Bogotá [AFP]. Martín Sombra, el exguerrillero de las FARC que custodió a la entonces candidata presidencial Ingrid Betancourt cuando estuvo privada de la libertad, fue capturado este sábado en Colombia por el presunto delito de secuestro, después de acogerse al histórico acuerdo de paz.
“Se presenta la captura de Eli Mendoza alias Martín Sombra, en el barrio Molinos en la ciudad de Bogotá en vía pública, por el delito de SECUESTRO EXTORSIVO”, indicó la policía antiextorsiones y antisecuestros (Gaula) en un comunicado.
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Sin ahondar en detalles, el Gaula afirmó que el también llamado ‘carcelero de las FARC’ fue detenido por un “hecho sucedido en el 2017 en El departamento del Caqueta (sur), donde resultó secuestrado un ganadero”.
La fiscalía no se ha pronunciado al respecto.
Sombra fue el encargado de mantener en cautiverio a Betancourt, secuestrada por la exguerrilla comunista en febrero de 2002 y liberada en julio de 2008 en una operación militar, junto con tres estadounidenses y 11 militares colombianos.
Betancourt, de nacionalidad francesa y colombiana, se radicó desde su liberación en el exterior.
El exrebelde se había acogido a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal surgido del pacto suscrito en 2016 con el gobierno de Juan Manuel Santos, que puso fin a un enfrentamiento interno de más de cinco décadas.
La JEP prevé otorgar penas alternativas a la cárcel a quienes confiesen sus crímenes, reparen a las víctimas y se comprometan a nunca más ejercer la violencia, sean guerrilleros o militares.
Quienes no cumplan con esos compromisos responderán bajo jurisdicción de la justicia ordinaria.
Los excomandantes empezaron a comparecer de forma individual ante la JEP por los secuestros, uno de los crímenes más repudiados por los colombianos, en julio de 2018. En aquella ocasión los desmovilizados de las FARC, en cabeza de Rodrigo Londoño, pidieron perdón a las víctimas y aseguraron que asumirían las responsabilidades que les correspondieran.
Durante su prolongada y fallida lucha por el poder, las otrora guerrilla recurrió al secuestro de personas con fines económicos y políticos.
Miles de rehenes, incluidos militares, policías y dirigentes como Betancourt, estuvieron encadenados hasta diez años en lo profundo de la selva antes de ser rescatados o liberados, y no pocos perecieron en cautiverio.