijo Lula después.
“Ella vivía en Curitiba y siempre me traía un poco de comida todas las noches. No me dejaba mandar mi ropa a lavar, ella quería lavarla en su casa”, contó Lula en entrevista con un podcast en 2021.
“Cuando salí, pensé: 'no hay forma, creo que realmente me voy a tener que casar con la muchacha'”.
Janja tiene 21 años menos que Lula, de 56 años.
Apareció por primera vez públicamente al lado de Lula cuando éste salió de la sede de la PF en 2019.
Los dos se mudaron al departamento del PT en São Bernardo do Campo, en el Gran São Paulo, y la socióloga no sólo comenzó a aparecer a su lado en las fotos, sino también empezó a ir a mítines, a viajes, a asistir a reuniones estratégicas del PT y a participar en la precampaña presidencial.
Janja no esperó la autorización para resucitar la canción Lula Lá, de la campaña de 1989, lo que irritó a algunas personas involucradas en la campaña, quienes creían que ella no debió tomar la decisión.
La socióloga también es vista como celosa y muy protectora. La forma en que siempre está interrumpiendo las reuniones cuando Lula está cansado y organizando el entorno para que esté cómodo, es algo que notan quienes siguen los mítines.
Un amigo de la pareja, sin embargo, dice que Janja no es invasiva en la campaña, pero “naturalmente tiene una preocupación por el presidente”, y que no hace nada que Lula “no sepa y no esté de acuerdo”.
Afirma que “hay cierta envidia” hacia Janja y “quizás hasta machismo” entre los propios miembros del PT.
En la fiesta de bodas de la pareja, este año, se mostró el clip con la canción Lula Lá, que se describe en la página de YouTube de Lula como “una sorpresa preparada por Janja para Lula”.
El clip, organizado por la socióloga, cuenta con varios artistas —y la propia Janja— cantando una versión de la canción, cuyo nombre oficial es Sem Medo de Ser Feliz (Sin miedo de ser feliz).
“¿Vieron a esta chica que cantaba? Es mi esposa. Esta chica... Yo me enamoré de ella cuando estaba en la cárcel”, dijo Lula en el evento. “Ella y yo nos escribimos 580 cartas. Todos los días le enviaba una carta y todos los días ella me enviaba una carta”.
Las cartas se intercambiaban a través de amigos que visitaban a Lula en la cárcel; a veces, a través de ellos, él le enviaba a ella flores con las cartas.
Varias veces la socióloga hizo publicaciones apasionadas con fotos de las flores en Instagram, pero sin mencionar quién era su admirador, ya que la relación aún no era pública en ese momento.
Durante la pandemia —más por el deseo de ella que por el de él, dice un amigo de la pareja—, los dos se mudaron a una casa alquilada en Alto de Pinheiros, un barrio de lujo en São Paulo.
Con altos muros y una piscina fuera de la vista de los vecinos, la casa tiene dos salidas, lo que facilitaba el trabajo del equipo de seguridad del entonces expresidente.
Janja ama a los perros y tiene dos, entre ellos, Resistência, un perro callejero negro y peludo rescatado en Curitiba, que ahora van a vivir al Palacio del Planalto.
Replantear el papel de la primera dama
El bienestar animal, por cierto, es uno de los temas preferidos de la primera dama, quien no solo aprecia el asunto de la protección ambiental sino que está especializada en gestión social y desarrollo sustentable y ha trabajado en el área.
Janja fue coordinadora de programas de desarrollo sostenible de la presa hidroeléctrica de Itaipú, donde hizo carrera y ocupó varios cargos entre 2005 y 2019.
Entre 2012 y 2016, se ausentó de la empresa y trabajó en la Comisión de Sostenibilidad de las empresas vinculadas a Eletrobrás, en Río de Janeiro.
Otro tema cercano al corazón de Janja es la protección de los niños y el combate a la explotación sexual de niños y adolescentes.
Participa en la campaña Make Beautiful, promovida por el Comité Nacional de Combate a la Violencia Sexual contra Niños y Adolescentes y la Red ECPAT Brasil, en alianza con las Redes Nacionales de Defensa de los Derechos Humanos de la Niñez y la Adolescencia.
La socióloga, sin embargo, ya ha dicho que quiere “replantear el rol de primera dama”, históricamente ligado a la idea de trabajo asistencial.
“Trabajemos para convertirnos en la primera dama que ha estado esperando”, escribió en Instagram en agosto. “Y vamos a tratar de reformular este concepto de primera dama”, dijo, sin dar más detalles.
La feminista dijo en un evento junto a Lula que no pretende ser la “ayudante” de su esposo, en referencia al discurso de la ex primera dama Michelle Bolsonaro, quien dijo en septiembre en un mitin que “la mujer es una ayudante del marido”.
“No lo voy a ayudar, no voy a ser una ayudante. Voy a estar a su lado, juntos, luchando, para que podamos darle a Brasil la esperanza que esta gente merece”, dijo Janja.
Frecuentemente a Lula le preguntan por su mujer y, aunque no rehúye decir lo enamorado que está, evita hablar de cómo es ella o de su personalidad. “No me gusta mucho hablar de Janja porque ella puede hablar de sí misma”, dijo el presidente este año, mostrando la influencia del feminismo de su esposa.
El presidente ya ha admitido que en su segundo matrimonio, con Marisa Letícia, todavía había una “cultura machista, de obrero de fábrica, que pensaba que la mujer tenía que cocinar la comida cuando yo llegaba”, y que eso ha cambiado a lo largo de los años.
“Ahora estoy con Janja, que es muy politizada, tiene una buena mentalidad política y es muy feminista”, declaró Lula en una conversación con el cantante Mano Brown en su podcast “Mano a Mano”.
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