José Salvador Alvarenga, el náufrago salvadoreño, regresó esta noche al lugar donde aprendió a querer el mar, pero el cansancio y los nervios le impidieron hablar a la multitud que fue a recibirlo en el aeropuerto de San Salvador.
En una silla de ruedas y vestido con una camiseta azul oscuro y un pantalón caqui, fue presentado por el canciller de su país, Jaime Miranda. Alvarenga tomó el micrófono y trató de hablar, pero se llevó las manos al rostro y no pudo decir palabra, abrumado por el agotamiento y la emoción.
El canciller se dirigió entonces a los presentes: “Pedimos su comprensión, ha sido un viaje agotador”.
La viceministra de Salud salvadoreña, Violeta Menjivar, mencionó que dependiendo de los exámenes médicos, se determinará si Alvarenga será internado o podrá regresar a Garita Palmera, su pueblo de origen, ubicado 121 kilómetros al oeste de San Salvador.
“Tenemos información de que él viene estable, pero se debe someter a un equipo completo, multidisciplinario, para saber exactamente su condición”, explicó la funcionaria.
El jefe de misión de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), Delbert Field, mostró su preocupación por la adaptación que tendrá Alvarenga al regresar al país después de haber vivido durante 15 años en México, y tras el naufragio que vivió.
Alvarenga regresó a su tierra natal tras un largo viaje desde las Islas Marshall, Honolulu y Los Ángeles.
El fin de la odisea
El hombre de 37 años, quien dice haber sobrevivido más de un año en una pequeña embarcación de pesca a la deriva por el Océano Pacífico, llegó a su natal El Salvador para ser recibido por numerosos periodistas, una hija que no lo recuerda y una madre que lo creía muerto.
Su historia asombró al mundo cuando llegó al atolón de Ebon, en las Islas Marshall, hace casi dos semanas, con aspecto robusto y no muy quemado por el sol. Sin embargo, él era un hombre mucho más corpulento y llegó a tierra con inflamación en todo el cuerpo, dolores y deshidratación.