En la playa de Coihuín, en el sur de Chile, los algueros tienen que sembrar el pelillo, el alga que produce el agar, porque la sobreexplotación y la contaminación de las salmoneras amenazan al que fuera “oro verde” de la región, muy apreciado en los mercados asiáticos.
Como si de un inmenso huerto se tratara, los escasos algueros están en plena temporada de siembra de la Gracilaria chilensis, esta alga que parece heno rojo, de la que sale el espesante agar, utilizado en particular en dietas y platos vegetarianos y en cosméticos.
Con carros tirados por caballos y ayudados con una horca entierran los manojos de pelillo en la arena de esta plácida bahía bañada por las frías aguas del Pacífico, cerca de Puerto Montt, a mil kilómetros al sur de Santiago.
“En quince días ya se puede hacer el primer corte”, dice a la AFP Carlos Leiva. “Después se producen 2 o 3 cortes más hasta el mes de febrero-marzo”, agrega este alguero que desde niño no ha conocido otro oficio.
Pero ya no es lo que era. La sobreexplotación casi mata a la gallina de los huevos de oro. Antes, los algueros se limitaban a recoger el producto que generosamente ofrecía la naturaleza. Ahora, para poder recolectar pelillo, la principal alga de exportación de Chile, hay que sembrarla y esperar a que crezca.
“Prácticamente, se sacó toda el alga que había”, lamenta Alejandro Buschmann, doctor en biología y director del Centro de Investigación y Desarrollo en Recursos y Ambientes Costeros (i-mar).
PELIGRO DE EXTINCIÓN Un reciente estudio de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica de Chile alerta del posible “peligro de extinción” de esta alga que ya consumían como alimento o en la medicina tradicional los primeros habitantes del sur de Chile, hace 14.600 años.
A la sobreexplotación se suma la voracidad de un gusano, conocido por los locales como “poliqueto”, que se come el alga, así como los residuos que llegan desde las contaminantes granjas salmoneras.
“La piscicultura hizo que se llenara de excremento de salmón la playa”, amenazando la producción, lamenta Pedro Soto, otro alguero de Cohuín.
En los mercados internacionales ya no se pagan los precios que se solían pagar por el pelillo, por lo que el incentivo para producirlo también se ha reducido, dice Pedro Soto. El kilo mojado de Gracilaria chilensis se vende en torno a los 70 pesos (0,10 céntimos de dólar), contra los 400 que se pagaban en los años 1980.
Actualmente, unas 2.000 personas, según él, malviven con este trabajo cuya dureza hace que los jóvenes se busquen nuevos horizontes.
AGAR Mediante un proceso industrial del pelillo se obtiene el agar en forma de gelatina. El 65% del agar que hay en el mercado procede de las especies de Gracilaria.
El agar es utilizado para la medicina, cosméticos, colorantes para textiles, plásticos y espesante, muy utilizado en las mermeladas para reducir el azúcar y en la comida vegetariana. En Japón se utiliza en las dietas debido a su poder para saciar el hambre.
Chile, que junto a España y Japón producen el 60% de agar a nivel mundial, exporta unas 1.800 toneladas al año, casi todas al mercado asiático (Japón, Hong Kong, China, Tailandia).
En sus más de 4.500 km de costas, el país sudamericano produce también algas como el chascón, la luga negra, la luga roja, la chicorea de mar o el luche, de las que exporta un promedio de 6.000 de toneladas anuales.
En 2015, las exportaciones de algas supusieron 246 millones de dólares en la pauta exportadora, según un informe del Instituto de Fomento Pesquero (Ifop).
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