Con 15 puñaladas. Los pies y las manos atadas. Desnudo y boca abajo.
Así encontraron Telmo Castro Donoso, alias “El Capi”, en su celda de la Cárcel Regional de Guayaquil, la mayor ciudad de Ecuador, el martes pasado.
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Castro, excapitán del Ejército ecuatoriano, cumplía una condena de 13 años por narcotráfico, y “era una persona clave que aparentemente también trabajó de manera directa para el Cartel de Sinaloa”, le dice a BBC Mundo el viceministro del Interior de Ecuador, el general Patricio Pazmiño.
Como también apuntan los investigadores expertos en la materia entrevistados por BBC Mundo, Castro era una figura importante para conocer mejor cómo operan las redes del narcotráfico en Ecuador y sus presuntos vínculos con militares, policiales y políticos en el país.
Tras su asesinato, la Fiscalía investiga al ahora autor confeso, Martín Gregorio Gómez, alias “Manita”, otro preso de la cárcel de Guayaquil.
Pero para el periodista ecuatoriano Arturo Torres, quien se ha dedicado a investigar el tema del narcotráfico en el país andino, suena a "crónica de una muerte anunciada".
"La de Telmo Castro es una muerte conveniente para muchos, y es una pena que no haya podido rendir un testimonio sobre todas sus conexiones", asegura Torres.
¿Quién era Telmo Castro?
Se trataba de un excapitán de 46 años.
En 2009 pidió la baja del Ejército, donde había trabajado en el grupo de Inteligencia, porque estaba bajo investigación por sus presuntas conexiones con el narco.
Una vez fuera de la institución militar, se sentó varias veces en el banquillo por acusaciones de tráfico de sustancias ilícitas.
Su primera condena fue en 2009, pero se benefició de una reducción de pena que lo puso en libertad en poco más de un año.
En junio de 2013 volvió a la cárcel. Fue sentenciado a 13 años de prisión por narcotráfico y a cinco por lavado de dinero, entre otros cargos.
Ya en ese momento el Ministerio del Interior de Ecuador identificaba a Castro como el “sujeto con mayores vínculos con el Cartel de Sinaloa”, la organización criminal entonces dirigida por Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”.
En el operativo en el cayó Castro se incautaron 300 kilos de droga, una avioneta y granadas.
Según el ministro del Interior de la época, José Serrano, Castro era "el narcotraficante más buscado del país".
En 2018, y antes de cumplir el total de la condena, el excapitán obtuvo un beneficio penitenciario.
Pero a finales de año, el 18 de diciembre, le fue revocado por no cumplir con una de las presentaciones periódicas requeridas por su libertad condicional.
Pocos días antes, su nombre salió a relucir en el juicio contra "El Chapo" en Nueva York.
Uno de los testigos clave, el exnarcotraficante colombiano Jorge Milton Cifuentes Villa, contó cómo el Cartel de Sinaloa se extendió por varios países de América Latina.
Entre los detalles sobre la manera en la que la droga era transportada desde Colombia hasta México vía Ecuador, Cifuentes contó cómo sobornó a miembros del Ejército ecuatoriano para hacer pasar la toneladas de droga sin ser controlados por las autoridades.
Lo hacían, según él, en camiones militares.
Droga en camiones del Ejército
"Los camiones del Ejército no los revisan", señaló Cifuentes en el juicio contra El Chapo como la razón principal para haber "comprado" a Castro, entonces capitán.
Según Cifuentes, el Cartel de Sinaloa le pagó US$100 por cada kilo de cocaína que transportaba desde la frontera entre Ecuador y Colombia hasta las bodegas donde se preparaban los envíos, un señalamiento concreto que nunca fue probado.
Pero aquella no fue la primera y única vez que se vinculaba al narcotráfico internacional con Ecuador.
De hecho, varios informes de los últimos años apuntan a que el andino se ha convertido en un país clave en el tráfico de droga.
En Ecuador no se producen grandes cantidades de estupefacientes, coinciden los expertos. Pero en cambio se hacen dos cosas fundamentales para el negocio del narco: tránsito y almacenamiento.
La propia Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Justicia de Estados Unidos señala en su último reporte que "las organizaciones criminales transnacionales colombianas continúan utilizando Ecuadory Venezuela como puntos de transbordo para envíos de cocaína con destino a México, Centro América y el Caribe".
