(EFE). Unas 30 mil personas desplazadas por las inundaciones en Asunción, la capital de Paraguay, deben vivir en condiciones indignas por la falta de apoyo estatal y de organización, alertó este jueves el sacerdote español Pedro Velasco, en uno de los cuarteles militares de la capital paraguaya que funcionan como improvisados refugios.
Velasco, residente en Paraguay hace 45 años y un activo trabajador social, señaló que la mayoría de los evacuados está viviendo en refugios precarios, algunos propiedad del Ejército, instalados por el gobierno desde que hace días comenzara la crecida del río Paraguay, que este jueves alcanzó los seis metros.
“Es un acontecimiento dramático. Estamos viendo a 2 mil familias dejarlo todo en cuestión de días para vivir hacinadas y en condiciones indignas durante los próximos 3 o 5 meses”, dijo a Efe el religioso dominico.
Velasco tiene su actividad en el Bañado, como se conoce a la zona más pobre de Asunción y más afectada por las inundaciones.
“Como dicen los expertos y el papa Francisco, (el cambio climático) a quien más impacta es a los pobres, pues aunque el río suba mucho, a los ricos de Asunción ni les importa, pero a los pobres les da con todo”, dijo el sacerdote que lleva 25 años viviendo en la zona hoy inundada.
“Estar como están no es digno, esta no es forma, debería haber mas organización”, destacó el “pa'i” Velasco (padre, en guaraní), como le llaman los vecinos del Bañado.
URGE MAYOR AYUDA “Pa'i Velasco necesito más madera. Pa'i Velasco, yo no tengo aún techo, pase para que vea que no miento. Somos tres familias en una pieza”, dice una mujer al sacerdote, mientras este recorre los estrechos callejones que se han creado entre las casetas de madera y chapa construidas por los propios desplazados.
Los vecinos y los trabajadores de organizaciones sociales locales como el Centro de Ayuda Mutua Salud Para Todos (Camsat), creado por Velasco cuando llegó a la barriada, aseguran que la primera cuestión que urge cubrir es el transporte, ya que las familias necesitan ayuda para sacar sus pertenencias de las viviendas inundadas.
Para ello, el gobierno de Paraguay ha dispuesto 6 camiones que atienden a unas 6.000 familias, según denuncia Velasco, quien aseguró que solo su organización, con la ayuda de empresarios solidarios, “que aunque pocos, también existen”, ha conseguido 12 camiones más para ayudar a los vecinos.
“El gobierno hace discursos maravillosos, pero aquí no viene a ayudar”, agregó el sacerdote dentro de una carpa militar donada por una ONG extranjera desde donde dirige las operaciones de asistencia a los vecinos.
“¡Gracias a dios!”, exclama Velasco cuando una de sus colaboradoras le confirma que lograron terminar un censo de la gente que está desplazada en la zona. “Esto debería hacerlo el gobierno, pero ni para eso están”, declaró.
Los datos del censo revelan una realidad difícil: el 60 % de las 10 mil personas aglutinadas en la zona de evacuados que Velasco ayuda a gestionar tiene menos de 14 años. Es decir, que la gran mayoría de personas desplazadas son niños, niñas y adolescentes.
Unas 150 miles personas viven en el Bañado de Asunción, una ciudad de apenas medio millón de habitantes, pero sin una estrategia de emergencia para atender la crisis que se generan cuando el río sube, explicó Velasco.
“Esta emergencia no es un terremoto ni un tsunami, la conocemos de memoria, se podría trabajar sobre ella y cada vez que se repite tener soluciones más eficientes y mejores, pero el Estado está ausente de estos problemas, eso sí, con un discurso muy maravilloso”, declaró.
“El cambio climático se nota. Antes esta crecida sucedía cada cuatro a diez años. Ahora estamos por la tercera inundación en menos de año y medio. Y además ha subido de forma mucho más repentina que en el pasado”, añadió.
La población del Bañado vive en condiciones de pobreza extrema que se agudizan con las crisis medioambientales, dice Velasco: “son las personas más vulnerables, emigrantes rurales que son expulsados del campo por la altísima concentración de tierras que hay en este país”.
Según el religioso, la inundación recrudece una realidad marcada por la falta de trabajo digno, de inversión en educación y en salud.
“Solo se acuerdan de la gente del Bañado para donaciones asistencialistas que no cambian el sistema. El pobre no es objeto de beneficencia, eso es una ofensa al pobre. Son personas que quieren recuperar sus derechos y ser ciudadanos de primera categoría como todo el mundo”, expresó Pedro Velasco.
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