"Las organizaciones criminales colombianas han cambiado una porción considerable de su tráfico de droga a países vecinos. Transportan y almacenan grandes cantidades de cocaína en zonas remotas de Venezuela y Ecuador hasta que se pueda realizar un transporte marítimo o aéreo".
En la misma línea,Insight Crime, una fundación que investiga el crimen organizado a nivel mundial, dice en un reciente informe que Ecuador se ha convertido en la "autopista de la cocaína hacia Estados Unidos y Europa."
“Más de un tercio de la creciente producción de cocaína en Colombia llega actualmente a Ecuador, según fuentes antinarcóticos ecuatorianas. La droga sale de los puertos, las costas y los aeropuertos del país, y de allí se envía a todo el mundo, con destino a Estados Unidos, Europa e incluso Asia y Oceanía”, dice el reporte de Insight Crime.
Según los datos recopilados por los periodistas ecuatorianos María Belén Arroyo y Arturo Torres, autores del libro Rehenes que aborda el tema, desde el país cada año salen unas 500 toneladas de droga.
Sin embargo, según las cifras que proporcionó el Ministerio del Interior a BBC Mundo, en 2019 se han incautado 64 toneladas.
En vista de ello, los expertos coinciden en que una gran cantidad de esa sustancia ilícita cruza el país sin grandes obstáculos, gracias en parte a la infiltración de instituciones como el Ejército y la Policía por el narco.
El propio ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, se refirió a ello en octubre de 2018, en una rueda de prensa ofrecida tras un operativo antinarcóticos en la que se detuvo a varios militares.
"Estamos hablando de un caso grave de infiltración de redes en Fuerzas Armadas. Hay grupos irregulares, armados, que se infiltran en la institución", aseguró entonces.
BBC Mundo le consultó al viceministro del Interior, Patricio Pazmiño sobre el nivel de penetración del narco en instituciones militares y policiales.
A lo que éste contestó: "Somos conscientes de que el crimen organizado utiliza para su beneficio la corrupción, la intimidación y la violencia y trata de penetrar. Somos conscientes de que existe la amenaza y hacemos frente a ella".
Aunque subrayó que es difícil cuantificar el nivel de infiltración.
BBC Mundo solicitó una entrevista con el ministro Jarrín, pero al cierre de esta nota no se pudo obtener una respuesta.
"Camaleón" y una larga lista
Arroyo también coincide en la gravedad del asunto.
Aunque la infiltración del narco no es comparable a otros países de la región golpeados por el narcotráfico como México, dice la periodista, "diversos estamentos están penetrados".
"Y no estamos hablando solo de militares o policías, sino también de políticos", asegura.
Desde 2018 hasta la fecha hay varios casos que dan cuenta de esta realidad.
En octubre de 2018 durante un operativo llamado "Camaleón", realizado en cinco provincias de Ecuador, las autoridades allanaron dependencias del Ejército ecuatoriano, entre ellas la Comandancia de Quito.
Allí encontraron pruebas que se presentarían después en un juicio que terminó con la condena a siete militares y seis civiles que operaban con el narcotráfico desde los mismos edificios del Ejército.
Apenas un mes antes, en otro operativo, la policía antinarcóticos encontró una tonelada de cocaína almacenada en un hangaren la base que la Fuerza Aérea tiene en la ciudad de Manta.
Según el parte de la operación policial, la droga era acopiada en la base militar para luego ser enviada a México.
Otro caso muy sonado llegó al propio Palacio de Carondelet, la casa de gobierno ecuatoriana.
En abril de 2018, el presidente Lenín Moreno anunció que un miembro de su equipo personal de seguridad estaba detenido por presuntos vínculos con el narcotráfico. Se trataba de un oficial activo de la armada con más de 20 años de servicio.
Las investigaciones revelaron que el oficial formaba parte, junto a otras 20 personas, de una organización delincuencial que operaba en la ciudad de Guayaquil y su función era dar seguridad al traslado de la droga.
Son casos que muestran cómo el narco ha logrado penetrar las instituciones en paralelo con el auge de la producción de droga que ha vivido la región en estos últimos años.
"El país cerró los ojos al narcotráfico mientras se infiltraban a todo nivel de la institucionalidad", asegura Arroyo.
Ahora, el asesinato del excapitán Telmo Castro en la cárcel añade sombras a la investigación y lucha contra el fenómeno en Ecuador.